Capítulo 1 : Bienvenido compañero.

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"¿Sabías qué eres un ángel que se olvidó como volar?"

- ¡Más fuerte!- Gritó el chico debajo de mi cuyo nombre no recordaba ni me importaba recordar. La cama se movía bruscamente chocando contra la pared y su ano se sentía increíblemente bien, se sentía un poco abierto pero nada que no me diera placer. Arañaba mi espalda mientras frotaba descaradamente su pene contra mi vientre, hasta que en un gemido  se corrió manchándose a sí mismo, un par de embestidas más y yo me vine sobre el condón mordiendo su hombro ante la tremenda descarga de energía.

- Estuviste genial Tobías...- Besó mi cuello en cuanto me tiré a su lado, sentía su respiración agitada y llena de euforia.- Como siempre.

- No me llames Tobías...- Le sonreí mordiendo su labio como un pequeño castigo.

- Lo siento, Toby...- Susurró acariciando mi vientre para una segunda ronda en la noche, pero su aroma y calor ya me había aburrido, no necesité decirle nada más para comenzar a ponerme mi camisa nuevamente. Yo lo veía como a su vez él observaba, como me miraba de arriba abajo relamiéndose con discreción los labios.- Llámame cuando tengas hambre... cariño.- Comentó nuevamente en cuanto salí de su habitación dirigiéndome fuera del edificio.

La escuela se sentía a menudo más fría de lo común, todo parecía un poco más gris de lo que ya era y por alguna razón todo se veía más vacío de lo que parecía. Pero sé que no era como yo lo veía en realidad, era obra de mi mente que me quería hacerme sentir que todo estaba más opaco y menos vivo sin él.

Simplemente no podía asimilar que él se hubiera ido. Mi propio corazón se comprimía rogando por su regreso.

- Ay, Cez- susurré con calma mientras veía mis botas partir en dos las hojas ante mi propio paso seco y monótono.

Le conocí en la gran universidad en la que estudiaba era algo así como un "Campus", una de sus grandes características era su inmensidad junto con el hecho de que tenía edificaciones especializadas en ser dormitorios para que los alumnos no tuvieran porqué rentar una casa fuera de las instalaciones; con esa pequeña particularidad comenzó mi horrorosa tragedia.

Al llegar a mi habitación, estaba justo como la había dejado: sola. Solamente paredes y pequeños muebles que crujían por la humedad que se comenzaba a colar.

Hace tiempo ésta habitación no estaba así, no estaba así de sola. Estaba llena de risas por las mañanas, de pleitos por las tardes y de romance por la noche.

Ahora solo vivía en mis memorias.

-¡Toby, abre la puta puerta!- Ni mi silencio podía mantener en la habitación.

-¿¡Qué?!- Abrí la puerta mirando a Damián, el portero de mi edificio, él era así como: el tipo que recibía, cuidaba y dirigía a todos los alumnos de un solo edificio para evitar problemas; a él le tocaba soportarme a mí. Nos llevábamos bien, y conocía toda mi historia. Un gran amigo además de un ruidoso.

-"Hola Damián, buenas tardes, gracias por venirme a visitarme en mi soledad".- Empezó a citar mirándome directamente con una muy mala imitación de mi voz.

-Jodete, ¿qué quieres?

- Mira: Hoy llega un nuevo alumno a la escuela.- Comenzó sin rodeos mirando su reloj deportivo.- Bueno, debería estar llegando ya, le toca en éste edificio y YO tengo que ir por él...

-¿Y?

-¡Tengo a una hermosa chica esperándome en mi habitación!- Gritó eufórico señalando los pasillos, todo el gritaba que era un completo degenerado y desobligado.

Enséñame a amar (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora