Isn't a goodbye

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Emma se miró al espejo durante largos minutos, admirándose con la beca. Su sonrisa era tan grande y sincera que era capaz de iluminar el lugar más oscuro del mundo. Pero, pensar que en horas dejaría ese lugar le partía el corazón. Al final, cuántas emociones y sensaciones había pasado Emma en aquella ciudad, desde que había pisado aquel aeropuerto buscando una placa con su nombre.

Octubre había llegado, y con él, muchas realizaciones. Un curso concluido, una familia nueva, amigos para toda la vida, un libro casi terminado, y una nacida pasión.

Swan escuchó golpes en la puerta, y segundos después, Fiona se materializó, con una enorme sonrisa en el rostro. La mujer estaba tan radiante como Emma.

—Estás hermosa, cariño—Fiona se colocó detrás de Emma, admirándola a través del espejo —Solo falta una cosa

Avanzó hasta la cama de la joven, cogió el birrete que allí estaba y se lo colocó en la cabeza, haciéndola sonreír aún más.

—Una verdadera graduada—Fiona sonrió —¿Cómo te sientes?

—Genial. Vine con un objetivo, y he conseguido alcanzarlo. Y además están los extras—bromeó —Pero ya os echo de menos

—Nosotras también—agarró las manos de Emma, clavando su mirada en el suelo —Yo...En realidad tengo que contarte algo.

—¿El qué?— preguntó preocupada mientras analizaba el rostro de Fiona.

Ella vaciló un poco antes de hablar.

—Regina me llamó, no podrá ir a la ceremonia.

Emma, instantáneamente, se apagó. Se sentó en la cama, mirándose los propios pies mientras los movía hacia atrás y hacia delante.

—¿Por qué no?

—Hoy es sábado, y Robin amenazó con echarla si no iba a darle las clases de francés al hijo—explicó

—¿Clases de francés?—Emma frunció el ceño

—Sí. Ella le está dando clases particulares a su hijo. ¿No te lo contó?— preguntó como si fuera algo obvio.

—No—dijo con decepción —Pero no hay problema, lo entiendo. Trabajo es trabajo.

—No dejes que eso te deprima. Hoy es tu día, y tienes que aprovecharlo. En aproximadamente...veintiséis horas—Fiona sonrió —Te marcharás, intenta ser feliz.

—Lo estoy—sonrió —¿Cómo no estarlo? He conocido a las personas más increíbles del mundo, en la ciudad más increíble del mundo, y estudiado la materia más increíble del mundo. Todo ha sido un sueño para mí, Fiona, solo puedo agradecer que hayáis formado parte de él, y por haberme ayudado a llegar hasta aquí, porque nada sería sin vosotras.

Fiona tenía los ojos llorosos y sonreía a la joven.

—¡Oh, Dios! ¡Debo reservarme las lágrimas para el aeropuerto!— rio nerviosa, haciendo a Emma estallar en carcajadas.


Emma y las Mills-no todas, infelizmente-llegaron al local donde tendría lugar la pequeña ceremonia. Era una fría noche, y las hojas anaranjadas caían de los árboles en el aparcamiento, convirtiendo el suelo en una paleta de colores perfecta, oscilando entre el marrón y el rojo. El otoño era la estación del año más bonita a ojos de Emma, y no podría ser una noche mejor y más bonita para recibir su tan querido diploma.

Se encontró, dentro, con sus compañeros de clase. Todos se abrazaban y sonreían sin parar, incluso algunos lloraban, como Rose.

En la zona del pequeño palco, Emma divisó a Mary Margaret, que estaba acompañada de David, su marido. La profesora cruzó su mirada con la de Emma, que le sonrió, y asintió con entusiasmo con la cabeza.

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