39. The End.

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Que vivir la vida sea libertad, pero vivirla contigo es felicidad.

—¿Que crees que me hará?—Le pregunto a Joseph quien me tiene en sus brazos, sentados en el piso de esa fría habitación. —No quiero que te hagas más daño...—le acaricio suavemente su rostro pálido, sus ojos estaban vacíos. No era mi chico de ojos azules brillantes, hoy estaban apagados.

—No soportó verte así, no soporto que dañe de es forma Demi—Me dice mientras junta nuestras manos. —Yo estuve cuando pasó una vez y lo permití.

—¡El quiere eso!—Le digo mirándolo a los ojos con fuerza. —El quiere que te sientas culpable Joseph pero tú sabes que no lo eres.

—¿Lo se? —Se pregunta más para sí mismo. Y me duele ver que tantas cosas se ponga en duda. Claro que no es su culpa, no quiero que la sea y no quiero que piense eso.

—Mírame —Le digo. El levanta su mirada y nuestros ojos se conectan. —Seamos fuertes por favor...esperemos y no nos apresuremos al que pasará.

—¿¡Es que acaso no ves la situación?! —Bufa.
—El siempre estuvo detrás de ti y yo lo permití.

Dios...oírlo hablar así de sí mismo me dolía a mí muchísimo. Ponerse en duda, sentirse fracaso. Realmente me dolía. Porque él lo era todo menos,débil.
Bese sus labios. Un beso firme. Un beso causal. Un beso donde todas esas dudas las intento borrar.

—Bueno bueno... —Me sobresaltó por la voz masculina que proviene de la puerta. Es él. Su mirada estaba cargada de ira. —¿Acaso te di permiso para besar a mi chica? —Dice con su voz ronca. Joseph toma mi mano fuerte. Y el miedo se apodera de mi una vez más.
Se acerca y me toma del brazo. Yo grito.

—Por favor no le hagas daño. —Susurro casi por inercia. Me sale instantáneo. Sus ojos se conectan con los míos.
Cuando estoy justo en la esquina de la habitación diminuta, toma a Joseph por los brazos y de una fuerte empujón cae al suelo.

—¡No!—Gritó.

—Estoy bien—Dice Joseph levantándose. Hace fuerza en sus brazos para intentar levantarse pero cae, fallidamente. Es hasta ahí que no me doy cuenta de lo herido que está. Sus moretones. Su cara flácida. Sus ojos...sus ojos apagados.

—El problema es conmigo Shawn. No le hagas más daño, te lo suplico. —Digo cayendo a sus pies.

Shawn me toma del brazo y sin más me saca de la habitación diminuta. Y a lo lejos escucho todos los gritos que provienen de mi Joseph.

Me arrastra a una habitación completamente diferente, y hace de mí un calvario...
me saca la ropa... me toca de una forma que me dan ganas de vomitar. Me besa por todas partes y cuando creo que se cansó va por mas.
Sus manos se deslizan por mis piernas y toma una de ellas para hacerme sentar sobre él.

—Siempre quise esto contigo ¿sabes? —Me dice susurrando y mis lágrimas no paran de salir.

—Por favor no...

Sus manos vuelven a hacer un recorrido doloroso por mi cuerpo, me pregunto si algún día podré estar tranquila y en paz. Si algún día tendré libertad, de esa que la necesito, que la ansío. ¿Que más debo hacer?
Me arruiné por completo, me humille de mil formas diferentes y me torturaron de otras mil más.
No sé cuantas veces más debo convencerme que me lo merezco, que debo seguir protegiendo a los míos cuando ya no me queda respiro alguno.

—¡Déjala! —Me sobresaltó cuando escuchó ese grito. Es Joseph. Con sus manos totalmente ensangrentadas. Y con un arma entre ellas.

Shawn maldice. —¿Que crees que estás haciendo maldito cobarde?

Mi Esposo, Padre Celoso (HARRY STYLES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora