Zaffiro

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Napoles, 1977

Paolo Bucciarati provenia de una familia humilde, sin hermanos y sin tios, unicamente el y su padre quienes vivieron toda su vida en Napoles, lejos de la ciudad, del ruido, de las preocupaciones que mantenian despiertos a los citadinos, de todas formas, Marechiaro era si no una zona aledana a Napoles, una pequena ciudad pesquera que vivia principalmente de los productos que se obtenian del mar y con suerte el turismo, sin embargo el nunca fue bueno para socializar igual que su padre, quien de hecho siempre le decia que estaba bien si no se sentia comodo con desconocidos, eran solo ellos dos, o lo fueron hasta el 77 cuando Roberto Bucciarati murio, ya anciano y sentado frente al mar que tanto adoraba, desde ese momento Paolo estuvo solo, pero no fue un problema, siempre habia estado solo de todas formas.

Hacerse cargo de un negocio familiar el solo fue un ligero contratiempo, pero con la practica y la paciencia aprendio a hacer cargo del mismo por su cuenta, aun si implicaba que el hiciera todo el trabajo, pues solo contaba con una lancha pesquera y, por lo que parecian horas se encaminaba dentro del ancho mar, mas comodo dentro del agua que en la tierra, regresando ya cuando el sol estaba en su punto mas alto con la pesca del dia,  tenia que hacerse cargo de todo, con apenas 25 a~nos cumplidos el era mas dedicado a su trabajo que a cualquier otra cosa, pues al final del dia las deudas debian pagarse y tenia que mantenerse con el sustento diario, el cual, para su desgracia, llegaba apenas para cubrir el mes. 

El verano no le gustaba especialmente, el clima era precioso, los peces abundaban y siempre vendia mucho, sin embargo no le gustaba lo que implicaba una cantidad inherente y casi obscena de turistas que legaban como todos los a~nos, y el viendo desde lejos mientras empujaba su lancha al oceano y se subia en ella para alejarse del ruido, era alguien de vida simple, alguien que preferia la calma, por eso, aun despues de la muerte de su padre no pudo irse, pues con el dinero que tenia guardado el pudo marcharse, pero no lo quizo asi, su vida estaba en esa playa, cerca del oceano donde todas las mananas pudiera despertarlo el sonido de las olas chocando o el graznido de las gaviotas, porque le gustaba la simpleza y sencillez de su vida, asi era feliz aun cuando al regresar a su casa el estuviera totalmente solo. 

La primera vez que la vio no llamo especialmente su atencion, era una turista como cualquier otra que hablaba con los transeuntes, con el ce~no fruncido y ese gesto de molestia perenne en los labios, estaba perdida y nadie se detenia a darle indicaciones, el tampoco se hubiera parado a hacerlo, pero pensando en que si el estuviera en la misma situacion tambien desearia ayuda, dejando la red a un lado y caminando hacia el muelle se aproximo a ella palpando su hombro de forma educada pa que pudiera voltear hacia el, solo asi pudo verla bien ese momento. Tenia el cabello  castano y grandes ojos verdes, una citadina, la cual le sonrio cuando el simplemente le pregunto que le sucedia, y ella, para fortuna de ambos le respondio. 

Monica Zeppeli, era originaria de Ravena, o mejor dicho, habia crecido ahi, pero luego de que ella terminara la universidad y un problema familiar del que nadie quiso hablarle termino volviendo a donde sus bisabuelos eran originarios, Napoles, y ahi estaba, perdida y sin rumbo alguno mientras buscaba como dirigirse a su nuevo hogar, mostrandole la direccion a Paolo quien simplemente tomo el papel y se ubico mentalmente, ofreciendose a acompanarla para que no se perdiera en el camino. Una corta charla y quince minutos de camino, donde intercambiaron nombres y leves risas por comentarios, o mejor dicho, siendo Monica quien iniciaba la conversacion siendo que esta era respondida con palabras breves o frases cortas, era un hombre de pocas palabras y sin duda hablar con un desconocido era algo que no lo hacia sentirse del todo comodo, pero, por alguna razon, la alegre personalidad de la joven lo hizo sentir mas seguro, despidiendose cuando la dejo en la puerta de su casa. 

El no esperaba volver a verla, para nada, sin embargo el destino tenia mejores planes para el y, unos dias mas tarde volvio a verla, parada en el muelle saludandolo a lo lejos, y el correspondiendo con una sonrisa timida en tanto ella se acercaba a el, diciendole que luego de todo lo ocurrido debian hablar un poco mas, o minimo intercambiar numeros de telefono, Paolo accedio, mas por no causar una mala impresion, aunque, siendo mas honesto consigo mismo, aceptaba que era una chica linda, agradable y con una personalidad dulce, por primera vez en mucho tiempo decidio que seria buena idea que fueran amigos, y para que negarlo, ella le atraia. 

Rúa della mimoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora