Media noche, una botella de whiskey en su mano izquierda, su mano derecha sostiene algo más pesado.
Recuerdos felices y un hombre desolado.
Luces apagadas, la nostalgia encendida.
Sentado frente al televisor desconectado, de espaldas a la puerta cerrada. Pasos silenciosos detrás de esta.
Manos huesudas llaman a la puerta. Tres suaves toques, más hacen el lugar temblar.
Inmóvil, con la mirada clavada en el televisor, una lagrima recorre su mejilla.
En silencio se queda buscando fingir su ausencia.
No dilates más tu destino. Abre ya y ven conmigo.
El hombre da un largo trago a la amarga bebida. Levanta su mano derecha y apoya el frío metal contra su cien. La puerta con un leve chirrido se abre dándole paso a un frío abrazador.
¿Es esta la solución?
Su cabeza se llenaba de respuestas contradictorias. Pero aquella visita como si leyera su mente al oído le susurra:
Creer que opción tenías, tu error ha sido. Pues tu final estaba escrito desde tu inicio. El día de hoy, a esta hora y en el minuto siguiente, tu deberás partir conmigo.
Una lágrima más y entonces el hombre aprieta el gatillo.
