Capítulo 2

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Adam

Había pasado una semana desde mi ruptura con Rachel, semana en la que debo decir, estuve buscándola e intentando hablar con ella, rogando porque me dejara estar cerca. Durante nuestra relación, Rachel en variadas ocasiones tuvo lapsos en los que se ponía bastante grave, le pedí que se hiciera los estudios pertinentes para descartar enfermedades riesgosas.

Por lo que supe en mi interminable meta de "acosarla", me enteré, gracias a su hermano que tenía una extraña enfermedad de la cual no recuerdo el nombre, y que solo podía tratarse en Japón. Tenía que convencerla de dejarme ser participe en su vida, y yo para eso estaba, para apoyarla y cuidarla todos los días de mi vida; Rachel estaba actuando de la manera más egoísta, no tenía ningún derecho a alejarme y decidir por mí, yo quería estar con ella, pero desafortunadamente asi era, demasiado terca y testaruda.

-Te lo digo enserio Adam, no tiene caso que sigas insistiendo, ella ya decidió, no te quiere cerca y debes dejarla, cuando esté lista y mejor, estoy seguro que te buscará, si la amas, esperaras por ella, además hace dos días que se fue-dijo Arturo, el hermano mayor de Rachel.

El escuchar eso, me hizo añicos el corazón, se había ido sin siquiera despedirse. Me aleje de su casa e hice lo que me pidió su hermano, respetar su decisión, no tenía otra opción, ella bloqueo toda comunicación conmigo. La dejaré por ahora, porque estoy seguro que cuando todo esto pase, estaremos juntos para toda la vida.

***

Mi vida se estaría yendo al caño, de no ser por Max, mi mejor amigo de toda la vida, además de ser mi mano derecha y principal inversionista del corporativo. Él, junto a su familia eran parte fundamental de mi vida, habían estado conmigo cuando mis padres fallecieron, y lo estaban ahora. Antonella y Max se estaban haciendo cargo del corporativo mientras yo atravesaba por mi mal de amores.

Me encontraba como un adolescente iluso, sufriendo por amor, cuando debía de estar enfocándome en las empresas de mi legado. La realidad es que aunque quisiera poner mi atención en otra cosa, no podía, pues Rachel hasta hace unos días era mi principal motor para seguir adelante y ahora no le encontraba sentido a mi vida.

Era un jueves, ese día como muchos otros, me dedique a visitar todos y cada uno de los lugares que frecuentaba con Rachel, era la única manera que encontraba para sentirme un poco mejor. Caminaba por el inmenso y frondoso parque al que acostumbrábamos ir por las noches.

Estaba recordando todos y cada uno de los momentos con Rachel haciendo más miserable mi existencia, y como para hacer más triste mi momento, el cielo se apiado de mis lágrimas y tal cual se lo hubiera implorado al dios Tláloc, comenzó a llover.

Había personas corriendo, tratando de ocultarse de las pequeñas pero insistentes gotas que humedecían rápidamente la ropa. Seguí caminando mientras permitía que el agua se llevara todos mis pesares. Estaba tan inmerso en mi tristeza que no me percate del accidente en el que me vería involucrado.

-¡CUIDADO!-escuche una voz femenina que gritaba en repetidas ocasiones. Levanté la mirada y decidí ignorar mis pies para saber de qué se trataba, cuando el toldo de un paraguas bastante viejo, remendado y de varios colores, se dirigía directo a mí.

El toldo me golpeó en la cabeza, ¿cómo era posible si ni aire hacia? Me encontraba tirado en el pavimento un poco aturdido por el golpe, pequeñas gotas caían en mi rostro dándome a saber que estaba consiente.

-¿Eres estúpido o qué? ¿No oíste cuando grite cuidado? No detuviste el toldo de mi paraguas-la chica que había gritado minutos antes de ser golpeado, ahora me repetía molesta que por mi culpa su paraguas había huido, en verdad ella había dicho eso.

UN ACCIDENTE AFORTUNADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora