Prólogo?

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Se sentó en el suelo de su habitación mientras recordaba todo lo vivido con los ojos humedecidos por las terribles ganas de llorar. Estaba cansada de repetir la misma acción todo los días.

Luego de destruir a A.L.I.E. y salvar a Roan, le había entregado la Llama, en donde según Titus, se encontraba el espíritu de a quien tanto amó. Todo para que su pueblo volviera a Arkadia y esté a salvo por un tiempo.

Eso y más le había impedido poder romperse a llorar y culparse, pero al llegar, hace un par de días, a donde alguna vez fue su hogar y al que ahora ya no consideraba como tal, era lo único que hacía.

Con su mirada cristalina y perdida en sus recuerdos, levantó ese objeto que guardaba en uno de los cajones. Con el fin de terminar con todo, la dispuso sobre su sien. Dejando escapar por fin una de las tantas lágrimas que vinieron a continuación. Era irónico, pensó. El mismo tipo de arma que le arrebató lo que más quería ahora simplemente era su forma de escapar del constante sufrimiento. Solo un pequeño movimiento de su dedo y ese dolor que sentía tras su perdida se acabaría. Suspiró. Estaba lista.

Unos golpes fuertes y constantes más una voz que gritaba su nombre, interrumpieron el momento.

-Clarke, abre! Sé que estás ahí.

La insistencia en la voz de Murphy hizo que dejara sus pensamientos para volver a su realidad y que parara con lo que estaba por hacer. Guardó el arma en su lugar y secó sus lagrimas como pudo.

Se dirigió a la metálica puerta que poseía su cuarto, y la mayoría de habitaciones en Arkadia, detrás de la cual se encontraba su amigo.

-¿Qué quieres?-. Preguntó Clarke no pretendiendo ser fría pero siéndolo al fin y al cabo, al abrir la puerta y confirmar con sus ojos quien se encontraba detrás de esta.

-¿Estabas ocupada?-. Le devolvió una pregunta un obvio Murphy.

-¿Tú que crees?-. Le siguió la rubia levantando una ceja.

-Abby me pidió que te buscara, dijo que quería saber como te encontrabas y todo eso. Cosas de madres-. Dijo el moreno restándole importancia con sus hombros y aclarando su paradero allí.

John Murphy. Un chico de no más de 19 años, de pelo moreno y ojos celestes, quién usaba el sarcasmo y la ironía como base de cada comentario que decía. Aunque también como todos, tenía sus problemas y sus puntos de seriedad máxima.

Era un gran amigo para la rubia. El único que sabía de su pequeño secreto por haberlo visto, ya que estuvo con ella cuando todo sucedió. Sí, estaba atado, amordazado y desangrándose en ese entonces, pero aun así estuvo a su lado.

Desde ese momento, su relación fue profundizándose. Pasando de ser conocidos por el hecho de ser parte de los 100 que habían bajado a la Tierra, a tener una relación de amistad bastante buena, donde sabían como tratarse sin incomodarse, cosa que a Clarke le agradaba ya que Murphy, como prefería ser llamado, no la interrogaba sobre lo que pasaba por su cabeza o sentía. Y no era de que no le importase, sabía que si lo hacía, pero su amistad se basaba en eso. La comprensión y el apoyo. Un apoyo que era solo compañía y no era necesario hacer preguntas donde el otro se incomodara. Por eso, la rubia lo apreciaba tanto.

-No estoy de humor y lo sabes, pero iré a verla-. Declaró Clarke sin ganas.

Su madre, Abigail Griffin, más conocida como Abby, era doctora y miembro del consejo en el Arca. En un pasado no tan lejano llegó a casi odiarla cuando se enteró de que ella, en vez de su mejor amigo a quien odió por algo que no hizo, había delatado a su padre con el canciller, quien lo flotó. Pero esto ya era pasado, aunque no había terminado de perdonarla ahora tenía otras cosas en mente.

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2019 ⏰

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