Pasión En Danza

Pasión derramada en danza

Al empezar la canción se puede apreciar como dos almas bailarinas se miran con pasión, egosentrismo y deseo. En paso largo y coqueto se acercan para así tomarse con firmeza y delicadeza, ella levanta de un golpe su pierna larga y blanquecina, mientras él la toma con firmeza, la levanta hasta su cintura y la acaricia con sus manos mientras sus rostros y labios se rosan, se ve como poco a poco se acorta la distancia para así rápidamente alejarse y actuar con timidez.

Están a pocos pasos de sí mismos, los dos aún desean más del otro, tocarse con pasión y sentir como sus almas se abrazan y bailan con sentimientos mientras derraman amor. Aún siguen dando pasos en círculos como un baile de seducción, ella dejando ver sus largas piernas para provocarlo y él sacando el pecho para acercarla. Sus miradas solo muestran deseo, tratando de aspirar hasta la última gota de la pasión y alma de esta magnífica danza. Ellos, rápidamente, dejan de lado la timidez, sus cuerpos se repegan con lujuria y juntan sus frentes para empezar a dibujar con sus pies en el suelo tieso y frío que poco a poco se va haciendo tibio por el caliente amor que estás dos almas derraman.

Tenerse abrazados el uno al otro era suficiente para llenar la lujuria que sentían en su interior. Tenían sincronización en sus pasos y hasta en los latidos de sus corazones, que exigían nunca terminar con ese sentimiento. Nunca matarlo. al dar cada vueltas como parte de la danza  daban otra en su interior, dando paso al clímax del baile.

En sus oídos rezonaba el armonioso sonido firme, sensual y versátil de un acordeón argentino, instrumento verdaderamente esencial en el tango. Su manera de mezclarse con el baile es sublime y pareciera totalmente natural. Los pasos mezclados con la música, el amor y la pasión con la que se representa es un deleite para estos dos espíritus sedientos por el tacto del otro. El vestido volaba por la piruetas, por las manos traviesas del otro y por esos largos y elegantes pasos.

Sus pasos abarcaban todo el suelo, se llevaban cada pizca de polvo sobre ellos. Ella siempre tenía su mano posada sobre la nuca de él, este ya desesperado por su tacto, con su mano libre toma su muñeca y hace que la pasé suavemente por su pecho para provocarle un cosquilleo.

Este a sus límites, toma con firmeza la cintura de ella y la recarga sobre su antebrazo para pasar su aliento agitado sobre el cuello y la clavícula de ella para así darle un fugaz beso. Ella con sorprecismo se aleja con gracias hacia un extremo y él desconcertado la toma del la mano muy suavemente, y después se atreve a jalarla con brusquedad para acercar sus cuerpos y rostros peligrosamente para que los dos, en un acto de impaciencia, funden sus almas insaciables en un profundo beso.