110.-CAZADORES DE SOMBRAS (ALEC LIGHTWOOD)

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Pedido: daniela6ximena
Palabras: Dolor, mentiras, beso y magia.
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Willa vivía en el Instituto de Nueva York, pero se pasaba la mayoría del tiempo fuera de él en las misiones que le mandaban sus jefes. Unas veces era visitar otros institutos, otras acabar con amenazas del mundo de las sombras.

—Salgamos de fiesta y matemos unos cuantos demonios —sugirió Isabelle entrando en el salón.

En él se encontraban su parabatai, Willa, y Jace. Alec estaría en la armería dándole brillo a su preciado arco. Los dos aceptaron casi al instante, no habían tenido ninguna misión en toda la semana y necesitaban algo de acción.

—Guay. Iré a cambiarme —les dijo el rubio saliendo de la habitación.

—Tu hermano querrá venir —supuso Willa.

—Estoy segura. ¿Porqué no vas a avisarle?

—¿Porqué no se lo dices tú? Yo tengo que prepararme —contradijo ella siguiendo a Jace.

Isabelle sonrió cuando se quedó sola. Desde que la chica había regresado de su último viaje, ella y su hermano se comportaban muy raro en presencia del otro. La Lightwood sabía perfectamente lo que ocurría. Conocía a Alec y conocía a su parabatai.

—¿Quién está listo para irse de caza? —exclamó emocionada la chica entrando a la armería, donde le esperaban el resto.

Isabelle se acercó a su amiga.

—Will, vas demasiado sexy. Los demonios no dejarán de mirarte y matarlos no será tan divertido —aseguró con burla.

La chica Chase se había puesto unos pantalones ajustados de cuero, unas botas militares y una blusa con un escote más provocativo de lo que solía usar, todo de color negro. Llevaba los labios pintados de rojo mate y los ojos delineados de forma felina, acentuando su color claro como la miel con reflejos verdes.

—Tú no te quedas atrás, Belle —aseguró observando con picardía a su parabatai.

Isabelle era más de usar vestidos, y el que llevaba ahora era rojo y le marcaba todas y cada una de las curvas de su figura.

—Estáis muy guapas. Aunque yo lo estoy más. ¿Podemos irnos ya? —Inquirió Jace.

Ambas se echaron a reír por las flores que se había echado el rubio a sí mismo. Willa se acercó a la pared donde guardaba sus armas y extrajo cuatro dagas que escondía en las botas y un par más que ocultó en el cinturón. Al darse la vuelta, se encontró de cara con Alec. El chico se acercaba a la misma pared para coger recambios de flechas. Sin decir ninguna palabra, se escabulló a una velocidad sobrenatural y se unió a Izzy y a Jace en la puerta. El arquero, al ver como la chica le evitaba, sujetó con fuerza su arma y respiró un par de veces para calmarse.

Salieron del instituto para dirigirse a Pandemonium, donde la mayoría de demonios se juntaban al anochecer para buscar víctimas.

—Voy a adelantarme para reconocer el terreno —avisó la castaña.

Y antes de que alguno de sus compañeros de caza pudieran detenerla, se acercó a la puerta. Aún era temprano y no había mucha gente, por lo que no le costó mucho tiempo entrar. Una vez dentro, se dirigió a las escaleras para escanear mejor el lugar en busca de los seres que querían cazar.

—Señorita, ¿Tiene reservado? —le preguntó un hombre bastante grande, ella se giró a mirarle.

—Estoy buscando a unos amigos —explicó usando su encanto.

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