Capítulo 7: Impulsos

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La alarma comenzó a sonar con fuerza y abrí mis ojos de par en par. La emoción no se contenía dentro de mi pecho. Me sentía por primera vez verdaderamente llena desde que llegué a Nantes. De un salto salí de mis sábanas y me puse el conjunto que había elegido un día antes (Las ocasiones especiales lo ameritaban). Cepillé mis dientes, mi cabello y bajé a toda prisa de mi habitación para preparar la comida que llevaría a la universidad, o ese era el plan hasta que me percaté que no había ido de compras desde que llegué. Eso no apagó mi emoción, así que subí por mi mochila y vi la hora, aún faltaba mucho para que mi primer clase empezara, así que decidí ir con Doña Clarita para pedirle un poco de comida para llevar. En todo caso, por cuestiones del destino mi casa quedaba muy cerca de su establecimiento.

Llegué y saludé muy feliz, no tardó más de 10 minutos en prepararme lo que le pedí, pagué y me fui caminando a mi nueva universidad. Llegué mas o menos media hora antes de la cita esencial, así que decidí dar un paseo por los extravagantes pasillos cuando un rostro conocido me pareció encontrar frente a mi, no puede ser.

-¿Adeline? ¿Otra vez tú?

-No me mal entiendas, no te estoy siguiendo ni mucho menos, vine a preguntar acerca de un curso al que me inscribí.

-Un segundo... ¿Estudias aquí?

-Tomaré un curso para mejorar mi técnica, así que, al parecer la respuesta a tu pregunta es sí, ¿y tú?

-Yo estudio aquí... medicina, ¿recuerdas?

-Cierto, lo había olvidado, en fin debo irme, un gusto saludarte.

Adeline iba a comenzar a caminar; sin embargo, algo en mí me impulsó a jalarle. La tomé del brazo y la llevé a rastras a un baño.

-Amélie, qu'est-ce que tu fais?-Amelia, ¿qué haces?

Yo, no tenía la mente clara, así que la arrinconé contra una pared y me acerqué a ella mientras me observaba con una cara de espanto. La besé con intensidad, ella no respondió a aquel impulso mío.

Me le quité de encima y repitiendo sus propias palabras dije:

-Si quieres hablar, sabes donde encontrarme, adiós Adeline, lamento mucho haber herido tu orgullo.

¿Qué demonios acababa de hacer? No me tomé ni un solo segundo para pensar antes de actuar. ¿Besarla? ¿En un baño? ¿Sin su consentimiento? Me sentía como una estúpida, pero no iba a volver para pedir disculpas, no después de la manera en que ella me había tratado antes. Es decir... No lo justificaba en absoluto, solo que no había forma de que la mirara a la cara y le dijera algo nuevamente. Y por si no fuera poco, mis mejillas estaban rojas y ardiendo otra vez. Debía buscar otro baño para salpicarme de agua fría y volver a mi estado normal antes de entrar a clases. Después de eso no la volví a ver en todo el día, lo cual me alegró en el fondo. Yo no quería hacer lo que hice, fue tan solo un impulso, pero estaba liada y lo necesitaba de cierto modo.

En fin, el día pasó bien y cómodo, conocí mis clases y mi francés fue bastante bueno. El tiempo se me pasó como agua y antes de darme cuenta ya estaba saliendo de mi primer día en la universidad. Fue hermoso sin importar el incidente de la mañana; sin embargo, no estaba segura de que hubiese tenido relevancia en realidad. No encontré ninguna llamada, mensaje o signo de Adeline, por lo tanto llegué a pensar que no era algo que le hubiese causado impacto más lejano del que vi en el baño. ¿Para qué me molestaba? Ella ya había dejado muy en claro que lo que pasó entre nosotras no era más que un error que terminaría por arruinar su vida y yo no estaba para que me quisieran cuando quisieran. Ya encontraría a alguien mejor, es más, tal vez era momento de pausar las relaciones y enfocarme a mí misma. Ultimadamente todo me salía mal... No estaba hecha para el amor y tampoco creía merecerlo. Dejando eso de un lado, decidí terminar mi día llamando a casa. Hacía mucho que no me comunicaba con mi madre. El teléfono sonó una, dos, tres veces y alguien contestó por fin del otro lado.

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