Capítulo único

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 Cuando Jiang Cheng finalmente abrió los ojos se sintió confundido y ligeramente descompuesto.


 Se levantó de súbito, mareándose en el proceso. Agarró su cabeza adolorida, desorientada, mientras lentamente caía en la cuenta de que se encontraba a los pies de un árbol de bambú, joven, flexible y altísimo, atrapado en un denso y oscuro bosque que no reconocía. Se sobresaltó. ¿No estaba, hace apenas instantes, atravesando las puertas dobles de madera del jardín trasero de la familia Wang? ¿Qué diablos había ocurrido de un jodido momento a otro?


 Sus sienes palpitaron a la vez que sintió a sus memorias regresar una a una, con exasperante pasividad. En sus últimos recuerdos sólo se vio internarse junto a Lan XiChen en ese mar de maleza descuidada para inspeccionar el lugar, alerta y absurdamente en tensión, a través de cientos de aquellos árboles extraños en pleno florecimiento.


 En la perturbante serenidad donde nada fuera de lo común se observaba, la piel se le erizó y se sintió inquieto.


 Las flores brillaban débilmente a la luz de la luna llena. Su porte era delicado y lucían excepcionalmente hermosas, aunque había algo siniestro e inquietante en ellas. Sencillas y abiertas en su totalidad, se balanceaban lento con la brisa y sus pétalos regordetes, como pequeños labios húmedos, tiernos y seductores, parecían estremecerse trémulos ante el toque suave y delicado del rocío nocturno. Las diminutas gotas le daban una apariencia cristalina sobre el blanco puro e inmaculado.


 Sin embargo, Jiang Cheng no fue consciente de las peculiaridades de su entorno. Era incapaz de apreciar la vista, porque el olor que provenía de ellas le causó severas nauseas.


 El aroma que desprendían era dulzón, del tipo empalagoso. Pegajoso, y asquerosamente penetrante. Lo envolvió, denso como la niebla, sofocándolo. Ansioso comprendió que no podría reaccionar a tiempo. Fue capturado por aquella perfumada bruma que lo sujetó y asfixió hasta dejarlo finalmente a oscuras.


 Una vez que asimiló toda la información, buscó a ZeWu-Jun por los alrededores del bosque de bambú, sin resultados.


 Estaba claro ahora. Se encontraba dentro de una ilusión.


 Sabía que era lo que debía hacer para dispersarla y Zidian centelleó ansioso en su mano a punto de transformarse bajo su comando, sin embargo, algo lo contuvo. Lo entumeció en su lugar. Sus sentidos, más alertas que nunca, se desestabilizaron haciendo que su sensatez tambaleara, seriamente afectada.


 La parte más tierna de su corazón se estremeció de dolor, como si su centro fuera atravesado por una fina aguja. Perdió el dominio de si mismo. Una fragancia familiar, que formaba parte de sus viejas y sensibles memorias, flotó vagamente hasta él, desconcertándolo momentáneamente.


"Shijie..." murmuró en un susurro quedo, casi lastimero.


 El aroma le recordó, en borrosas imágenes, el pasado. Al Embarcadero del Loto anterior a su completa destrucción. A su padre, el honorable Líder de Secta, Jiang FengMian con una sonrisa enorme, brillante de entusiasmo; a su madre, Yu ZiYuan, o mejor conocida como Madam Yu, siempre sobria, fría y severa con un inseparable y feroz Zidian relampagueante de excitación en sus manos; a su dulce hermana, Jiang YanLi de carácter suave y amable, exudante siempre de calidez y a un Wei WuXian joven, lleno de vitalidad, incontrolable y rebelde, que no se agotaba nunca de hacer idioteces y crear problemas.

El demonio del jardínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora