Esa tarde ellos vivieron algo que jamás imaginaron, algo completamente fuera de sus creencias, algo que les haría pasar más de una noche de desvelo. Un suceso magnífico, una situación que hay que ver, para creer. Pero me estoy adelantando, mejor comencemos por el principio de la historia.
Muy temprano en la mañana Lila se arregló como toda una deportista profesional, preparó un bolso pequeño con lo necesario para realizar su excursión por Monserrate. Ella y sus amigos habían planeado encontrarse al pie del sendero de la montaña para subirla caminando.
Por alguna razón, sus ánimos estaban al máximo y no podía esperar para subir la cuesta, aunque en una parte muy profunda de su cabeza algo le inquietaba, como un presentimiento emocionante y atemorizante al mismo tiempo.
El camino a la entrada del sendero fue muy tranquilo; desayunó empanadas en una tiendita a mitad de camino en la que se detuvo y decidió comprarles unas a sus amigos, ya que sabía que estos no habrían desayunado bien, como siempre. Y al llegar, se encontró con ellos, viendo que traían unas caras largas.
- ¡Pero qué caras llevan, chicos! Ni que fueran las seis de la mañana. – Dijo Lila con una sonrisa de oreja a oreja.
A los chicos les impresionó que Lila estuviera tan vigorosa, pues es la más vaga de todos en cuanto a los deportes se trata. Sin embargo, la energía de Lila no hizo más que animarles un poco a todos.
- Sí, pero sabes mejor que nadie que los fines de semana nos encanta dormir. – Sonrió Sara, su amiga de la infancia, mientras que Tomás y Sebas coincidían con ella. Ellos eran sus amigos desde el bachillerato.
-Bueno, pero les tocó hacer algo productivo hoy. ¡Vamos! – se entusiasmó aún más Lila y los demás sonrieron algo cansados.
Comenzaron muy energéticos subiéndola, pero a medida de que pasaban los minutos ellos bajaron considerablemente sus ánimos, así que decidieron parar unos momentos para recargar sus energías y disfrutar de la vista.
Sara se alejó un poco del grupo para poder tomarse una selfie que mostrara a la ciudad de Bogotá atrás de ella; mientras tanto Lila, Tomás y Sebas se quedaron hablando de una serie que acababa de estrenarse en Netflix. Pero Sebas se dio cuenta de que habían pasado ya algunos minutos y Sara no volvía, así que decidió ir a buscarla.
- Chicos, ya no está donde estaba antes, iré a buscarla. – se ofreció caballerosamente, pero pronto se escuchó una risa.
Todos se quedaron congelados, se suponía que estaban en medio de la montaña alejados un poco del sendero principal, por donde pasaban todos. Pero no les sorprendió que fuera porque estaban solos, sino porque la risa era algo extraña, como la de un niño con la intensidad de un adulto, grave y tierna.
Todos buscaron al niño con la mirada por todos lados, pero no lo encontraron. Un silencio sepulcral se instaló en el ambiente y ninguno quería romperlo. Esto se estaba tornando en algo raro.
- Chicos. – Una voz sobresaltó al grupo y estos vieron rápidamente a la dueña: Sara. Esta los miraba con confusión. - ¿Qué pasa? Parece que vieron a un fantasma.
Sara no pudo evitar soltar una risa nerviosa mientras los miraba con expectación, esperando una respuesta divertida.
- ¿Dónde estabas? – Inquirió Sebas antes que ninguno otro. Lila había empezado a notar que él siempre se preocupaba por Sara más de lo necesario.
- Los estaba llamando desde ahí. – Apuntó hacia un lugar no muy lejos de donde ellos se encontraban, algo que se les hizo muy curioso ya que ninguno se dio cuenta de que ella se encontraba ahí. – Quería que nos tomáramos una foto, pero por más que les gritaba parecía que no me oían, ¿ya están sus oídos tapados? – Bromeó un poco quitando la tensión en el ambiente, aunque solo para ella.
- ¿No has escuchado la risa? – Preguntó Tomás con el ceño fruncido. Era imposible que no la haya escuchado, era tan fuerte que hasta pájaros habían salido volando.
Sara los miró por un segundo y luego le echó una mirada alrededor. Pensó que esto se trataba de una broma así que solo les dedicó una sonrisa y les dijo que siguieran con la caminata.
Cuando volvieron al sendero principal, una idea se le cruzó por la aventurera cabeza de Tomás. Él conocía estos senderos como la palma de su mano así que para cortar camino sugirió meterse por un sendero que el mismo había recorrido meses antes.
A los chicos no les pareció la idea, pero al cabo de unos minutos Tomás acabó por convencerlos a todos.
- Bien, síganme y nada malo les pasará. – Expresó con una sonrisa sabionda y los guió por el nuevo sendero.
Después de unos veinte minutos, el silencio sepulcral volvió a reinar entre ellos, nadie se atrevía a decir ni "ah", y por alguna razón los latidos de Lila se aceleraron.
Lila sintió un escalofrío recorrer por su espina dorsal, esto hizo que bajara el ritmo de su andar hasta quedarse completamente quieta.
Tomás, quien era el último para poder estar pendiente de ayudarlos si tenían alguna dificultad con el sendero, ya que éste era muy estrecho, se detuvo detrás de Lila y se le quedó mirando. Él tampoco se atrevía a romper ese silencio tan intenso. Los demás, al dejar de escuchar las pisadas de los otros también se detuvieron y se voltearon.
Intentó tranquilizarse internamente mientras regulaba su respiración. Miró a los demás y negando la cabeza, como si no hubiera pasado nada, siguió con la caminata, y los demás se le unieron al segundo. Pero cuando no habían avanzado ni un metro desde donde estaban, la risa extraña volvió a retumbar entre los árboles. Pero esta vez se iba acercando más y más.
Todos voltearon hacia atrás y vieron a un niño cerca de los cinco años, gordito y con overol corriendo a toda velocidad hacia ellos, la risa provenía del pequeño, pasó ágilmente entre ellos casi sin problemas hasta que pisó mal y cayó por la orilla del sendero. No gritó ni lloró; todos se asustaron con su caída y se apresuraron a mirar por el borde del estrecho sendero. Todos buscaron con la mirada al pequeño, pero no encontraron nada.
Lila volvió la mirada hacia atrás buscando a la familia o al responsable del niño, pero por más minutos que pasaban nadie llegaba. El cuerpo del niño no aparecía y el silencio se sumergió en sus oídos, tan intenso que Sara pensaba que todos podían escuchar los latidos acelerados de su corazón.
- No es posible. Todos lo vimos, era un niño, se cayó y su familia no ha venido por él. – Comentó Tomás rompiendo el silencio. Miró su reloj, ya habían pasado cinco minutos y estaba preocupado. – Sebas, ¿me ayudas a bajar? Buscaré al pequeño.
- No creo que sea buena idea, no conoces el bosque, Tomás. – Musitó Sebas en voz baja, por alguna razón no podía alzar más la voz, estaba afligido por lo que sus ojos acababan de ver. No era mala persona, pero no se atrevería a ser culpable de un accidente, menos después de otro.
Cuando Sara vio la duda en los ojos de Sebas decidió ofrecerse para ayudar a Tomás, pero antes de siquiera hablar, una risa bastante conocida resonó de nuevo por todo el bosque.
- ¿Me buscaban? – Preguntó el pequeño con una voz bastante gruesa para ser de niño. Todos se dieron vuelta y se encontraron con el mismo niño, parecía como si nunca se hubiera caído. Antes de que ellos pudieran preguntarle cómo era que estaba consciente, e incluso vivo, el pequeño salió corriendo y desapareció tan rápido como el viento dejando a todos mudos y con incontables pensamientos que buscaban en silencio, una explicación.
FIN.
Hola, este es mi primer minicuento así que solo espero que les guste, tal vez tenga problemas de redacción o alguno que otro error ortográfico, pero realmente lo hice desde el corazón.
Principalmente, no iba a subir este cuento ya que lo había hecho para mi escuela, pero mis padres me obligaron y aquí estoy. Este cuento está basado en algo que les pasó a mis padres cuando eran jóvenes, claro que sin algunas cosas que yo le terminé agregando, pero primordialmente esta historia es de ellos no mía, así que por eso los mencionó aquí.
Esto está dedicado sobretodo para mi papá, quien no dejó de fastidiarme todos los días para que la subiera a Wattpad.
Un beso para todos ustedes, Daniela.
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Encuentro inesperado
Short StoryUn grupo de amigos decide ir de paseo por una montaña, pero ellos jamás esperaron encontrarse con aquel hombrecito. Todo para ellos fue un encuentro inesperado. Esta novela está basada en hechos reales, es completamente de mi propiedad y de la pers...