Una Fría noche de verano

512 39 2
                                    


El aire soplaba tibio, los primeros abismos del verano se hacían presente, miras a tu alrededor, la noche esta desplegando su dominio en el cielo.

Tiras el cigarro que estabas fumando al suelo y lo pisas, con fuerza, apagando cualquier pequeña chispa de fuego que quedara.

Miras a tu alrededor tratando de encontrar con la mirada la razón por la que llevas esperando 2 horas en este puerto desolado. Las olas del mar te hacen compañía mientras sigues en tu solitaria espera.

Un viento de inusual frió corre y un escalofrió recorre tu espalda, cierras los ojos por la repentina sensación, los abres en un movimiento y parado frente a ti esta la razón de tu espera.

Sonríes, aquí estaba, pensaste que no lo volverías a ver, pero aquí estaba, tu pequeño niño estaba frente a ti, con una sonrisa brillante, que mostraba todo sus dientes, tal como la recordabas, vistiendo la el pijama que tu y Oikawa le habían Comparado.

Acerca tu mano a su rostro y su piel se siente fría, la gran sonrisa paso a ser un parte de lo que era, las mejillas y nariz de tu hijo estaban levemente sonrojadas por el frió, sin poder retenerte lo abrazas, lo abrazas como si fuera a desaparecer en cualquier momento.

-Papá- llama el cuerpo entre tus brazos, pero no respondes, no quieres hacerlo, ya sabias lo que iba a pasar si respondía, él iba venir si tu hacías un ruido, vendría y acabaría con todo esto, tendrías que dejar ir a tu hijo nuevamente- Papá- llama nuevamente

-Tobio, te quiero Hijo- susurras lo mas bajo que puedes para que solo tu pequeño niño pelinegro te escuchara. Las lagrimas comienzan a caer por tu rostro sin poder detenerse y te preguntas ¿ como terminaste así?, abrazando a tu niño en el máximo silencio, aterrorizado de perderle.

¿Cuándo Iwaizumi Hajime se había vuelto una Gallina?, sueltas levemente a Tobio de tu abrazo pero te niegas a dejar de tocar su mano, te niegas a soltarlo.

Los minutos pasan y Tobio esta hay, mirándote con sus grandes ojos azules, esperando que digas algo, no lo haces, solo te concentras en mirar a tu hijo y ver como su rostro lentamente se vuelve mas pálido, como sus ojos lentamente se van apagando y lo oyes, le cuenta respirar, se esta ahogando, esta gritando tu nombre, esta pidiendo ayuda, pero sabes que no puedes hacer nada.

Lo has intentado ayudar miles de veces, pero no hay forma, este era tu castigo por no ser mas rápido, este era tu castigo por no soportar el frió, el ver morir a Tobio todos los días es tu castigo por emborracharse esa noche y no escuchar cuando su hijo abrió la puerta y salió a la nieve, este es su castigo por ser débil.

El cuerpo de su hijo se desplomo, muerto frente a él, como lo había hecho ya ciento de veces, las lagrimas siguen corriendo y no puedes evitarlo un gran sollozo escapa de tu garganta, tus piernas no lograron aguantar tu peso y caíste, sientes los pasos aproximarse a ti, el cuerpo de Tobio desaparece como arena.

-Iwa-chan- suena la voz de tu esposo a tu lado agitado, como si hubiera corrido una maratón.

-Tooru, lo perdí otra vez- gritas desesperado, agarrando tu cabello con furia y tiras de él, Oikawa corre a tu lado y te abrazas, intenta calmarte con palabras tranquilizadoras, pero no sirve, pero poco importa Oikawa te abraza y sabes que lo va hacer hasta que te calmes. Porque no es la primera vez que sucede y tampoco será la última.

Después de todo Tobio nunca va dejar de buscar a su padre, y Iwaizumi jamás iba a abandonar a su hijo, no importa donde se mudaran, si Oikawa lo llevaba a la montaña o la playa, jamás iba poder separar sus lazos.

Iwaizumi jamás iba a dejar de salir de su casa y caminar hasta que estuviera solo, y esperar a que el fantasma de su hijo, apareciera delante de él y sabía que Oikawa jamás lo iba a detener cuando escapaba de casa. Porque Oikawa lo sabía también, eso te gusta creer, que Oikawa lo sabe, que Oikawa también espera a estar solo en casa para poder ver a su pequeño niño.

.-.-.-.-.

Tenia ganas de escribir algo triste así que lo hice. 


Una Fría noche de veranoWhere stories live. Discover now