U N O

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No sé cuanto tiempo tengo aquí, arrodillada frente a ella, con un nudo terrible en la garganta, no recuerdo cuando mis gritos se convirtieron en sollozos apenas audibles, tengo miedo... todo mi sistema está invadido por el terror puro.

Escucho a lo lejos como me piden que me retire de la escena, como me piden que abandone a mi mamá, también logro oír el sonido de las patrullas.

Todo pasa lento, parpadeo una vez y mi madre ya no está, de nuevo estoy llorando y una mujer me abraza; ella también llora mientras se aferra a mi, no sé quien es, mi mente se encuentra bloqueada, pero, no la rechazo, solo porque tiene algo familiar a lo que no le temo.

Me apartan de ella con delicadeza y de repente escucho la ambulancia, personas aparecen en mi campo de visión, parecen hablar pero no escucho, estoy ahí pero... no estoy.

Uno... dos... tres... hola de nuevo oscuridad.

Mis ojos se abren, todos los recuerdos desaparecen frente mis ojos y mi reflejo en el espejo me recibe, mis mejillas están bañadas en lágrimas, mi cabello está más alboratado que antes y estoy segura que mis pensamientos retumban en cada espacio de este lugar, amortiguando así mis sollozos.

'Ya no llores' me repito, pero, ¿cómo dejar de hacerlo?

La chica que me regresa la mirada en el espejo luce cansada, destruida, arruinada... patética.

¿Saben qué es lo peor? lo peor es que esa chica del cristal soy yo.

Miro por última vez la navaja entre mis manos, esa que terminé tomando de un sacapuntas en la sala de estancia.

Respiro hondo porque probablemente sea la última vez que pueda hacerlo, con ese pensamiento, el aire me pesa menos.

Sonrío con tristeza, ¿cuándo fue que todo pasó?, ¿Cuándo me convertí en esto que tanto aborrezco? En esto, que tanto miedo me da.

Sin pensarlo de nuevo, clavo la navaja en mi muñeca derecha, lágrimas me dejan enseguida; me doblo un poco por el dolor pero no paro, sigo y seguiré hasta que ya no pueda más.

La sangre cae al piso, cae inevitablemente, sobre mi pijama azul, la vista se me nubla, cierro los ojos antes de hacer el último corte; la navaja cae de mi mano, caigo sobre mis rodillas y la respiración se me hace más dificultosa con cada segundo.

Me dejo caer, mi cabeza golpea con el piso, en cuestión de segundos estoy viendo puntos negros.

Uno... dos... tres... te eché de menos oscuridad.

(...)

Por algún tiempo, deje de pensar, deje de sentir, de ver, oler, escuchar y casi podía asegurarme que también había dejado de respirar, como de costumbre, estaba equivocada.

La luz artificial de la sala me cegó unos instantes, unos instantes que odié porque mis ojos se abrieron otra vez.

Parpadeo varias veces para acostumbrarme a eso, trato de mirar alrededor y la imagen que me recibe es Iris, mi tía, en una silla viéndome con dulzura, sus ojos están llenos de lágrimas, al notar que he despertado se pone de pie y camina en mi dirección.

No deja de acariciar mi cabello mientras una sonrisa triste la abandona, a su lado, hay un tipo con sonrisa de comercial de pasta dental, no luce tan viejo pero tampoco puedo decir que es joven.

Veo a otro lado y las paredes de color blanco junto con un montón de máquinas me confirman que estoy en un jodido hospital.

—. Nos alegra que hallas despertado, Aroa—dice el sujeto, así que desvió mi atención hasta él.

Me molestan todos los aparatos que tengo alrededor, me remuevo incómoda para apartarme de Iris y el tipo lo más que pueda.

—. Será bueno dejar que hablen, vuelvo en unos minutos—su amabilidad hace que el estómago se me revuelva.

Una vez que salió, veo fijamente a Iris, sin rodeos me propongo hablar.

— . Quiero ir a casa, ahora—mi voz se escucha débil, cansada, pero determinada.

La mujer a mi lado asiente, sus ojos aún están llenos de agua.

—. Nos iremos en cuanto estés mejor—pone su mano sobre la mía, trato de apartarme pero ella no me lo permite—. No sé que habría pasado si yo me hubiera quedado trabajando...—su voz se quebra, yo ya no puedo mirarla a los ojos—. Sentí que la vida se me iba, Aroa.

—. Se supone que ya no tenía que causarte más problemas—con su otra mano hace voltear mi rostro con delicadeza para que la mire.

—. Eres la única familia que me queda, eras el tesoro de tu madre—mis ojos se llenan de lágrimas al oírla nombrar—. Ahora eres el mío—cierro los ojos y después lo abro—.Ella me pidió cuidarte, protegerte...—suspira—. Y me siento idiota al estarle fallando.

Presiona mi mano con un poco más de fuerza.

— .No hagas esto... ya no Aroa, no por mi, ni siquiera por tu madre, hazlo por ti, porque tienes una vida llena de cosas que aprender y vivir antes de partir—unas lágrimas me dejan.

—. ¿Qué sentido tiene ahora?—sueno patética, pero a este punto ya no me interesa.

—. Las dos vamos a luchar sin sentido alguno, hasta que cada una logre encontrar su motivo, porque mírate aquí, la vida te está dando otra oportunidad a ti y a mi, no vamos a desaprovechar ni un instante—pone un mechón de cabello detrás de mi oreja.

Trato de sonreir pero sé que me a salido terrible.

Hablamos de todo, quizá, nada realmente, hasta que un rato después menciona algo de buscar al médico y sale de la habitación.

Cuando lo hace, me atrevo a mirar mi muñeca, esta vendada, a lo que Iris mencionó, me hicieron una transfusión de sangre; es extraño despertar y no saber que día es, estuve inconsciente una semana y estar aquí de nuevo se siente de una manera tan extraña que temo no tener palabras suficientes para describirlo.

Sin pensarlo dos veces porque si lo hago, tal vez el miedo me acobarde, quito las vendas de mi muñeca.

Unas escandalosas marcas me reciben, la imagen ante mis ojos es impactante, impresionante para cualquiera, es ahora cuando miles de preguntas llegan a mi cabeza.

Con cuidado trazo con la llema de mi dedo cada línea irregular, cada segundo que pasa, me siento más fuera de lugar, estoy aquí, en lugar de no estarlo, estoy aquí, mirando un nuevo dibujo en mi piel, otra cicatriz que se pinto en mi siendo mucho más que eso.

Cada una de esas líneas pesa, cada una de las líneas de mi cuerpo duele y no físicamente, aunque preferiría que así fuera, todas, son eso, dolor y miedo.

Todas, me recuerdan lo vacía que estoy, lo sucio de mis heridas y el porqué duelen tanto. Todas, son un recordatorio permanente de mis raíces rotas.

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No tienen idea de lo cansado que fue escribir esto, pero ha valido totalmente la pena, eso lo sé y a este punto no he concluido la historia jaja.

#Dato.que.a.nadie.le.importa.pero.igual.quiero.compartir

¿Sabían que está es mi tercera vez escribiendo Broken roots?

Las otras veces jamás me sentí satisfecha con el resultado y yo sabía, sé, que los protagonistas y todos los personajes tienen mucho que decir, así que aquí estoy. Intento número tres.

Esto fue escrito un 19 de junio del 2019 ¿cuándo lo leen ustedes?

Espero disfruten la historia tanto como yo escribirla.

-Alondra

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2022 ⏰

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