01

956 117 73
                                    

Unos insoportables sonidos llegaron a los oídos de Ji Soo. Parecía ser un interruptor siendo presionado de forma insistente. Pensó en levantar la voz y preguntar quien estaba ahí, pero seria muy estúpido, y cliché claro, porque ella vivía sola, y no recordaba haber traído a nadie esa noche para hacerle compañía, y de paso, calentar su cama.

Bufó. Esto no era una estúpida película gringa, pero la cabeza de Ji Soo no dejaba de idear los más horribles, fatídicos, posibles y horribles escenarios de terror con respecto a dicho ruido.

Imaginaba a la mafia china entrado por todos los agujeros de su casa, hasta por el inodoro, apuntandola con armas blancas y reclamándole a gritos – vaya a saber que – cosas con un valor de mil millones de dólares, mientras ella se negaba a abrir la boca y a dejarse torturar por días y días sin dejar salir una sola palabra hasta casi la muerte, y que luego de que aniquilaran hasta el último de sus poros, resucitara por las lágrimas de su tierna conejita.

Se golpeó, claro que no podía ser eso.

Quizás no seria la mafia china, sino RUSOS.

Toda la URSS invadiendo su dulce hogar sin tocar la puerta, incentivandola a unirse a ellos en una infinita tercera guerra contra Estados Unidos por el dominio mundial, resultando que sus padres habían sido los mejores en el campo de batalla rusa, rindiendo honor y gloria a aquellos bajo su mando e incluso a sus superiores. Heredando ella no solo su sangre victoriosa y vigente, sino una enorme cantidad de habilidades inhumanas y de dinero a su nombre en todo el mundo, siendo poderosamente trillonaria, joven, hermosamente codiciada y temida.

Vaya largometraje, merecía un premio.

— Dios que estupidez, Kim Ji Soo. — sacudiendo su cabeza; se paró. Sus manos tembloron cuando tomaron lo primero que encontró olvidando de repente aquellos tontos pensamientos.

El pomo de la puerta, por supuesto, ya que no tenia nada con lo que pudiera pegar a quien sea que estuviera irrumpiendo en su linda casa a altas horas de la noche.

Abrió lentamente la puerta tratando de hacer el menor ruido posible con sus sentidos atentos a todo, un paso, dos pasos, tres pasos; los contó, caminando en la oscuridad del pasillo, guiándose a memoria por el lugar.

Cuando llegó al paso veintitrés giró sobre sus talones, miró la ventana al final del pasillo y caminó a la derecha, entrando a la sala de estar.

Apenas había iluminación, trato de detectar alguna señal de vida más que la suya, pero nada. Siguió en su búsqueda hasta que...

click, click, click, psss.

Identificó al instante de que cosa provenía ese sonido, lo conocía de memoria. Era una lata de gaseosa siendo abierta rápidamente, para pasar lo mas desapercibido posible.

Ah, no, eso si que no, con sus Sprite's no.

Sujetó en sus manos la escoba que se cruzó en su camino, y se dirigió a la cocina.

- Chucha, este no me gusta... abriré otro. - escuchó, su pulso a mil. ¿Quién demonios era? Se quedó en su lugar unos segundos, el movimiento en su pequeña cocina era lo único que se oía.

click, click, psss.

Otra lata de gaseosa.

Ji Soo agarró más fuerte su escoba y junto coraje para acercar apenas su cabeza, lo suficiente para pasar desapercibida. O no tanto, no con su cabello cayendo en cascada hacia un lado, haciendo evidente su presencia.

Sus ojos se abrieron lo más que podían al ver la pequeña figura de una chica sentada sobre la mesa, sosteniendo una lata de soda en todo su esplendor.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 16, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

cuando duermes, suceden cosas. ; chaesoo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora