Capítulo veintitrés

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Capítulos finales

Las noches en Filikótita son tan hermosas que me quitan cualquier rastro de sueño. Podría pasar todas mis noches despierta solo por admirar el precioso cielo estrellado que hay aquí. Todas las constelaciones se aprecian con claridad e inclusive siento como si pudiera tocarlas con los dedos. La luna, puedo verla, y es curioso. Nosotras somos la luna, pero sin embargo ese satélite natural sigue ahí. ¿Me estoy viendo a mí misma entonces?

Me río y rompo con el silencio que llena la habitación.

- Mierda, luces hermosa... - me doy la vuelta y me encuentro con Clío, quién me mira con admiración.

- ¿Gracias?

- ¿A caso no te miras, Temis? Se están iluminando la una a la otra. – bajo mi vista a mis manos, de nuevo emana luz de mí y el rayo de luz se extiende hasta la luna – Sin duda, el haber llegado a casa ha sido algo positivo.

- ¿Lo ha sido? ¿De qué sirve que brille en la oscuridad cual pulsera fluorescente si no sé utilizar mi poder todavía? No vamos a derrotar a Ares solo con brillitos, Clío.

- Omitiré eso de la pulsera fluorescente para decir que debes relajarte. – pone mi ahora platinado cabello tras mi oreja – De hecho, ambas debemos relajarnos. Hemos estado demasiado tensas desde...

- Desde que supe que moriré pronto, sí. No es fácil asimilar eso después de empezar a creer que era inmortal. – me quejo.

- Lo serás, pero no debes preocuparte por ello, Temis. Estoy segura de que esos brotes de necedad en ti terminarán con esa costumbre que tienen las lunas.

- Probablemente. – me cruzo de brazos - ¿Qué te hizo venir a buscarme tan tarde?

- No podía dormir, así que se me ocurrió venir a buscarte para tener un poco de diversión. – sonríe y derrite mi capa de hielo.

- ¿Diversión? ¿Qué clase de diversión?

- Lo sabrás si vienes. – entrelaza nuestras manos - ¿Vendrás?

- De acuerdo.

- ¡Sí! – exclama – Vamos, vamos. – tira de mi mano y comenzamos a correr.

No tardamos demasiado en salir del edificio. Atravesamos el pequeño puente del río que corre por el frente de la construcción sin hacer mucho ruido. Después de un rato corriendo llegamos a la costa, la arena nos recibe y la vista me enamora. El mar reflejando la luna y las estrellas, con todo en calma y Clío acompañándome.

- ¿Qué estás haciendo? – me alarmo cuando la veo deshacerse del tirante de su vestido.

- No voy a entrar con este precioso vestido, Temis. Por eso me he preparado con ese bonito traje de baño que encontré en el centro comercial hace unas semanas. – su vestido cae y me cubro el rostro con las manos.

- ¿No pudiste avisarme?

- Nah, no habría sido divertido.

- Yo no estaba pensando en este tipo de diversión, Clío. – me cruzo de brazos.

- Yo sí. Te espero adentro.

Me regala una última sonrisa y corre hacia el agua. Me obligo a no mirarla y me quito mi vestido antes de pensar de más porqué realmente quiero nadar.

- ¡Rápido! ¡El agua está perfecta! – grita desde unos metros al interior.

Cuando la primera corriente de agua moja mis pies pego un grito acompañado de un salto.

𝑇ℎ𝑒 𝑀𝑜𝑜𝑛'𝑠 𝐷𝑎𝑢𝑔ℎ𝑡𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora