Sabrina, La Medium

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Pasaron tres días en los que Sabrina y la pequeña Natalie pasaron mucho tiempo juntas y se hicieron grandes amigas. Pero Sabrina sabía que pronto vendrían a llevársela los agentes del Servicio Social y tendría que prepararla para ese momento. Un día en que Sabrina preparaba panqueques y chocolate caliente para desayunar juntas se percató que la criatura se levantó seducida por el delicioso aroma.
➢ Buenos días, Natalie. ¿Tienes hambre?- le preguntó mientras se estrujaba los ojos sentándose en la banqueta de la cocina y asentía con la cabeza.
➢ ¿Ese hombre… es tu novio?- preguntó la pequeña cuando estaba más despierta luego de dar unos cuantos mordiscos al panqueque.
➢ ¿William? Es mi novio, pero pronto nos vamos a casar. ¿Por qué?- Sabrina algo sonrojada le da un sorbo al líquido humeante de su taza de porcelana.
➢ Me agrada pero… es muy serio.- contestó Natalie tomando uno de los panqueques sonriendo.
➢ Es cierto, pero una vez que lo conoces te das cuenta que es un buen hombre.- y su expresión sonriente cambió por una más seria y un poco triste.-Natalie…, debo decirte algo. Mira pequeña, para que puedas quedarte conmigo unos agentes del Servicio Social vendrán a buscarte por unos días hasta que investiguen si no tienes familiares que puedan cuidar de ti. Si no tienes ningún pariente te enviarán a un lugar donde hay otros niños como tú que esperan una familia que los adopte.
➢ ¿Por qué debo irme con ellos? Yo quiero quedarme contigo.-gritó y corrió de su banqueta hasta la de la joven vidente para aferrarse sollozando a su cintura. Sabrina no pudo evitar dejar escapar un par de lágrimas por sus mejillas. Tomó a la niña en brazos y la miró fijamente a los ojos, como si dos mares se encontraran.
➢ Natalie, no romperé mi promesa. Cuando te lleven a ese lugar donde hay más niños sin familia iré a buscarte. Te lo prometo, mi pequeña.- y le dio un beso en la frente y le acarició nuevamente los cabellos cuando ella enroscó sus diminutos brazos a su cuello.- Te extrañaré. Te daré un regalo para que no te sientas tan sola en ese lugar y te acuerdes de mí. Ven conmigo.- Se dirigió a la habitación con la niña en brazos, la colocó sobre la cama y abrió el último compartimiento de su mesita de noche sacando un conejo de peluche.- Este es Teddy, era mi amigo cuando tenía tu edad y estaba sola en un lugar parecido al que irás. Ahora es tuyo.- y se lo entregó emocionada. La niña secó sus lágrimas y tomó el obsequio triste aún. Se lo colocó sobre su pecho y lo abrazó con fuerza dándole las gracias a la joven vidente. Sabrina la abrazó nuevamente y se quedó con ella un rato confortándola.
Al día siguiente William llegó muy temprano a casa de la joven vidente acompañado por una pareja de agentes del Servicio Social para llevarse consigo a la pequeña Natalie. Sabrina ayudó a la niña a vestirse y prepararse para su viaje. Se arrodilló ante ella y la abrazó con amor susurrándole en el oído que no rompería la promesa de buscarla y tenerla a su lado. Una joven rubia muy amable acompañó al infante hasta el auto. El otro agente se acercó a Sabrina asegurándole que no tardarían en su investigación al ver su tristeza y se despidieron de ella agitando sus manos. Sabrina que hasta ese momento había estado reteniendo sus emociones frente a la niña sólo esperó a que el auto estuviera lejos para desmoronarse. William abrazó a la muchacha que desahogaba sus inmensos deseos de llorar, ya no podía imaginarse cómo sería levantarse sin encontrarla riendo al saltar sobre su cama ó pidiéndole algo de comer con esa ternura. Pasaron tres largas semanas en las que la joven se sentía vacía y sola. Su hermano había empezado a caminar de nuevo y regresó a su apartamento. William había viajado a Illinois para hacer oficial su renuncia como detective y debía esperar dos semanas para que le entregaran su expediente laboral. A pesar de que William la llamaba a diario se sentía deprimida y sola; no podía concentrarse en el trabajo así que dejó la cafetería a cargo de sus leales empleados y regresó a la casa. Soñaba contantemente con las manos de Natalie pegadas al cristal del auto diciéndole adiós y despertaba agitada, angustiada por no tenerla aún a su lado.

Un día en que la joven vidente se despertó muy temprano tocaron a la puerta interrumpiendo su acostumbrada taza de té.  Se emocionó al ver que era William el hombre que esperaba en el umbral de su puerta  y lo abrazó regocijada. Mientras lo abrazaba con fuerza le decía que lo había extrañado mucho y que lo amaba. Él respondió que también la amaba y que había demorado porque preparaba una sorpresa para ella.
➢ ¿Sorpresa? ¿Qué sorpresa?- preguntó la joven y de la pared que daba al jardín de la entrada apareció la pequeña Natalie, luciendo un hermoso vestido rojo con diminutas florecillas blancas. Su cabello caía sobre sus hombros adornado con una fina cinta y entre sus manitas sostenía el conejito de peluche. Natalie corrió a los brazos de Sabrina que estaba en estado tan sensible que no pudo impedir que unas lágrimas se desbordaran de sus ojos mientras se arrodillaba para recibir el anhelado abrazo. Cerró sus ojos con alivio pues tenía a la pequeña con ella y le parecía un sueño, difícil de creer. Miró hacia el hombre que había hecho el milagro con agradecimiento y William le explicó que justo después de hacer oficial su renuncia uno de los agentes del Servicio Social lo llamó para informarle que la investigación había terminado. La investigación corroboró que la pequeña Natalie era hija única igual que su madre, sus abuelos maternos habían muerto en un accidente automovilístico y su padre en una misión del ejército. La pequeña sería enviada a un Orfanato en la misma ciudad donde William estaba tramitando su renuncia y él había solicitado la adopción a nombre de los dos.
➢ Tuve que esperar dos semanas para que me contestaran que la solicitud estaba aprobada. Ahora somos los tutores legales de Natalie. Y…esa no es la única sorpresa.-explicó William sonriendo y Natalie le mostró una pequeña cajita con forma de corazón forrada de color blanco. La niña abrió la minúscula caja y comenzó a destellar la deslumbrante piedra de un magnífico anillo de compromiso. William tomó la mano de Sabrina que sonreía nerviosamente.- Sabrina… ¿Aceptarías casarte conmigo?-preguntó visiblemente exaltado. La joven vidente quedó sin palabras por unos segundos y luego, como si despertase repitió:
➢ Sí, sí, sí.- Las lágrimas de emoción y euforia invadieron su rostro una vez más; William la abrazaba con amor y también Natalie. Sabrina se dio cuenta que a pesar de su pasado podía ser feliz con la familia que ella había creado y su corazón no sabía qué hacer con tanta dicha.- William… soy tan feliz, te amo.
➢ Yo también te amo y te prometo que nuestra felicidad será eterna, como nuestro amor.-respondió él posando su frente sobre su amada y estrechando su abrazo.

                                FIN

Sabrina, La MédiumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora