Ya no había manzanas en el árbol, se habían ido junto con todos los niños con los que compartió en aquella parroquia de acogida.
Las hojas estaban secas, el tallo apenas sostenía las ramas quebradizas y, con ellas, sus sueños. ¿Era la llegada del otoño o los años que había pasado lejos de ahí? Evitó muchas veces entrar en el jardín de la parroquia, no porque hubiera pasado malos momentos ahí exactamente, sino que le recordaba que luego del abandono de su madre, su padre se había hundido en un alcoholismo que les quitó su hogar.
Se recordaba en las mesitas de en medio comiendo y riéndose con varios niños de distintas edades, con los que iba a todos lados. También visualizaba a la madre que les contaba cuentos mientras caminaba de una punta del jardín al otro para que todos los niños y niñas pudieran escuchar lo que la historia contaba, nunca escuchaba el cuento completo, a veces se perdía en los bichos que caminaban por el pasto, otras simplemente pensaba en su papá, en si su madre era más feliz luego de irse, en si ese era su destino desde el día que lo concibieron.
—¿Puedo ayudarte en algo? —preguntó una voz masculina a su espalda.
Se giró ante la nueva presencia, era un muchacho de negro con el fleco espeso y despeinado tapándole las cejas, sonreía con dulzura: —Solo estaba de pasada —contestó Hongbin, desvió la mirada una vez más al manzano antes de dar media vuelta hacia el lugar que lo llevó ahí.
—¿Buscabas a la madre? —inquirió el hombre, dando un paso hacia Hongbin.
—No... —Miró a quien tenía enfrenten de arriba abajo y sin dudarlo preguntó:—¿Quién eres tú?
—Ayudo a limpiar aquí y los útiles que usan en las misas a veces, me llamo Taekwoon —contestó con energía, extendiendo su mano hacia el contrario.
Lo dudó unos segundos, viendo los dedos de la mano que le ofrecían. Tenía sentido que fuera tan amable siendo que trabaja ahí, donde la gente solo iba a sentirse bien, en paz y en casa. Tomó su mano, estrechándola, porque daba lo mismo: —Hongbin.
El muchacho lo tomó del antebrazo amablemente y lo invitó, con un movimiento de cabeza, a entrar a la parroquia. Aunque estuvo tentado en seguirlo, por lo empática de su sonrisa, sus pies no quisieron moverse y no iba a obligarse a enfrentar algo a lo que no estaba listo.
Se zafó del agarre con una mueca en el rostro, aprovechando que alguien más había aparecido en la puerta de la parroquia, Taekwoon abrió los ojos, pero no desaprobó su actitud de ninguna forma. Hongbin intentó sonreír a ambas personas antes de que pudiera sentir la presión en su pecho y las lágrimas que le quemaban por la garganta dispuestas a salir por sus ojos.
El muchacho en la puerta lo veía con el rostro sereno, tenía el cabello castaño, alborotado hacia todos lados y medía más que él y Taekwoon.
—Dejé las cosas atrás, te espero allá —sentenció el castaño viendo a Taekwoon y dio un vistazo sin prisa a Hongbin para entonces desaparecer dentro de la parroquia.
Taekwoon se posó frente a Hongbin, sin borrar su amabilidad del rostro, acercó su mano a su rostro para limpiar las silenciosas lágrimas que corrían por sus mejillas, pero Hongbin lo apartó de un manotazo, yéndose sin decir nada. Porque no necesitaba la compasión de nadie.
Caminó con rabia por las calles, intentando hacer que el llanto parara. Los pensamientos no paraban, su madre harta de la vida de la que era partícipe, porque nunca había querido ser ama de casa, ni madre, y su padre solo vivía para ella y con su marcha dejó de vivir conscientemente. Luego había entrado la casa de acogida, con personas que lo querían y cuidaban de él como nadie más lo había hecho nunca, y entonces llegó la mayoría de edad y lo echaron a un mundo que solo le había hecho daño, a ser parte de la sociedad, a valerse por sí mismo aun si no se creía listo.
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Una noche tranquila
FanfictionMotivado por lo mal que le ha ido en la vida toma un montón de malas decisiones y ni el repentino sueño noble que lo impulsa a seguir adelante, lo hace cambiar de rumbo. Pareja: Sanghyuk x Hongbin (Hyukbin)