Casi abril

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*Esta historia tendrá lemon en el futuro, aunque no en esta parte en específico, cuando vaya a ser así les avisaré primero.
*Por favor lean esta nota: Estoy escribiendo este fanfic con el único propósito de poder volver a escribir después de años, y poder terminar mis fanfics que tengo pendientes, por lo mismo quería escribir algo fácil, como una historia de Rayita. Así que por favor diviértete leyéndola tanto como yo me divertí haciéndola. Rayita puedes ser tú, Rayita somos todas.


Era casi abril y Ludwig había dejado de tomar la medicina desde octubre, era cierto que le ayudaba a estar más calmado en general, a no ponerse a temblar como loco cuando alguien lo saludaba en la oficina, o a no ponerse a sudar cuando tenía que ir a la tienda a comprar algo, y hablar con la cajera. Pero había encontrado algo mucho mejor para no pasarla mal en esas situaciones, y eso era evitarlas todo lo que pudiera, y si no podía, siempre estaba la razonable opción de afrontarlas con un par de tragos encima.


Por eso había dejado de tomar las pastillas, y de ir a terapia, para que nadie le preguntara si las había dejado. Extrañaba demasiado el sabor amargo, frío y chispeante de una buena cerveza mientras veía el fútbol, y más que eso, un litro de cerveza le daba algo que estaba necesitando aquel día de octubre en específico; un poco de valor.


Iba a ser cumpleaños y sentía que se lo merecía, estuvo averiguando sobre el asunto con anticipación, y cuando llegó el día guardó el frasco con las pastillas que quedaban en el fondo de un cajón, y se bebió sin pausa un litro de burbujeante valor.


Se regaló una hora con una chica que también había escogido y pagado con antelación, y le gustó, después de todo, hacía tiempo que no estaba con una mujer, y no había tenido que pasar por el infierno de tener que conocer a alguien y hacer el intento de caerle bien para fracasar estrepitosamente, antes o después de estar con ella. Le gustó tanto también, que por un poco más de dinero la chica hubiera dejado que la atara, y fuera un poco rudo, como siempre había querido, que desde entonces iba al mismo lugar una vez por semana, y se volvió parte de su rutina.


Le gustaba que las cosas fueran así, parte de una rutina que no variaba demasiado, y se arrepintió de haber variado esa rutina sin ninguna razón. La semana anterior había pagado por dos horas en lugar de una, y su economía no le había permitido volver a ir por su hora semanal. Al menos tenía todavía la cerveza en el refrigerador.


Decidió dedicarle un poco de tiempo al trabajo, y entre su proyecto pendiente y el mal humor por no haber podido seguir su rutina, terminó más borracho que de costumbre, mucho más de lo que pensaba que era su límite un martes por la noche. Dejó los "papeles importantes" a un lado, todavía consciente de que ya no era capaz de trabajar, y en los papeles no importantes dio con las solicitudes de compañeros de cuarto que habían hecho trabajadores extranjeros a la empresa donde trabajaba.


Llevaban haciéndolo un par de años, cada vez que querían contratar a algún extranjero que no tenía aún donde quedarse, hacían circular sus solicitudes entre los demás empleados, para que fuera más fácil encontrar un alquiler o una casa de acogida y pudieran obtener sus visas de trabajo.


Empezó a leer una al azar. Era la de Rayito, era ingeniero igual que él, algunos años menor, y venía de Bananalandia; se describía a sí mismo como una persona tranquila y ordenada; no fumaba, era bebedor social, y sus hobbies eran cocinar y hacer ejercicio. Ludwig pensó por un momento, como algo casi imposible, que tal vez podía ofrecerle una habitación a Rayito.

Corona helada - Hetalia - Alemania X Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora