Último jefe

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La piel de la lince era más que suficiente para protegerla de las esquirlas producidas al impactar los rayos de maná con la piedra, aunque no hubiera sido tan efectiva contra un impacto directo. No obstante, éste no se produjo.

El triojo no había cambiado de estrategia, a pesar de haber bajado su vitalidad casi al 50%. Aunque hiriera a uno de ellos, el daño era compartido por los tres, pues, de alguna forma, estaban vinculados los unos con los otros, a diferencia de lo que había sucedido con los discos.

Lo que más lamentaba la arquera era la pérdida de flechas. Es cierto que tenía muchas, pero eso no significaba que le gustara verlas pulverizadas cada vez que el ojo disparaba. Pero poco podía hacer al respecto, ya que la zona del iris era la más vulnerable.

De repente, algo cambió. Los tres ojos empezaron a girar, a rotar como si estuvieran unidos entre sí y el vacío entre ellos fuera el centro. Al mismo tiempo, empezaron todos a emitir un rayo continuo, más débil que el otro, pero que no se detenía. Lo mejor era que no apuntaba. Lo peor era que cada vez giraban más rápidamente. Era lo que se llamaba Rueda Mortal.

Pronto, giraban tan rápido que sus rayos parecían formar un enorme disco que ocupaba toda la caverna, capaz de quemar al contacto. Los ojos bajaban y subían, haciendo oscilar ese disco discontinuo, y haciéndolo aún más difícil de evitar.

Al principio, la lince lo había esquivado con cierta facilidad, pero ya no era así. Había recibido algunos impactos que, aunque de menor intensidad que los otros, no por ello dejaban de ser dolorosos y quemarla, acumulándose el daño.

Goldmi ya había usado una vez Vínculo de Vida y curado a sí misma, y estaba extremadamente preocupada. Desde su posición, era más fácil esquivar, podía ver la onda llegar, pero le costaba atacar con tranquilidad cuando su hermana estaba en peligro.

–¡Vuelve!– le había ya pedido un par de veces.

Pero la felina se resistía a hacerlo, no hasta que no tuviera otro remedio, aunque su piel medio chamuscada parecía indicar que precisamente no lo había.

Fue entonces cuando decidió volver a intentar colarse en el espacio entre los tres ojos. Esta vez, los ojos no se volvieron hacia ella, pero sí se movieron rápidamente hacia uno y otro lado, intentando apartarla de su punto ciego.

La primera vez, la cogieron por sorpresa, pues no se habían movido de su posición hasta entonces, y a punto estuvieron de conseguir su propósito. Sin embargo, ésta reaccionó a tiempo, tras lo cual se colgó en la espalda de uno de ellos, aprovechando para Desgarrarlo.

Tardaron unos segundos en reaccionar, en detener su ataque y volverse los otros dos hacía ella, quien se soltó inmediatamente, volviendo al exterior. Intentaron dispararle un par de veces en vano, tras lo cual volvieron a girar sobre sí mismos.

Esta vez la lince no dudó, introduciéndose inmediatamente en su interior, atacándolos, abortando el ataque antes de que llegaran a la máxima velocidad. Otra vez se volvieron hacia ella, y otra vez salió del interior.

Aquella situación se repitió unas pocas veces más, sin que la elfa dejara de atacarlos, además de que había decidido explorar una nueva estrategia. Dado que no tenía que gastar mucho maná, había invocado un Tornado, haciéndolo mover poco a poco hacia su enemigo.

Tardó un buen rato en llegar, pero fue terriblemente efectivo cuando lo hizo. Si bien una barrera protegía al triojo de ataque mágicos, el Tornado era un ataque continuo que la fue erosionando, consiguiendo atravesarla y atacar el interior.

Era cierto que gastaba mucho maná, y que había tardado en llegar, pero también era cierto que su reserva de maná era considerablemente mayor que cuando lo había desbloqueado. Podía tenerlo activo unos siete minutos, algo menos si no quería quedarse sin maná, y más que suficiente para ocasionar bastante daño.

Así que, entre el Tornado, las flechas y los ataques de la felina, la vitalidad del jefe final de la mazmorra fue cayendo más rápidamente que al principio. Sin embargo, aún no había dicho la última palabra.

De repente, los tres ojos se separaron y empezaron a moverse y rotar sobre sí mismos, como si estuvieran poseídos por un extraño Frenesí, disparando una y otra vez, sin un patrón reconocible. Parecían haberse vuelto locos.

Sin saber que hacer, y ante la amenaza de los rayos sin aparente control, la felina decidió esta vez refugiarse junto a la elfa, mientras pensaban en cómo contrarrestarlos.

Ésta había disipado el Tornado, ante la imposibilidad de alcanzarlos, y empezó a curar a su hermana en cuanto se acercó.

–¿Alguna idea?– preguntó la lince.

–¿Esperar a que se mareen?– bromeó Goldmi.

–¡Eh! ¡No empieces a hacerme la competencia con bromas sin gracia!– protestó su hermana, haciéndola reír a pesar de que la situación en la que se encontraban no era precisamente ociosa.

Las risas no duraron mucho. El perfil de uno de los tres ojos apareció poco después, acercándose a la entrada del túnel, disparando incluso en el interior. Seguía girando sobre sí mismo y disparando sin parar, pero su movimiento no era aleatorio. Se había dirigido hacia sus enemigas, y los otros dos no estaban lejos.

Era una situación peligros, pues un rayo que entrara directamente desde la entrada, y no en un ángulo inclinado como el anterior, sería muy peligroso, muy difícil de evitar.

Si la lince salía para llamar su atención, probablemente lograría evitar que se acercaran, pero se pondría en peligro. No era nada fácil evitar los rayos de tres ojos disparando continuamente y sin un patrón claro. La otra opción era la de esconderse en un túnel lateral, varios metros más allá. Con ello estarían seguras, pero no lograrían vencer a su enemigo.

Es cierto que ya no había más pisos que explorar, y que sería relativamente seguro volver sobre sus pasos y abandonar aquella batalla. De hecho, probablemente podrían enfrentarse a quienes las esperaban fuera de la mazmorra. Aunque eran muchos, y podría ser que recibieran ayuda más poderosa mientras se enfrentaban a ellas.

Por ello, querían buscar la salida que debía aparecer tras acabar con el jefe final. O al menos así era en el juego. Y, además, estaba la profecía del Oráculo. Allí debían encontrar algo que les sería útil en el futuro.

Regreso a Jorgaldur Tomo II: la arquera druidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora