La profecía
De los cielo de Atgedon, descendía solemnemente la diosa profeta. Con sus vestiduras de seda de luna, bañada con el brillo de la estrellas.
Su inigualable belleza iluminó por completo el reino. Se asentó, con gracia y elegancia, en el centro de la gran plaza de la luna, con la imagen de una media luna grabada en su concurrido suelo.
Los habitantes atendieron a la visita de la deidad. Su melodiosa voz resonó hasta en los lugares más remotos del amurallado reino.
El rey Gustaf, salió al balcón de su elaborado y ostentoso palacio. Contemplaba la escena con horror.
La diosa empezó a decir solemnemente:
Vendrá a gobernar, sin sangre ni apellido.
Eso va a pasar y lo dicta el destino.
Derrocará a los mezquinos de la mano de la rebelión.
Tomará a los pueblos y los unirá en una sola nación.
De una genuina belleza estará colmada,
Y al amparo de la noche será alabada.
Inundada de sabiduría gobernará, pero la vanidad y el deseo la harán cambiar.
Su reino ya no la setisfacerá y el mundo... Dominará.
Bajo las estrellas de la profecía triunfará, hasta que a los dioses se atreva a desafiar.
Reina será y en su nombre... Perecerán.Las estupefactas miradas de todos se movían al ritmo de la diosa, que los dejaba para volver al firmamento cubierta de una radiante luz lunar.
La mirada sombría del rey desde su recamara, advertía de los tiempos oscuros que se avecinaban. La larga noche.
El mensaje de la diosa fue grabado en el pilar de piedra en la plaza de la luna. Una bella luz lunar bañaba el reino.
Pasaron los años y la profecía no se cumplía. El rey Gustaf seguía obsesionado, la locura se había apoderado de él. Atgedon, la capital de la sangre. Así era conocido su reino. La injusticia había tomado las calles de noche y de día. Bajo la mirada del sol y la luna.
Los árboles lloraba junto a los niños asesinados en la plaza de la luna. Una mancha carmesí se posaba a lo largo y ancho del lugar, la sangre de las inocentes pequeñas que amenazaban la corona. La profetizada reina.
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En Nombre De La Reina [Dueña Del Mundo]
SonstigesVendrá a gobernar, sin sangre ni apellido. Eso va a pasar y lo dicta el destino. Derrocará a los mezquinos de la mano de la rebelión. Tomará a los pueblos y los unirá en una sola nación. De una genuina belleza estará colmada, Y al amparo de la noche...