Período Edo, año 1756. Algún Ghetto para Hinin.
Aún cuando Kioto se concidera como la capital oficial de Japón, era en Edo, donde se concentraba el poder político real, y por ello, su peso sobre el país llegaba a ser superior. Los daimyō establecieron sus residencias en aquellas tierras, dónde sus mujeres e hijos debían acomodarse a vivir.
En esta época, la crisis en Japón era catastrófica; debido a la hambruna que reinaba y la pobreza que se expandía cuál plaga por el honorable imperio japonés; el cuál tenía absurdas y rigurosas leyes con respecto al comercio exterior y toda la comida acababa siendo para la clase alta de la sociedad japonesa, dejando a los más desafortunados morir de malnutrición.
Era inevitable que existiera la delincuencia, dónde el más apto sobrevivía y los débiles se pudrían y convertían en estiércol. Pese a los severos castigos que existían para los criminales, parecía que la época de paz que se había creado no era más que una utopía.
La imagen idílica de Japón se veía impedida en mayor parte por la clase más baja que merodea por las orgullosas tierras niponas: los hinin.
Seres que no eran considerados humanos, ni animales, no eran dignos de pertenecer a la tierra; criminales, convictos, vagabundos, violadores y asesinos. Este grupo sufría toda clase de discriminación y castigo, desde la mutilación hasta el destierro, está última en el mejor de los casos, pues la muerte era el castigo más atemorizante; antes de la ejecución, toda clase de torturas eran empleadas contra el alma impura que cometiera un delito.
Para que está inmundicia no se llegará a mezclar con el resto de personas, eran enviados a vivir en poblaciones solo para ellos, lejos de la sociedad. La lamentable situación de aquellos seres sin nombre los llevaba a la muerte, para sobrevivir tenían que vender o asesinar a sus hijos; las niñas de buena cara eran consideradas bendecidas, sus padres las vendían a casas de prostitución en Edo, Kioto o tal vez Osaka y estás encontraban una vida mucho más digna que la que pudieran ofrecerle en aquellas restringidas áreas de muerte. Por el contrario, siendo hombre, solo existía el corrompido camino del hurto.
Escalar para salir de esta zona negra era una tarea casi imposible, los cuerpos mugrosos eran muy débiles y ni siquiera servían para ser sirvientes o esclavos. La situación era fatal para todo aquel que llegara a caer en este mundo.
Si eras pobre, enfermo o haz cometido un hurto menor, cabía la posibilidad de escapar de aquella área de desprecio y aspirar a ascender a eta; que, aunque no era mucho mejor, al menos podías vivir de algo estable.
Para los Hinin, especialmente los padres que tenían niñas, existía un rayo de esperanza deslumbrante. Aquella carreta que venía y compraba a las jóvenes que serían después prostitutas. Podría parecer que el destino de una mujer que vende su cuerpo era oscuro, pero las más bellas podían llegar a parar en una honrada casa de bellezas y convertirse en Oiran.
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- Oiran - [Toi×Kazuki]
FanfictionEl periodo Edo en Japón podría ser considerado como el tiempo de calma antes de la tormenta, con un costo muy alto al crear barreras imaginarias que lo llevarían al aislamiento durante un largo tiempo. Pese a su recluimiento, Japón floreció con gra...