Monarch [Jikook/Kookmin]

◆6◆

Emociones negativas lo embarcaron, haciéndole adquirir una pose altiva y dominante, el enojo haciendo mella dentro de él.

- ¿Imposible? -preguntó con sorna- No lo creo. Nada es imposible para mí -se señaló duramente, mirando con altanería al espíritu-. Además, necesito llegar. Es una misión de suma importancia.

La criatura no reaccionó a su mal humor, ni mucho menos a su trato, por lo que simplemente le contestó con normalidad, sin prestar la más mínima atención a su condescendencia.

- No, no lo es. Usted debe encontrarse con alguien, no llegar al Reino Oculto -el ser hizo una pausa en la que hizo ademán de ver más allá del príncipe-. Creo que le han informado mal.

El heredero de Miracles se rió.

- ¿Es así? -dijo, su voz cambiando a un tono más divertido que disgustado- Expliquese si es que tanto sabe -pidió burlonamente mientras extendía sus brazos frente al ser, casi haciendo una reverencia.

El espíritu suspiró antes de explicar.

- Verá, los seres humanos no pueden cruzar la línea que separa lo místico de lo mortal -entonces señaló el pequeno río entre ellos-. Sería un peligro.

La sonrisa que mantenía Jeongguk en sus labios desapareció por completo, queriendo alejarse del riachuelo lo más que pudiese de pronto, viendo en las tranquilas aguas un peligro inminente.

Pero entonces dudó. ¿Un peligro?

- ¿Para quién? -preguntó, curioso.

- Para todos -las crudas palabras de la criatura lo sobrepasaron, dándole de lleno en el pecho-. Para el humano que cruza y no conoce el Reino -le señaló nuevamente-, y las criaturas que jamás han tenido contacto directo con humanos -entonces señaló detrás de sí, de dónde había salido y regresó hasta él-. Sería caótico.

Jeongguk tomó una bocanada de aire para procesarlo.

- Ya veo -comenzó, mirando hacia el suelo con expresión disgustada-. Pero, aún así... me han mandado allí... si no puedo ir -se quedo callado, pensativo-... ¿qué debo hacer? ¿esperar a que alguien llegue? -se preguntó a si mismo en voz baja, entonces levantó la vista de pronto, en busca de la mirada de plata que lo observaba con atención- ¿es usted la criatura que busco? ¿de la que me hablaron antes de venir aquí?

Y después de esas palabras, el silencio se hizo con el lugar.