Unas buenas felicitaciones del siquiatra, lo cual me deja con la vara alta para poder escribiendo. Pero cada vez que escribo más, voy entendiendo por qué he actuado de la manera que he actuado, más aún con la historia que les voy a relatar ahora.
Como les decía, en medio de la explicación del mismo siquiatra una amiga me envía una mensaje de texto, diciendo lo que había pasado.
- "doctor...", le dije al siquiatra, interrumpiendo su explicación, "debo irme porque..."
- "entiendo que estés afligido con todo esto, Andrew, pero esta es una oportunidad única para..."
Pero al ver que no me comprendía, alcé el teléfono celular y le mostré el mismo mensaje. Tras unos segundos de lectura y otros de sorpresa, asintió con un simple "ok, eso si es importante" (o eso es lo que percibí, saliendo raudo del siquiátrico y llegando rápidamente hacía donde estaba mi amiga: Minerva.
De ella, a propósito, no he hablado, pero es quien hasta el día de hoy me la llevado por la mejor de las sendas, aunque nuestra historia, al igual que todas, han sido tortuosas: se intentó suicidar dos veces, abandonada a su suerte en la universidad, con un noviazgo fallido, otro tortuoso, y el último con el cual iban a tener un hijo, fallido por donde se le viese.
Alta, digna de una princesa, pero con mirada perdida en sus ojos violetas, cabellera larga y tez blanca, embutida en un vestido ajustado que no dejaba nada a la imaginación y, sobre ella, un sobretodo que ocultaba lo anteriormente dicho. Vale recordar que estamos en un período de mucho calor, pero ella siempre tuvo una muy baja temperatura, lo cual junto con su ya extraño carácter meditabundo y sosegado le apodé personalmente "Elsa", pero por respeto usaré su verdadero nombre (y, naturalmente, con permiso de ella).
Dicho eso, me acerqué al hospital que quedaba cerca del siquiátrico de Saint Green (mi segundo hogar) y pregunté por Ray, la pareja (o lo que quedaba) de Minerva, a lo cual me indicaron "pasillo 4, segundo piso, ala B, número 54", nunca lo olvidaré.
Corrí por las escaleras a zancos, lo más rápido que pude al número 54, y allí sola frente a la habitación donde, dentro, estaba el cuerpo desfigurado de lo que fue su pareja y una enfermera consolándola, se encontraba Minerva. Al lado de ella se encontraba su hermano Fray, el cual tenía el teléfono de Minerva en sus manos (lo cual me hizo entender de por qué la frialdad del mensaje...) y lentamente de acerqué a ella, disculpándome por el retraso de manera protocolar.
Al verme, Minerva depositó su llanto en mis ojos, y aferrándose a mi terminó el sollozo en mi hombro, mientras que el hermano, mucho menor que nosotros dos, miraba a otro lado en señal de respeto y vergüenza.
Tras unos largos 5 minutos de silencio, fui yo quien rompió el sepulcro, pidiéndole que me explicara que me pasó, a lo cual ella, conteniendo las pocas lágrimas que le quedaban, me dijo
- "Ray estaba de turno en la comisaría, era de noche. Le conté- " y rompe a llorar de nuevo, mientras la enfermera se retiraba, indicándome que debía ver a otro paciente moribundo.
- "Tranquila", le dije, mientras la sentaba cerca del hermano menor "y trata de concentrarte en la historia, y no en las emociones... Yo se que puedes" (si soy pésimo consolando a veces, pero con ella me resultaba así).
- "... le conté que íbamos a ser padre, y el estalla en alegría por teléfono, a lo cual cuelga y 5 minutos después me cuentan que salió de la comisaría a verme, sin darse cuenta que en ese momento un ebrio estaba cruzando la calle a toda velocidad con su camioneta y... y... "
- "No me digas más... por favor, entiendo..." la tomo entre mis brazos y la deposito en los hombros de su hermano, mientras entro solemne a la habitación.
Creo nunca haber visto en mis años de locura una imagen tan grotezca, en la cual solo los labios y parte de la cabellera estaban intactas, siendo que el resto del cuerpo o estaba trizado, molido, carcomido o desaparecido, ni ojos tenía para poder haber visto a su amada por última vez, y eso me provocó un gran sentimiento de culpa, por el pasado que había vivido y como había desperdiciando todos mis años.
Partiendo por mi niñez, mi juventud y adultez, mi ex pareja, mis amigos que ya no estaban, mis locuras, el siquiátrico, y ahora una de los pocos amigos que me quedaban perdiendo la mitad de su felicidad allí, frente a sus ojos.
Debía hacer algo, y debía hacerlo rápido.
En eso escucho a lo lejos unos pasos, y una voz gritando mi nombre: era el siquiatra.
- "Andrew, donde estás!" gritaba la voz
Salí de inmediato, enojado, por el poco tino del siquiatra, pero me contuve al ver su cara de desfiguramiento y le pregunté de inmediato que qué había pasado.
- "Andrew, es que no lo vas a creer: tu casa, toda tu casa... No puede ser..."
- "pero qué ocurre, dimelo maldita sea!" le increpé, ya olvidando a mi propia amiga y toda mi existencia.
- "tus hermanas y tu madre... muertas! un incendio... feroz" decía atragantado por su propia saliva y fuerzas que de a poco estaba recuperando.
En ese momento mis piernas empezaron a flaquear, y fue mi propia amiga olvidándose de su propio dolor junto con el doctor que me atajaron, pero fue demasiado tarde: recibí un golpe en la cabeza, y todo se fue a negro.
La verdad, no recuerdo mucho de ese momento, solo que luego desperté en una cama, un poco cabizbajo, solo, excepto por una sombra que a lo lejos me estaba observando, y que solamente lo podía distinguir si me aplicaba bien en la oscuridad, en la penumbra de aquella esquina.
- "Quien... eres", le dije, mientras solo esbozar esas palabras hacía de mi cerebro un festín de dolores.
Un silencio... un largo silencio... y luego la criatura, naciendo de entre las tinieblas, se presentó sombríamente
- "Hola Andrew... Soy yo... No te acuerdas de mi?..."
No recordaba esa voz, ni tampoco habérmelo encontrado en ningún momento, tampoco su rostro tapado por una pequeña túnica, ni tampoco su traje al estilo ciber punk: negra y larga y botas grandes.
- "No... se... quien..." traté de decirle, pero mis fuerzas estaban debilitadas.
- "No te preocupes... No sentirás demasiado dolor... De todas maneras..."
"Estás muerto"
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Diario psiquiátrico de un loco suelto
RandomSi dejo de escribir, me enviarán de vuelta... Si dejo de escribir, no sabré mi propio final... Esto es por mi propia ayuda... O por lo menos es lo que dice el doc... El detalle... Es que todavía no se qué es real, y que es ficción... Lo sabrá él en...