CAPÍTULO 12.
Las horas pasaban lentas, demasiado. Observó a través de la pequeña ventana como la noche daba paso al nuevo día. Un día totalmente diferente para ella. A pesar de que ni una sola nube atravesaba el cielo era como si faltase luz, color… El cielo estaba opaco, el mar ya no era brillante, sino oscuro. Ni siquiera sabía hacia donde se dirigían, pero en un determinado momento Tessel entró con algo de prisa en la habitación.
—Vamos —pronunció cogiéndola del brazo.
Candy ni se quejó. Prácticamente no tenía fuerzas, ya no solo porque no le habían dado ni alimentos ni agua, sino por sentimiento de pena y perdida que la embargaba. Jamás había sentido algo así. La condujo a través del pasillo y cuando salió a cubierta se quedó impresionada al ver la playa ante ella.
—¿Es Nassau? —preguntó. Tessel ni se dignó a contestar. Se limitó a seguir tirando de ella hacia un barco que había justo en frente.
No sabía hacia dónde la llevaban, ni quién habría en ese barco. Ya nada le importaba, absolutamente nada. Seguramente, en su época ya la habrían dado por muerta. Nada más lejos de la realidad, ella se sentía así en esos momentos, como si hubiesen cogido su corazón y lo hubiesen troceado en mil pedazos. Tessel la condujo al interior de ese nuevo barco. ¿Qué iban a hacer con ella? ¿Iban a venderla? ¿La matarían? No fue consciente de dónde se encontraba hasta que reconoció aquella puerta.
El corazón le dio un vuelco y una lágrima comenzó a resbalar su mejilla cuando la puerta se abrió y reconoció a Bastian. Se encontraba al otro lado del camarote, con una copa de vino en la mano. Tessel la soltó y al momento sus miradas se encontraron.
—¿Bastian? —preguntó al borde del llanto. Bastian también se emocionó, pues sus ojos estaban vidriosos. Dejó la copa de vino sobre la mesa y corrió hacia ella, abrazándola.
—Estas vivo… —gimió contra su pecho—. Estás bien. Notó como la mano de él acariciaba sus cabellos.
—Sí, Candy, estoy bien —susurró contra su oído aún abrazándola—. ¿Y tú? ¿Cómo estás? Ella se separó un poco de él, aún maravillada por verle mientras se secaba una lágrima.
—Estoy bien.
—Tenía tanto miedo de no volver a verte —volvió a abrazarla contra él—. Pensaba que podrían haberte hecho daño.
—No —gimió ella—. No me hicieron daño.
—Te he echado tanto de menos —susurró contra su oído. Una tos intencionada hizo que ambos se girasen.
Candy se colocó instintivamente detrás de Bastian, asustada, pues había olvidado totalmente que aquel bárbaro pirata se encontraba allí.
—Bien —sonrió Tessel—. Ya la tiene. Ahora… deme lo que me prometió.
Candy se quedó totalmente paralizada. ¿Ya la tiene? ¿Deme lo que me prometió? ¿Qué significaba aquello? Toda la sangre de su cuerpo se heló. ¿Él era el causante de que ella estuviese allí? Bastian se separó levemente y abrió uno de los cajones extrayendo unos documentos. Los observó y afirmó con su rostro como si estuviese de acuerdo con lo que estaba escrito en ellos.
—Aquí los tiene. Un trato es un trato —pronunció ofreciéndoselos.
Tessel se los quitó de mala gana, como si tanta educación le desquiciase, y los observó. Una sonrisa inundó su rostro. Sí, una patente de corso que le autorizaba a saquear todos los barcos ingleses que quisiera, una patente que le hacía legal para estar en esas aguas.

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UN OCÉANO PARA AMARTE
Genel KurguCandy es una joven feliz y dichoso, Tiene un futuro prometedor y esta apunto de terminar su master en historia de los siglos XVII. Candy y el profesor y amigo William, se ven atrapados en una tormenta, que arrastra a Candy a una increíble y...