Epílogo

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—"Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así..."— canto mientras que limpio lechuga para hacer una ensalada.

Levanto la mirada y veo por la ventana de la cocina, a mi familia.

No puedo evitar emocionarme. Cada uno de ellos son las personas más importantes de mi vida.

Hace diez años, mi familia eran mi mamá y mi tía, ahora esa familia se agrandó considerablemente. Se le sumó una abuela, una hermana elegida y amiga y muchos amigos... a los que adoro con locura.

Mi mamá está viajando por Europa con Ramona. Esas dos se hicieron grandes amigas y compinches. Hasta ayer, estaban en Barcelona viendo "hacia donde las iba a llevar el viento". Alejandro y yo les regalamos ese viaje a las dos, pero ellas lo alargaron un poco más...

Claudia, después de mandarse un par de "claudiadas" mas, sentó cabeza, o algo así. Se puso a estudiar hotelería y hoy está trabajando conmigo en el hotel. Se casó con Sol hace poco más de un año. Cuando contó que se casaba, Elena después de montar un lio terrible, terminó por entender que su hija era feliz y ella no podía hacer otra cosa más que apoyarla. En cambio Ramona se alegró por ellas. La quiere mucho a Sol, esa chica es una gran influencia en la vida de Claudia.

Elena, desde mi casamiento, se hizo "cercana" a Juan Pablo. Sí, ese mismo Juan Pablo, el mujeriego. Parece que volver a ver a Elena le provocó querer llevar una vida más hogareña. Y después de perseguirla y suplicarle por un buen tiempo, Elena dió el brazo a torcer y ahora están felizmente casados y a la espera de un bebé. Por fin Claudia va a tener ese hermanito que tanto quería.

Alejandro, tuvo un par de recaídas a lo largo de todos estos años. Como él dice "esto es una lucha de por vida", pero la maneja muy bien. Sobre todo, después del nacimiento de nuestra pequeña Ámbar. Es la luz que ilumina nuestras vidas. Hoy tiene cuatro años y al igual que al papá le encanta dibujar. Parece que va a seguir el legado del padre. Igualmente no importa lo que ella quiera ser, siempre va a tener el apoyo nuestro y de toda la familia.

— ¿Solita...? — me pregunta Alejandro al oído. Me sonrío. —Mi reino por saber qué es lo que pensás. —

— Pensaba en todo lo que tengo. —

— ¿Ah sí? ¿Y qué es lo que tenés? —

—Una gran familia que me quiere y a la que yo adoro. Un marido que es perfecto y al que amo y creo que me quiere un poquito por lo menos. — me abraza por la cintura y me pega a él.

—Me parece que te quiere un poco más de lo que estás diciendo. ¿A vos que te parece? — me rio al sentirlo.

—Capaz que me quiere un poquito más de lo que yo estoy pensando...—

Alejandro me hace girar para que me quede enfrentada a él, y me levanta haciéndome sentar sobre la mesada. Lentamente se acomoda entre mis piernas y comienza a besarme.

— ¡Por el amor a Dios! ¿Ustedes no tienen una habitación en esta casa? — escucho que dice Claudia prácticamente gritando.

No lo puedo evitar, comienzo a reírme. Alejandro separando sus labios de los míos le dice:

—Petiza, ¿vos nunca vas a aprender lo que es la discreción? —

—No tengo ni idea que es lo que significa esa palabra...— le dice haciéndose la graciosa. — Venia a ver si querías que te eche una mano, pero parece que Alejandro te quiere echar las dos manos y algo más...—

— ¡Claudia! — le dice Alejandro separándose de mí.

—Está bien, los dejo a los tres en paz...— le dice revoleando el dedo y señalándonos a nosotros dos y la entrepierna de Alejandro, que está por demás visible.

—Un día de estos te voy a terminar matando...— le dice Ale acomodándose para que no se note tanto.

—Bla, bla... me venís amenazando desde que tengo uso de razón y todavía estoy acá vivita y coleando...— le contesta y luego se da media vuelta y sale de la cocina.

Comienzo a reírme, amo a esta chica.

Escuchamos que les grita a todos los presentes:

—Gente, ¿quién quiere pan? Parece que la ensalada se va a demorar un rato. Y por lo que vi, va a ser un buen rato...—

—Definitivamente la voy a matar. — me dice Alejandro, mientras que comienzo a reír a las carcajadas.

—Dale, vamos. Después que se vayan todos seguimos con esto. No te olvides que hoy Ámbar se va a dormir a la casa de su madrina... Así que tenemos la casa para nosotros dos solos. — digo bajándome de la mesada y comenzando a aderezar las ensaladas.

— Eso suena muy prometedor. Pero no quita que la vaya a matar a Claudia. Me voy a sacar el asado de la parrilla. — Me dice antes de darme un beso y salir de la cocina.

Me vuelvo a quedar sola. Realmente soy muy afortunada con la familia que tengo.

—Mami, dice la madrina Claudia que te diga que el agua fría hace bien. No entiendo lo que quiso decir... — me dice Ámbar entrando corriendo en la cocina.

La miro a mi pequeña hija y dándole una de las ensaladas para que me ayude a llevarlas a la mesa, le digo:

—Sí, vamos amor, llevemos esto. Tengo que matar a tu madrina. —

Fin.

Fin

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Alejandro  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora