Sabrina, La Mediúm

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Al salir del trance la joven mojó su rostro con agua fría para liberarse de la sensación que le había dejado aquella visión y se sentó junto a la ventana para distraerse mientras tomaba una taza de un delicioso té de manzanilla. Después de relajarse por un rato y comer un bocadillo preparó el desayuno para William y se lo llevó a su habitación. El exquisito aroma del desayuno despertó al detective con un hambre voraz y devoró el bocadillo en un santiamén.
➢ ¿Estás... más tranquila ahora?- preguntó acariciando el pálido rostro de la joven visiblemente preocupado.
➢ Sí. Gracias por... quedarte conmigo, William. En serio, te agradezco todo lo que haces por mí.
➢ No podía irme y dejarte así. Me alegra que estés bien. Quizás estemos cerca de terminar esta pesadilla.
➢ ¿A qué te refieres?- preguntó.
➢ Colin investigó que el ojo humano que te envió Paul Reed pertenece a una adolescente con la misma apariencia física que las demás victimas. Su nombre era Samantha Crease y estaba desaparecida hace dos semanas en Arizona. Alertamos a ese estado para que cierre las carreteras y no pueda escapar de nuevo.
➢ Tenemos que saber porque escoge a las de cabellos rojos, porque de forma específica prefiere este tipo de mujer. Quizás en su pasado haya alguien que odie profundamente y que coincida con la apariencia de las víctimas. Tuve una visión hace un momento al tocar la caja vacía; él... silbaba una melodía que me pareció familiar por alguna razón. Sé que la he oído antes pero no puedo recordar donde con exactitud.- respondió Sabrina mirando fijamente sus ojos color café que con la luz de la otra habitación brillaban casi dorados haciendo que fuera difícil apartar la vista de ellos.
➢ Colin averiguó la última dirección disponible de Paul Reed. Si quieres podemos ir juntos.- dijo y al ver que la joven le respondió que sí con un movimiento de cabeza se puso de pie rápidamente. La joven lo tomó de la muñeca halándolo hacia abajo con suavidad para que se sentara de nuevo mientras le decía:
➢ Primero, termina tu desayuno, William.
➢ Sí, señor.- dijo el detective saludándola con un aire marcial y obediente, como un cadete saluda a su coronel. La muchacha rió a carcajadas como hacía tiempo no reía pues solo se sentía feliz estando con él. William le aconsejó que sonriera más a menudo ya que lucía muy hermosa y ella se sonrojó tímidamente.

Dos horas más tarde se dirigieron a la antigua dirección de Paul Reed pero al llegar se percataron de que allí vivía otra familia. Juntos preguntaron en la casa próxima donde vivía una anciana que se mecía en su sillón mientras leía un libro de poesía.
➢ Buenos días, señora. Buscamos a la familia Reed. ¿Sabe algo de ellos? ¿Dónde podemos encontrarlos?- preguntó Sabrina ofreciéndole una sonrisa a la anciana.
➢ ¿Los Reed? Esa familia... murió hace tiempo, estaba podrida desde la raíz. No vale la pena buscarlos.
➢ ¿Por qué dice que estaba podrida, señora?- preguntó Sabrina mientras se sentaba junto a ella luego de que ésta se lo indicara con un suave gesto.
➢ Yo era amiga de Lucy Reed, la abuela del pequeño Paul y sé toda la historia. En esa casa solo se respiraba maldad, mi amiga siempre se quejaba diciendo que si hija Hannah era una drogadicta y una alcohólica que maltrataba a su nieto. Lo castigaba solo por placer con mucha frecuencia y cuando la abuela intercedía las cosas se calmaban por unos días. Pero la calma no duraba mucho tiempo y comenzaba otra vez la tempestad. Esa mujer no tenía piedad de su hijo, luego de golpearlo con un cinto de cuero lo encerraba en una cisterna vacía por varios días que había bajo el piso del comedor de la casa. Sin comida, solo agua mientras le decía que para sacarlo de allí y no volver debía portarse mejor. Esta situación se mantuvo por varios años hasta que el niño Paul cumplió 12 años; su abuela Lucy se hartó del maltrato de su hija hacia su nieto y se mudó a otra ciudad llevándose al pequeño Paul. Vivieron felices juntos por 6 años pero la felicidad le duró muy poco a ese muchacho. Mi amiga Lucy murió de pronto de un infarto, Paul la encontró en el suelo de la cocina al llegar de la escuela y se abrazó a ella rogándole que no lo dejara solo con su madre. La policía no tuvo opción de mandarlo de vuelta con su madre ya que no tenía otro familiar. Fueron tiempos muy duros para el pobre muchacho, aún con sus 18 su madre lo golpeaba despiadadamente. Esto lo fue cambiando, se volvió introvertido, solitario y huraño. Fue creciendo con ese odio profundo en el corazón hacia su madre que al cumplir los 20 años explotó en un incontenible ataque de ira. Ese día al intentar golpearlo como siempre el joven Paul se defendió. Tomó una estatuilla que tenía una esfera de hierro macizo que había en su cuarto y la golpeó hasta matarla. Cortó sus manos con un serrucho y las colgó de madrugada en la entrada de la casa. Los vecinos llamaron a la policía pues el hedor de su madre muerta hacía tres días era insoportable. Lo encontraron cubierto de sangre aún repitiendo una y otra vez las mismas palabras que le decía su madre al castigarlo: ‟la próxima vez te potarás mejor". Lo arrestaron, lo enjuiciaron y lo sentenciaron a 25 años de prisión pero dicen por ahí que salió a los 20 por buen comportamiento y que conoció a una mujer. Dicen que se casó con ella y se fue a vivir con ella a Wisconsin. Creo que se llamaba Wells,...Tiffany Wells y hasta tuvieron hijos. Eso es todo lo que sé, jovencita. Después de eso no supimos nada más de él.
➢ Gracias, señora Grant. Muchísimas gracias por dedicarnos un poco de su tiempo.- dijo Sabrina caminando hacia el auto de William lentamente.
➢ Vuelve cuando quieras, jovencita.- le respondió la anciana despidiéndose de ella sacudiendo su mano de un lado a otro con una dulce sonrisa. William y Sabrina volvieron a la casa de la joven que parecía abstraída pensando en aquella espeluznante historia que había escuchado hace un momento.
➢ ¿Será la misma bola de hierro con la que nos atacó a Samuel y a mí?- preguntó William con el ceño fruncido.
➢ Eso creo, pero... porqué empezó a matar después de que salió de prisión. Aparentemente estaba bien, conoció a una mujer, se casó, tuvo hijos. Lo que debemos averiguar es cuál fue el motivo para empezar a matar a mujeres que se parecían a su madre después de salir de prisión.- contestó y apartó su cabellera negra de su rostro.
➢ Debemos encontrar a Tiffany Wells para saber que sucedió después de salir de prisión. Tal vez podemos hacer que se entregue si sabe que tenemos a uno de sus hijos.- dijo William bajándose del auto en la entrada de la casa de Sabrina. Tomó su celular y llamó a su compañero Colin para que averiguara el paradero de Tiffany Wells. Mientras almorzaban juntos Colin llamó al detective para informarle que la señora Tiffany estaba en un manicomio y le dio la dirección. Al terminar su delicioso almuerzo William se levantó de la mesa y mientras caminaba hacia la puerta principal le decía a Sabrina que debía quedarse descansando, que aquella mujer estaba en un sanatorio y que ella no debería ir a ese lugar. Sabrina le aseguró que ella estaba bien y que iría con él de todas formas mostrando que entre sus manos tenía las llaves del auto que el joven había olvidado encima de la mesa. El joven detective hizo un gesto de resignación y luego sonrió por olvidar las llaves. Luego de una hora de viaje aproximadamente llegaron al manicomio Saint Charles y solicitaron hablar con Tiffany Reed. La cuidadora general de aquel hospital los acompañó hasta una habitación donde los visitantes debían dejar todas sus pertenencias para que los pacientes no pudieran dañar a los visitantes ni a ellos mismos. Abrió la habitación de la señora Reed explicándole que era la única paciente que había entrado allí por propia voluntad y al entrar la encontraron cepillando su largo y canoso cabello mirando absorta los pájaros que se posaban en su ventana.
➢ ¿Señora Tiffany? Soy el detective William Anderson y ella es Sabrina. Estamos investigando sobre su esposo, Paul Reed.- dijo el joven esperando una respuesta pero la mujer de canosa cabellera no reaccionó. Luego de unos segundos de respuesta nula sus manos comenzaron a temblar y sus ojos se pusieron en blanco. De forma descontrolada se cubrió los oídos con fuerza como si no quisiera oír al tiempo que gritaba "NO" lo más alto que podía. Sabrina no pudo soportar verla en ese estado y al abrazarla para tratar de calmarla mientras la mujer se retorcía en el suelo tuvo una visión a través de su contacto. Presenció una pelea entre aquella mujer y Paul Reed; él sostenía un cuchillo en sus manos decía que le cortaría los dedos a su hija por lo que había visto. Tiffany se enfrentó a él protegiendo a sus hijos pero su esposo estaba fuera de sí y con el cuchillo cortó su rostro. La mujer quedó tendida en el piso mientras su esposo llevaba a los niños a la sala diciéndoles que su mamá quería dormir por un rato. Les prometió que les regalaría las galletas de chocolate que tanto le gustaban si seguían a su padre. Los llevó al recibidor de la casa y encendió el televisor para que se deleitaran con dibujos animados mientras él afilaba el cuchillo en la cocina. La madre se levantó del suelo con la herida brotando sangre tomó una toalla de encima de la cama y ejerció presión en la herida mientras que se arrastraba hacia la sala. Sin ser vista por Paul Reed llegó al sofá donde sus hijos estaban sentados y los llamó.
➢ Sabrina, Samuel,... vamos con mamá a dar un paseo... pero papá no puede saberlo. Vayan afuera ahora y suban al auto de mamá sin hacer ruido. ¿Entienden?- les susurró la sangrante madre y los niños obedecieron. Y la visión llegó a su fin, tan débil estaba Sabrina al salir del trance de una visión tan larga que perdió la conciencia por unos minutos. William enseguida tomó el frágil cuerpo de la joven y llamó a la cuidadora para que sedara a Tiffany. La pálida muchacha despertó aturdida por la visión mientras que William le preguntaba que había visto.
➢ Esa mujer... es mi madre... y eso significa que ese monstruo... es mi padre.- le explicó a William al estallar en llanto. El detective quedó congelado con la confesión de Sabrina y como no supo que decir para consolarla solo la abrazó con ternura a la vez que deslizaba sus cálidas manos por su cabello. El joven la condujo en silencio hasta el auto para llevarla a su casa, estaba profundamente deprimida y apenas llegó se tendió sobre el sofá. William buscó una manta en su dormitorio y la arropó con suavidad. Se dirigió a la puerta pues pensó que la joven querría estar sola pero su dulce voz lo llamó y le pidió que se quedara. El muchacho se sentó entonces en un extremo del sofá y ella colocó la cabeza sobre su regazo. Allí sollozó amargamente acurrucada en la ternura de las suaves caricias de William que soportaba su dolor apretando sus manos en puños hasta que quedó dormida. William veló su sueño hasta que oscureció por completo y se marchó.

Al salir los primeros rayos del sol William se dirigió a casa de Sabrina y le dijo que la llevaría a un lugar especial. La joven se negó diciendo que no tenía ánimos para salir de la casa ese día pero él le insistió diciéndole que sería muy importante que lo acompañara a ese lugar. Con muy pocas ganas se arregló y se subió al auto del detective. Condujo por rato hasta las afueras de la cuidad y se detuvo en un pequeño bosquecillo. Caminaron hasta llegar a un claro donde se encontraba una cabaña abandonada. La curiosa joven preguntó que era ese lugar y porque la había llevado allí cuando no tenía deseos para pasear. William no le prestó atención a sus cometarios y siguió caminando hacia la cabaña. Al llegar a la entrada dijo:
➢ Ésta es la cabaña donde mi padre me traía cuando era pequeño para enseñarme a pelear y a disparar. Ahora te enseñaré a ti.- y sacó su arma.
➢ No quiero aprender nada de eso, William. No debiste haberme traído aquí.- contestó enojada y se dirigió al auto nuevamente. El joven corrió hacia ella y la detuvo sosteniendo una de sus muñecas.
➢ ¿Acaso quieres morir? ¿Crees que porque Paul Reed sea tu padre... se detendrá? No lo hará, él... es un psicópata, no sentirá ninguna emoción por ti ó remordimientos por lo que haga.
➢ Pero no podría hacerlo,... no podría dispararle a mi padre.- dijo bajando la cabeza ante el joven cuando amenazaban con salir las lágrimas de su ojos.
➢ Pero él aprovechará cualquier oportunidad para matarte a ti ó a Samuel. Escúchame, no tienes que matarlo, sólo detenerlo hasta que yo llegue ó para que puedas escapar. Debemos pensar en todas la posibilidades, quizás intente llegar a ti cuando no esté contigo y debes estar preparada cuando llegue el momento. Por eso quiero que aprendas a manejar el arma y el cuchillo, solo para que estés preparada. ¿entiendes?
➢ Está bien. Sé que lo que haces es por mi seguridad. Lo siento, no debí hablarte así.- contestó con lágrimas en el rostro y mirándolo fijamente por unos segundos.
➢ Tranquila, no me enojé contigo. Aprovechemos el día para practicar un poco. ¿De acuerdo?
La parte trasera de la cabaña sirvió como campo de tiro para la inexperta joven que le disparaba a unas latas vacías colgadas en un cable a cierta distancia. Allí estuvieron por más de seis horas hasta que oscureció y se acabaron los bocadillos que había preparado William.
➢ Es suficiente por hoy, vámonos.
➢ Pero si no he acertado ni en un solo blanco, William.-dijo sonriendo la joven.
Para ser el primer día estás muy bien, le perdiste el miedo al rebote, le tomaste confianza al arma, te acostumbraste al peso y casi tienes dominada la respiración. Es un buen comienzo y mañana volveremos para practicar un poco más.- se sentó a su lado en los escalones de la entrada de la cabaña y sacó de su chaqueta un bonito reloj.-Quiero que uses esto, tiene un sistema de rastreo (GPS) que me permite saber tu ubicación exacta.- y la joven se puso enseguida. Sus ojos brillaban mucho al verlo, su rostro claramente estaba emocionado pero se mantuvo en silencio hasta que él le preguntó si le gustaba ya que él mismo lo había escogido para ella. Contestó algo sonrojada moviendo su cabeza de arriba hacia abajo un par de veces y sonrió. William carraspeó de forma nerviosa, se puso de pie diciendo que era tarde y debían irse a casa. Una vez dentro del auto Sabrina le pidió al detective que se detuviera en el hospital donde estaba su hermano, hacía semanas que no iba a verlo pues el caso no parecía tener fin. Cada vez se complicaba más la situación e irremediablemente extrañaba a su hermano, necesitaba saber que no estaba sola en el mundo. Su madre internada en un manicomio, su padre un asesino fugitivo que le enviaba pedazos de otras personas como trofeos de caza y su hermano en un coma profundo; era mucho con lo que lidiar. Hablar de su terrible realidad con alguien de su familia podría desahogarla aunque sabía que su hermano no estaba consiente como para escucharla. El detective la dejó estar a solas con Samuel, se acercó a la cama donde reposaba su cuerpo. Con el suave murmullo del llanto en silencio la joven le contó a su hermano en voz baja todo cuanto había ocurrido. Miró sus manos pálidas y huesudas y no pudo contener las lágrimas al tiempo que le rogaba que despertara, que volviera a su lado porque lo necesitaba ahora más que nunca. Luego de una hora de visita Sabrina se despidió de su hermano con un tierno beso en su frente y una suave caricia en su mejilla. Se dirigió al auto del joven detective para volver a su casa cuando de pronto comenzó a llover con fuerza. Al bajar del auto y entrar en la casa estaban empapados, Sabrina le pidió a William que se quitara la chaqueta de cuero y la camisa mojadas de lo contrario enfermaría. El joven obedeció pero luego de quitársela se ruborizó, estaba apenado, no sabía qué hacer. La bella muchacha fue a su habitación, buscó una caja de regalo y regresó al recibidor. Le ordenó al detective que se cambiara de ropa mientras ella preparaba un chocolate caliente para los dos. Después de varios minutos William regresó al recibidor donde Sabrina lo esperaba para beber juntos el exquisito chocolate. Era difícil para él no besarla en ese preciso instante; se veía increíblemente atractiva con el cabello mojado sobre los hombros y su piel brillaba de forma sensual con la tenue luz de la lámpara del recibidor.

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