Prefacio

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Prefacio

Las vacaciones estaban por llegar a su fin y Elliot no tenía mucho que hacer en realidad, su verano había consistido en salir con su familia casi obligatoriamente a donde sus padres quisieran, no era que fuese un antisocial, de hecho disfrutaba de pasar tiempo al aire libre y conocer gente, pero lo que en verdad le habría gustado hacer durante su tiempo libre era pasar el rato con su mejor amigo, Taylor. Aunque el chico tenía que trabajar para ayudar a su madre con los gastos de la casa, por lo que aun así no lo habría visto mucho incluso si hubiese permanecido todo el verano en su casa, realmente era un asco que sus familias fueran tan diferentes.

—¡Elliot, baja a cenar! — pudo escuchar como la voz de su madre ascendía todo el camino hasta su cuarto, esa mujer realmente tenía una voz muy fuerte.

Con un suspiro se levantó de su cama y dejó a un lado su celular, con el que había estado jugando a la vez que esperaba que él le llamara, o le enviara un mensaje, realmente cualquier cosa estaba bien llegado a este punto. Bajó las escaleras de dos en dos y pasó por el baño para lavarse las manos, una vez listo fue al comedor a reunirse con su familia, su padre y su hermano ponían la mesa mientras que su madre llevaba la comida de la cocina al comedor. Una vez estuvo todo listo se sentaron a comer.

—¿Y bien? ¿Cuáles son los planes para esta semana?— preguntó Elliot, preparándose para una posible ida al museo o a un día de campo, o algo así. Mas sin embargo la respuesta no fue la que esperaba.

—Oh, esta semana no tenemos planes, ya que las clases empiezan la próxima semana por lo que dejamos ésta libre para realizar los preparativos necesarios.— contestó su madre con su típico tono alegre. Era poco decir que el rostro de Elliot se había iluminado, finalmente tendría la oportunidad que quería.

—En ese caso no importa si invito a Taylor a quedarse ¿cierto?— preguntó sin pensarlo mucho.

—Supongo que no, pero eso tendrá que esperar hasta después de la cena.— sentenció su padre y con eso finalmente se dedicaron a cenar mientras compartían algún que otro comentario acerca de lo que habían hecho durante el verano.

En cuanto terminaron de cenar, Elliot ayudó a su madre a recoger la mesa dado que se había logrado escabullir de ponerla, de fregar se encargaría su hermano. Subió las escaleras rápidamente, lleno de emoción, irradiando alegría e impaciente por llamar a su amigo para invitarlo a su casa. Taylor era su mejor amigo, su amigo más cercano, a quien más quería y apreciaba tanto amistosamente como de una manera amorosa. Pero por diversas razones, además del hecho que ambos eran hombres, no se atrevía a confesar sus verdaderos sentimientos hacia su amigo. El tan sólo imaginar unas palabras despreciativas salir de su boca, o una mirada despectiva de su parte, sería el fin del mundo para Elliot.

Abrió la puerta de súbito, corriendo hasta llegar a la altura de la mesilla para coger su teléfono móvil y marcar los dígitos de su mejor amigo, aquellos números que había marcado reiteradas veces y que se sabía al pie de la letra, antes de descolgar. Cada pitido que provenía de la línea, iba colmando la paciencia de Elliot, dado que moría por dar las nuevas a Taylor. Afortunadamente, al cuarto tono, se escuchó la línea descolgar y el barítono de Taylor invadió los oídos de Elliot.

— ¿Elliot? — Preguntó el chico con una voz tranquila.

— ¿Llamo en mal momento? — Se preocupó Elliot al haber llamado tan repentinamente, quizás interrumpiendo algo de relevancia.

La gruesa y sonora risa resonó a través del teléfono, tranquilizando a Elliot.

— Sabes que siempre tengo tiempo para ti, Elliot. — Respondió provocando un leve latido en Elliot. — Y dime Ellie, ¿Pasa algo?

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2015 ⏰

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