Nada más ver al chico de sandalias aladas, la presión en mi pecho aumenta a pesar de que hace sólo unos segundos la había logrado controlar. Todos los Olímpicos sabemos la misión que cumple Hermes en conjunto con Hades, su aparición en este preciso momento, sólo confirma lo que tanto temía.
Ro ha muerto.
No hay marcha atrás, verlo es la confirmación que no necesitaba.
Dirijo mis ojos a los de mi gemelo, a la resignada comprensión en estos y, poco a poco, me levanto de la posición en que nos encontrábamos. Demostrar debilidades no es algo muy de un Olímpico, pero me importa muy poco, estoy sufriendo y no tengo por qué ocultarlo, quizás eso haga que mi familia piense que soy débil, pero sé que no es así; soy más fuerte, por sentir todo este dolor y aún así decidir seguir adelante.
Me acerco a Hermes con pasos lentos, quiero alargar las cosas por más innecesario e inevitable que sea. Sé lo que me dirá, pero no quiero la ratificación saliendo de sus labios; hará que sea más real, a pesar de que ya lo siento en mi pecho, la ausencia de otro corazón latiendo a la par del mío.
-Artemisa. -Da un asentimiento solemne cuando llego a su lado, tranquilidad emana de cada uno de sus poros, y espero que me la transmita a mí también-. Apolo.
-Hermes -respondo a su asentimiento y lo mismo hace Apolo, quien se encuentra al lado mío, brindándome su apoyo-, qué extraño es verte estar más de cinco segundos en un lugar, ¿tienes alguna noticia para nosotros?
-Comprenderás lo difícil que es ser mensajero en un mundo donde hay tantas personas. -Sonríe ante sus palabras, pero yo sólo le devuelvo una mueca de esta-. Respondiendo a tu pregunta, no, no tengo una noticia para ustedes.
Con sólo escuchar eso, la opresión que recorría mi cuerpo, se alivia de un momento a otro. El pánico retrocediendo al escucharlo, si no tiene una noticia para nosotros, significa que Ro sigue viva. Pero, entonces, ¿a qué se debe mi dolor en el pecho?, ¿por qué no pude encontrarla por más que la busqué? Quizá debí bajar al mundo humano, a pesar de que no lo he hecho en tanto tiempo que ya perdí la cuenta, demasiados recuerdos en un mundo tan pequeño.
-Tengo una noticia para ti. -La voz de Hermes detiene mis pensamientos.
Acaba de decir que no tiene una noticia para nosotros, ¿entonces? Lo miro con rabia pura en mis ojos, todos los dioses saben lo mucho que odio los juegos, y si él quiere jugar, no soy la persona correcta, menos ahora. Sin embargo, al mirar su rostro, sé que no está bromeando, demasiado sereno como para hacerlo. Y recuerdo sus palabras exactas: «no tengo una noticia para ustedes». Para ambos no, sólo para mí.
-¿Cuál es esa noticia? -Obligo al nudo en mi garganta a dejarme hablar, forzando las palabras a salir por más que estas quieran permanecer atoradas en mis cuerdas vocales.
-Rosalie Rivera ha muerto. -Frías palabras salen de sus labios, como si se tratase de un mero trámite, su voz no refleja ni un sólo sentimiento, pero sus ojos me demuestran el dolor que siente, por mí, al pronunciar una frase tan usual para él.
Busco la mano de Apolo, intentando aferrarme a algo tangible, necesitando una conexión a tierra luego de esta nueva emoción que me rodea... culpabilidad. Hermes me observa con compasión tiñendo sus ojos morados, sé que quiere decir algo más, somos amigos después de todo, pero él no está aquí en plan amigo, vino en plan dios, para cumplir lo que cierto día le pedí como favor. Ni siquiera debería decirme esto, sin embargo, cumple con su promesa, esa que hicimos hace tantos años.
-Ella... ¿cómo murió? -¿Sufrió?, ¿tuvo una lenta agonía? Necesito saber cómo es que dejó de existir, saber qué es lo que apagó su llama tan brillante.
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Alguien Que Amaste (Serie Más Humanos Que Dioses 1)
FantasiA lo largo de la historia, hemos leído y visto, cómo los dioses aman y odian al igual que los mortales, así lo narran sus múltiples travesías. Artemisa, absorta en sus ocupaciones con sus cazadoras, cumpliendo su rol como diosa de la caza, decide ec...