Día 2: Boliche.

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"Seamos amigos"..... No me jodas.

—¡¿CÓMO POR QUÉ TENGO QUE SER TU AMIGO?!

—Porque todavía no tengo ninguno —me dice con calma.

—¡¿Y ESO A MÍ QUÉ?! ¡¡BUSCA A ALGUIEN MÁS!!

—Oh, vamos. ¿Qué tiene de malo? Es más, te beneficiará.

Sí, claro. ¿En qué carajos me iba beneficiar? Esta tipa me quiere sacar de quicio.

—Aunque digas algo como eso, no servirá de... —mueve sus dedos de forma maléfica, dándome a entender que me hará cosquillas—. ¡Ya, deja de hacer eso!

Deja caer sus manos y me mira a los ojos, sincera. Tan repentino fue el cambio que doy un ligero respingo.

—Ni siquiera he considerado en decirle a alguien sobre tu "secreto". Yo sólo quiero... un amigo a quien saludar y con quien comer el almuerzo. Así que, por favor —extiende su mano hacia mí e inclina su cabeza—. Mamura-kun.

No entiendo a esta chica. Simplemente.....

Me tomo mi tiempo y al final, ignoro su mano y me doy la vuelta. Me acomodo mi mochila en el hombro, contestándole:

—Mamura está bien. Pero si le dices a alguien, te mataré —esta vez se lo dije con suavidad. Aunque no estaba viendo su rostro, pude palpar en el aire que le agradó mi respuesta.

—Entendido. No se lo diré a nadie.

Me fui sin mirar atrás.

Llegando a casa, me acuesto en mi cama y hago una retrospectiva de lo sucedido. Es la primera vez que una chica se me acerca y me pide algo así..., y es la primera vez que alguien descubre mi secreto.

Es por eso que no puedo tratar con mujeres: con sólo su contacto, por muy pequeño que sea, el sonrojo es instantáneo. Aún no he logrado entender el por qué me sucede esto, pero es algo que me cuesta mucho trabajo controlar.

Tapé mi cara con la almohada nada más de imaginar la cara que le habré mostrado. ¿Por qué, de todas las personas, tuvo que ser ella la que lo descubriera? De verdad esperaba que cumpliera con su palabra, aunque en serio creí que no le iba a decir a nadie. Suspiré.

¿Por qué demonios acepté en ser su amigo?

De tanto pensar, me quedé profundamente dormido. Al día siguiente, me encuentro con ella en los casilleros.

—Mamura, buenos días —veo que intenta tocarme y alcanzo a bloquearla con mi mochila. Justo a tiempo.

—¿Por qué estás tratando de tocarme? —le digo susurrando, fulminándola con la mirada.

—Está bien —me mira con pereza. Eso me enoja más.

—No me jodas. Más te vale recordar lo que te dije ayer.

—Lo siento —se disculpa, inexpresiva.

Si la seguía mirando me iba a enojar más, así que preferí alejarme. En verdad, no entiendo a esta idiota.

—Por cierto, ¿por qué te asustan las mujeres, Mamura? —de pronto me pregunta. No sé qué responder.

—Para qué quieres saber si no tiene nada que ver contigo —agacho la cabeza, mostrando cierta incomodidad—. No me preguntes sólo porque te es gracioso. Molestas.

De repente, ella me golpea fuerte con su mochila en mi espalda.

—Maldita mocosa... —le miro con ganas de matarla. Ella de nuevo me vuelve a mirar sincera. Tal vez comience a odiar esa mirada suya.

Estrella Fugaz Diurna (Daiki Mamura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora