D I E Z

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[...]

Había llegado al salón de clases corriendo. Su rubio cabello estaba despeinado, pequeñas gotas de sudor caían por su rostro, su ropa estaba desaliñada y su respiración agitada. Además de, claro, llevar una carpeta repleta de hojas en la mano.

Daba un poco de lástima.

Respiró profundo al estar en la puerta, antes de entrar. Acomodó de un movimiento  todo su cabello hacia atrás, para ver si así el calor que sentía lo abandonaba.

Tenía todas las miradas en él, pero no le sorprendió mucho. ¿Quien no lo vería?

¿Él de verdad era Chloe?, porque de ser así, más de una comenzaba a dudar de si misma.

—¿Chloe?, ¿qué te pasó? —se acercó a él Sabrina, tímidamente.

—Me quedé dormido. — contó.  —Estaba tan concentrado en no olvidar las hojas, que olvide que tengo empleados que me traen a la escuela en una lujosa y cómoda limusina. Así que corrí hasta acá.

Sabrina rió levemente, para después cubrir su boca asustada.

—Perdón, no quise reírme de ti es solo que...—intentó excusar.

—No te preocupes, si no estuviera molesto conmigo mismo también me estaría riendo. — le sonrió.

De verdad que le dolia que todo aquí fuera como antes. Todos le tenían miedo, nadie hablaba con él, Sabrina solo mostrando su máscara de amiga perfecta por miedo al rechazo... sentía que había retrocedido en ese mundo que ni siquiera avanzó.

Él ya tenía conversaciones casuales con todos en su salón, ya hacían bromas con él e incluso -los más osados- de él.  Por fin después de mucho, se sentía parte de algo. Y aunque no lo fuera, él lo sentía especial.

Y aquí no había eso. Chloe seguía sola. Chloe seguía siendo... la odiosa hija del alcalde.

¿Acaso no se cansaba?, ¿no se sentía hastiada de la soledad, de la hipocresía y ... de si misma?

Él lo hacía.

Sabrina le miró sorprendida, pero al final imitó su gesto de sonreir sinceramente. Colín creyó que esa sonrisa le quedaba perfecta.

—Entonces... ¿crees que sea buen momento para decirte que tienes tu suéter puesto al revés? —contuvo las carcajadas.

—¿Qué?— miró su atuendo. Efectivamente, tenía el suéter mostaza -un horrible tono de mostaza- puesto al revés. Las costuras se notaban, y ahora que prestaba atención, se sentía un poco incómodo. Suspiró frustrado. —Tu no viste nada, ¿de acuerdo? —La vió asentir frenéticamente.—Te lo pido como un favor de amigo, ¿bien?— completó.

No quería volver a aquel papel de dictador.

Y de nuevo, Sabrina sonrió. Ella no sabía que rayos pasaba con Chloe, pero no le desagradaba.  Justo ahora se sentía como su amiga, y no como una empleada más.

—Entonces lo voy a pensar.

—Ah, veo que te acostumbras rápido. —soltó sarcástico, entregándole el montón de papel que cargaba y sostuvo sus gafas de sol con la mano para poder quitarse el suéter.

La prenda aún le cubría la cara cuando escuchó una voz.

—Buenos días, Colín. — le siguió un bostezo.

—Buenos días, Marinette. — le respondió tranquilamente.

—¿Colín?— preguntó otra voz masculina.

Fue cuando reaccionó al saludo. Se quitó  el suéter completamente alarmado, mirando con sorpresa a Adrien -y a la mayoría del salón - viéndolo con confusión. Marinette también parecía sorprendida, tal vez también notando apenas el grave error que habían cometido.

Si claro, mantener su identidad hasta que todo se resuelva, fingir ser Chloe. Habían logrado mantenerlo dos días de clases, ¿se podía considerar un récord?

—Eh...— musitó ella. —Si... es el apodo que le puse apenas hoy en la mañana. ¡Sí, eso!— excusó torpemente. —Ella me llama panadera, así que aprovechando su condición le cambié el nombre...— después de eso, comenzó a reír falsamente.

Muy falso, según Colín.

—Pero él parecía familiarizado con el nombre. — cuestionó Adrien.

¿Desde cuándo él hacía preguntas?, ¡su querida Adri jamás dudaría de las palabras del panadero!, ¿por qué él si?

—Eso es porque... —comenzó a hablar. Él no tenía idea de qué decir, no era bueno poniendo excusas. Haría lo que mejor sabe hacer para evitar problemas. — Eso no es de tu incumbencia. —respondió, colocándose las gafas de sol. —No más preguntas, no daré ninguna entrevista hoy, pueden irse. —ordenó, como si de una famosa estrella se tratara.

¿Lo mejor?, es que realmente parecía una.

Todos -menos el de ojos esmeralda- obedecieron.  Colín y Marinette suspiraron aliviados, sin notar la presencia del otro.

—Por poco...

—Cuida más tus palabras Dupain, casi nos descubren por culpa tuya.

—Venía medio dormida, no me culpes.

—Si durmieras temprano no estarías tan idiota por las mañanas.

—¿Disculpa?, ¿sabes por qué dormi hasta tarde?, además, tus ojeras están peor que el sábado.

—Mira, mocosa, no me estés hablando así...

—¿Terminaron?— interrumpió Adrien, asustandolos. Lo sabía, algo andaba mal con esos dos.  No sé iría sin una explicación.

—Puedo explicarlo... —pensó por un momento.  ¿Cuál sería su apodo aquí?, solo cambiaba la última "a" por una "o" ¿no? —... Así que tranquilizate Adrilindo ¿de acuerdo?

—Es Adribuu o Adrikis, impostor.

—¿Qué?, ¿en serio?, suenan horrible...— Marinette le dió un pequeño golpe, para que reaccionara. —Digo... ¿de qué hablas?, eso fue lo que dije... no se porqué me dices impostor...

La mirada de incredulidad de Adrien le sorprendió un poco.

—¿No creen que tengo derecho a saber que rayos pasa?, Chloe es mi amiga de la infancia, mi mejor amiga.

La azabache miró a Colín.  Ella no podía decidir eso. Se haría lo que él dijera.

Suspiró frustrado.

—De acuerdo...— aceptó.  —¿tienes hambre?, esto va a tardar un poco.

[...]

Él No Es Chloe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora