Makis sentía que la vida le estaba sonriendo al tener a Juliana a su lado, era como tener un verdadero sueño. Ella era una encantadora morena, una chica que parecía sacar lo mejor de sí misma, la que había empujado su timidez hasta lo más profundo de su ser, liberando una chica libre, sin miedo a los prejuicios.
No podía ocultar la felicidad que me provocaba, tampoco podía ocultar esa increíble ansiedad que le provocaba la mera idea de, en algún momento, perderla. Definitivamente era algo que estaba latente, no por nada, Juliana y Natalia siempre habían sido catalogadas por esa extrema belleza y esa personalidad encantadora, por algo eran catalogadas como las más deseadas de la universidad, y si, de la ciudad.
Olga y ella eran algo diferente, ellas eran una especie de cero a la izquierda en el mundo, donde nadie las registraba, y hasta cierto punto era mejor así. Ellas nunca habían vivido esa sensación de ser el centro de atención, tampoco habían sido protagonista de piropos, mucho menos de regalos y de atenciones que podían enamorar a cualquiera.
—Mi amor. — Se escuchó a las lejanías, sacando a Makis de ese extraño estado letárgico. — Mi amor, te tengo noticias.
La pequeña movió la cabeza con urgencia, intentando despejar todas sus preocupaciones para poner total atención a su novia. Al verla de frente con la carita llena de emoción, algo se movió en su interior. ¿Era posible volverse boba solo por ver a alguien sonreír?
—¿Dime bonita? — Preguntó retribuyendo la sonrisa que tanto descansaba. — Ho...hola. — Saludó al recordar su mala educación de no haberlo hecho antes.
Juliana sonrió a solo centímetros de su cara. — Eres tan linda sonrojada. — Suspiró antes de tomar con delicadeza su rostro y darle un sonoro beso en los labios. — Hola preciosa, como te iba diciendo, te tengo noticias.
Makis pareció encogerse contra su propio cuello, intentando encontrar en algún momento ese alivio de el sonrojo doloroso que estaba abordando sus mejillas. Ella había dejado de lado gran parte de su timidez, pero aún le era imposible poder controlar en su totalidad el sonrojo y esa estúpida necesidad de esconderse cada vez que ella la besaba con tanta naturalidad frente a todo el mundo.
—¿Q...q...qué noticia? — Preguntó a duras penas sin apartar la vista de sus manos.
Juliana no pudo evitarlo, y es que verla sonrojada era algo que de verdad podía más que su propia conciencia de que la chica se moría de vergüenza cuando recalcaban su sonrojo. Sabía también que eso no significaba que se avergonzara de ella, sino que era por la mera personalidad tímida y por el bajo perfil al que la pequeña estaba acostumbrada.
—Dímelo sin tartamudear. — Pidió tomándola de la cintura para arrastrarla con cuidado hacia ella misma, dejando la espalda de Makis completamente pegada a su pecho. — Por favor, solo quiero escuchar una vez.
Makis tomó una fuerte bocanada de aire. — ¿Qué noticia? — Preguntó de manera fluida y baja. — Amor. — Terminó con la vista perdida en las manos que se entrelazaban frente a su vientre.
—Que linda. — Sonrió recargando con suavidad su mentón sobre el hombro de la pequeña. — Mira. — Lanzó con entusiasmo al extender frente a sus ojos un pulcro sobre de un dorado pastel.
—¿Qué es eso?
Makis tenía curiosidad, sin embargo, no se atrevió a ser tan osada como para indagar con respecto a ese sobre que se burlaba de su mórbida curiosidad casi insana.
—Ábrelo, por favor. — Imploró Juliana acomodándolo entre con ternura entre los dedos de la pequeña.
La pelinegra, ya un poco más aliviada porque su curiosidad era avalada por su novia. Con cuidado de no romper el precioso sobre, ella lo abrió encontrándose con una opalina diseñada y grabada con unas preciosas letras negro fuerte y ligeramente cursiva.
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Una Botella de Amor - (Ventino) [Julkis] [Nalga]
RomantikUna noche de tragos y de atrevimientos puede causar estragos, sobretodo cuando dos mundos completamente diferentes chocan.