Viaje a París.

Luego de aquella fuerte discusión con Donghae, HyukJae había quedado prácticamente destrozado. Las palabras del menor retumbando en su mente. Era como si su cabeza estuviera hueca y el sonido de las palabras rebotara una y otra vez en el espacio, haciendo eco y calando hondo en su pecho. Era cierto, era una persona extraña, pero de ahí ¿a decir que no lo amaba? Era cierto también que estaba distante, pero últimamente no se sentía bien. ¿Realmente el menor creía todo eso de él? ¿Era un egoísta, tacaño, superficial y desconfiado?

Bajó al piso donde vivía y se encerró en su habitación. Las lágrimas cayendo a pesar que había hecho lo imposible por contenerlas. Caían lentamente por su rostro haciendo tangible el dolor. Le dolía todo, las palabras, los gritos, las lágrimas de su “amigo”. Odiaba hacerle daño y eso era exactamente lo que estaba haciendo. Lo estaba hiriendo, todo por su estúpida forma de ser.

Pasó un par de horas dejando que el llanto fluyera libre y sin parar por su rostro, algunos rastros cayendo por su cuello. Regocijándose en el hecho de que el dolor sería peor cuando el menor se hubiese ido a China por sus actividades con Super Junior-M. No quería que Donghae se fuera y aquello agravaba su extraño humor con el que solamente hacía sufrir a su amigo. No quería estar tan cerca de él para luego alejarse por quién sabe cuanto.  Era mejor hacer el distanciamiento paulatino cosa que cuando se fuera doliera menos. Pero aquella distancia que ponía entre ellos simplemente hería mucho al menor y le dolía más el dolor del otro que el suyo propio. De pronto una idea vino a su mente. Era una idea que no sabía si sería capaz de aguantar, pero prefería ello a que Donghae siguiera sufriendo de aquella forma.

Veinte minutos  más tarde tenía una pequeña maleta preparada. Había recordando que tenía una semana de vacaciones que no había pedido y decidió que aquel era el momento perfecto. Así no tendría que ser testigo del cambio más permanente de Donghae a China, y así no seguiría haciéndole daño. Era lo mejor, irse una semana lejos, aclarar su mente, dejar libre al menor y que así fuera feliz con alguien que lo tratara como realmente se merecía.

Su destino: París. Siempre le había llamado la atención aquella glamorosa ciudad de Europa. El mundo de la moda, la ciudad de las luces, el lujo y el arte. Había llamado a su manager y éste, considerando su agenda, le dio pase libre. Había pedido explícitamente que no lo acompañaran los guardias, quería pasar como un ciudadano más. Un simple mortal que iba como turista a aquella ciudad, no quería sentirse presionado ni sentirse como idol custodiado por aquellos seudo-matones. De esa forma podría disfrutar de la ciudad, quería sentirse como una persona común y corriente. Como Lee HyukJae, no como Eunhyuk. Ser simplemente HyukJae, alguien de carne y hueso, que sentía, quería y sufría, ciertamente que sí.

En el avión que lo llevaría a aquel incierto destino, recreó la conversación que tuvo el día anterior con Donghae.

- » Hae-shii… -comenzó- yo… bueno, supongo que sabes que me iré de viaje mañana, ¿No?
- Sí –respondió secamente- LeeTeuk hyung me dijo… ¿No te quedarás a despedirme? –sonó más a afirmación que a pregunta. Sus ojos llorosos.
- Yo… no, lo lamento, pero no puedo. Además, creo que es mejor que no esté. Mañana parto, pero sabes que te deseo lo mejor y… suerte
- Hyuk, ¿Qué pasará con nosotros? –preguntó ansioso-.
- Hae… es… mejor terminar, yo no estoy bien en estos momentos y tú te vas a China, no creo que como están las cosas logremos superar los problemas como la última vez…  -los ojos le brillaban por las lágrimas que trataba de contener.
- Pero Hyukkie… n-no… -pero vio la resolución en sus ojos y cerrando los propios simplemente asintió. La relación estaba lo suficientemente destruida como para entenderlo- Nos vemos cuando vuelva y para los conciertos, cuídate. –le dio un abrazo corto y poco afectuoso, dando la vuelta. «

“Ya no sirve de nada llorar, lo hecho, hecho está… Es por su bien, yo sabré como afrontar lo que se venga”.

Se colocó los audífonos y cerró los ojos, tratando de dormir y así calmar un poco su ánimo. El viaje era largo y sería suficiente para anestesiar un poco la herida en su pecho. Mientras menos vueltas le daba al asunto era mejor…