De Culpas Y Secretos

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— Llevas mucho rato callada, Robin. Si quieres lo dejamos para otro momento — Yo aplastaba las plantas, les tiraba agua de modo salvaje y golpeaba la tierra.

— ¡LO ODIO! Lo odio ¡Lo ooodiooo! Lo odio...

— Entiendo tu molestia, pero no lo pagues con las plantas, joder...

— Lo odio, odio a Trafalgar con todas mis fuerzas

— ¿Ah sí? ¿Por qué?

— Porque hasta ahora no me había dado cuenta de que nunca estuve enamorada — Zoro arqueó las cejas —. ¡Soy una imbécil! Me casé con ese estúpido sólo por presión social, por mi mamá, porque ella quería nietos...

— ¡Mira tú!

— Nunca tuvimos nada que ver

— Supe lo de su visita, vino con ella ¿Verdad?

— Sí, esa maldita zorra...

— Estuvo así de mal ¿Verdad? Dejemos esta conversación para más rato, ve a caminar

— Gracias, nos vemos

Él me sonrió mientras me alejaba, me senté en una de las bancas y prendí un cigarro. No fumo, pero tiene cierto gusto a relajo en este preciso momento. A mi lado se sentó un tipo robusto, de pelo celeste. Me pidió un cigarro, se lo di. Le dió un par de bocanadas y se puso a hablar.

— Soy Franky, mucho gusto

— Hola, Franky

— Te vi hace días y quise hablarte

— ¡Vaya! Pues estamos hablando ahora — solté una risita nerviosa, parecía amistoso. Decidí seguir conversando con él —. ¿Estás aquí hace tiempo?

— Hace dos semanas, tengo un cuadro de estrés severo. Hubo complicaciones en el trabajo y bueno, aquí estoy — por primera vez creí haber encontrado un tipo en este lugar que no está tan loco

— ¿Y qué haces por la vida? — le pregunté.

— Trabajo en inventos, soy un poco genio

— ¡Oh! Ya veo, cuéntame ¿Qué te pasó?

— Estaba en un proyecto. Pero todo fracasó porque apareció otro tipo vendiendo más barata la misma idea, así que tuve que reinventarme

— ¡Diablos! Debió ser duro...

— ¡Claro! ¡Fue tremendo! Cuando les dije en mi empresa que tenía que cambiar el chip, simplemente enloquecieron... — yo estaba convencida de que se trataba de una metáfora, sin embargo él continuó hablando.

— ¿¡Y qué hiciste!?

— Pues, fácil — se desprendió un parche que traía en la cabeza y me mostró una cicatriz fresca aún con los puntos, horrorizada me tapé la boca a punto de gritar —. ¡Me abrí la sien para mostrarles cómo cambiaba el chip! ¡Y enloquecieron! ¿Puedes creerlo?

— ¡Franky, basta! — gracias al cielo, Nami apareció en mi rescate. Me tomó del brazo y me sacó de ahí —. ¡Robin! Te he buscado por todos lados, el taller no puede empezar sin tí, vamos...

— ¿¡Pero qué haces!? ¡Estamos conversando! — replicó el tipo tapando la herida nuevamente.

— ¡No molestes a mi amiga, Franky! A ella no le interesa. Si sigues molestando usaré mi imán superpoderoso y haré mierda tu cagada de chip ¿¡Te quedó claro!?

Nos alejamos del lugar escuchando como Franky reclamaba pero ya estábamos fuera de su alcance.

— Los esquizofrénicos delirantes son lejos los peores, Robin. No hables con él

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