XII

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—¿JACKSON? —LO LLAMÉ CONFUNDIDA. Desde donde estaba podía oler el alcohol que Jackson desprendía.

Él volteó rápidamente, pero se tambaleó un poco por lo que me apresuré a ayudarlo a apoyarse contra un árbol. Él me señaló con el palo de Lacrosse que tenía en la mano.

—No necesito ayuda.

—Sí, sí necesitas ayuda —gruñí y lo obligué a sentarse en el piso.

—No le digas a nadie —murmuró y le dio un trago a la botella que tenía.

Yo asentí rodando los ojos. Le saqué la botella y tomé yo un poco.

—¿Qué haces aquí? —pregunté finalmente. Él suspiró.

—Estoy enojado. No me gusta que McCall sea mejor que yo —respondió él arrastrando las palabras—. ¿Y tú qué haces aquí así vestida?

Torpemente se sacó la chaqueta y me la dio. Claro, yo aún esta a vestida con unos pantalones de deporte suelos y un top deportivo. Le sonreí en agradecimiento y me puse la campera.

Pensé durante unos segundos qué decir. No podía decirle que estaba enojada con mi tío por haberme ocultado la sospecha de que el jodido Alfa había matado a mi madre sin revelarle la existencia del mundo sobrenatural.

—Salí a correr  —respondí.

El asintió, sin preguntar porqué saldría a correr al bosque y de noche. La verdad era que seguía en el bosque porque no quería hablar con Derek y tampoco quería ir a mi casa. Necesitaba pensar.

—Te llevaré a tu casa, Jackson. Dame las llaves de tu auto —él se quejó un poco, pero terminó dándome las llaves del auto.

Caminamos hacia la entrada de la reserva, que era donde tenía estacionado el Porsche, y lo ayudé a subir al asiento del copiloto. Le di su stick y luego yo me subí al asiento del piloto. En silencio, comencé a manejar hasta que frené en un kiosco. Bajé a comprar dos botellas de agua y unos bocadillos porque tenía hambre. No había comido nada desde el desayuno, Derek no tenía exactamente su alacena llena de comida. Le di a Jackson una de las botellas, la cual se tomó en cuestión de segundos, y luego se devoró su comida. Revisé la guantera de Jackson, donde estaba su billetera y de ahí saqué su licencia de conducir para fijarme su dirección. Cuando la tuve, conduje en silencio hasta su casa lo cual no estaba muy lejos, por suerte, pero de todas maneras Jackson se quedó dormido en el asiento.

Suspiré y lo sacudí cuando llegamos.

Él abrió los ojos y me miró con molestia. Yo bajé del auto y fui hacia la puerta del copiloto, la cual le abrí.

—Hazte a un lado, creo que voy a vomitar.

—Ay, por todos los Dioses —murmuré.

Por suerte, Jackson solo hizo unas arcadas pero no vomitó. Cuando se sintió mejor salió del auto y me arrebató las llaves. Me apuntó con su dedo.

—Si le dices a alguien te asesinaré socialmente.

Alcé una ceja y me desabroché la campera.

—Eres un chiste, Whittemore. Entra a tu casa.

—Conserva el abrigo, hace frío, pero mañana lo quiero de vuelta.

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—¿LLEGUÉ TARDE? —INQUIRÍ A TOM. ÉL ME MIRÓ MAL—. ¿Muchas malas noticias?

—Sabes que no —dijo, pero aún así me miró mal—. Pero debiste avisarme que no venías. Me hiciste quedar como un mal padre enfrente del imbécil de Harris.

Sonreí graciosa.

—¿Por qué?

—Cree que no puedo controlar ni a mi propia hija, mucho menos a los delincuentes de la ciudad. Me encantaría sacarle en cara ese arresto a los diecisiete por posesión ilegal de cannabis.

—Deberías arrestarlo para que sepa que nadie se mete con los Collins.

Tom sonrió de lado.

—Sube al auto o la arrestada serás tú. ¿Dónde está tu auto?

—En la mansión Hale.

Antes de que pueda responderme, escuché un gruñido. Durante un segundo creí que era el Alfa, de veras que lo creí, y probablemente Scott, que estaba a unos metros de distancia, también porque enseguida me miró.

Mi audición estaba agudizada, por lo que mis oídos se aturdieron cuando la gente comenzó a gritar. Stilinski se acercó a mí corriendo.

—¿Qué está pasando? —preguntó.

—Es... —fruncí el ceño y miré a animal que amenazaba a los estudiantes y sus padres—. Un león de montaña.

Escuché a Tom exigirles a la gente que no entre en pánico mientras sacaba su arma con movimientos lentos para no alterar al animal.

—¿León de montaña?

—Un puma —expliqué. El animal me miró a mí y me gruñó.

—Ya sé, tonta —espetó el castaño—. Pero... ¿nada sobrenatural? ¿Dónde está Scott?

—A no ser que sea un hombre puma, no. Nada sobrenatural. Scott está con Allison. ¡Sheriff, cuidado! —exclamé, pero fue tarde.

Un auto intentó salir del estacionamiento desesperado, golpeando a Noah. Tom tomó a Stiles del cuello de la camisa para que se quede quieto y yo fui hacia el hombre. Después de todo, si el puma atacaba yo me curaba, Stiles no. En efecto, era el movimiento que el puma esperaba, porque enseguida rugió y se tiró hacia mí.

Dos balazos me dejaron aturdida, y el puma cayó muerto con dos hoyos de bala en el cuerpo. Me tapé el brazo que las garras del animal atrapó y miré a Tom, pero este miraba al padre de Allison, Chris Argent, que apuntaba al puma con un arma.

Stiles se dirigió a su padre y Tom y Melissa McCall se acercaron a mí. Scott y Allison se acercaron también.

—Madi, ¿estás bien? —preguntó Tom.

Asentí y sequé la sangre de manera disimulada. El brazo estaba curado.

—Juraría que el puma te hirió, Madi. ¿Segura estás bien? —inquirió el sheriff, acercándose con Stiles.

—Yo estoy bien. Usted necesita atención médica, sheriff —intenté cambiar de tema.

—¿Herirla? Creo que vi la sangre salir de tu brazo, Madelaine —dijo Melissa—. Llamaré a una ambulancia para ambos.

Cuando Melissa se alejó para llamar una ambulancia, Scott tocar mi brazo. Me corrí.

—Estoy bien, Scott.

Volteé a mirar a Tom, quien me abrazó de costado.

—¿Estás bien? —yo asentí. Tom miró a Chris Argent—. Espero que tenga permiso para usar un arma, señor Argent. Llamaré a control animal.

The Liar Wolf [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora