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Me coloqué mi chaqueta con enojo y luego me subí a mi bicicleta mientras pedaleaba con rapidez y algo de furia.
Mi completamente injusta detención comenzaba hoy y debía llegar a tiempo, a mi desgracia sabía que Scott estaría allí pero intentaba no pensarlo demasiado.
Le dejé la tranca a la bicicleta y luego entré quitándome los audífonos y guardándolos en mi mochila, me dirigí a la cafetería y entré en donde los alumnos no suelen entrar. Me coloqué un delantal y me sujeté el cabello para luego comenzar a lavar las cosas.
Luego de unos cuantos minutos sentí la puerta detrás de mi y al abrirla Scott entró al desorientado.

-Llegas algo tarde-hablé girándome para volver a concentrarme en los platos.

-Lo sé-contestó sin importancia-¿qué tienes puesto?-ahogó una risa.

-No planeo ensuciar mi ropa-contesté obvia aún sin mirarlo.

-¿Sabes que debo hacer?-habló casi en un susurro y lo miré incrédula.

-Debemos limpiar toda la cafetería, Scott-me miró esperando a que siguiera hablando y suspiré-lavar las mesas, barrer, trapear, lavar platos, todo lo que haya para hacer-soltó un grito algo exhausto aunque aún no había hecho nada.

-¿Quieres dejarme lavar?-negué-¡Vamos!-comenzó a mover mi brazo-vamos, vamos, vamos, vamos-golpee su brazo enfurecida.

-Eres un maldito niño-chillé quitándome el delantal golpeándolo contra su pecho-haz lo que quieras.

Me alejé de él para tomar una escoba.

-Eres tan linda-rodé los ojos.

-Debes usar eso-ordené señalando el delantal y él negó riendo.

-Ni en sueños.

-Pues entonces ensuciate-salí de allí para comenzar a barrer la parte del comedor donde estaban todas las mesas.

La patética presencia de Scott aquí disminuyó al alejarme de él y eso había sido bueno ya que había logrado tranquilizarme otra vez. Al cabo de unos quince minutos, cuando estaba casi acabando de barrer todo la puerta se abrió y vi a Scott caminar con lentitud, tenía burbujas de jabón a lo largo de su pecho, algo en su pantalón y su rostro estaba algo contraído con sus ojos cerrados con fuerza. Ahogué una risa que amenazaba demasiado por salir.

-¿Qué haces?

-Tuve un pequeño problema-habló sin abrir muchos la boca-¿puedes ayudarme? no veo nada-me acerqué a él.

-¿Porque no lo haces tú?-levantó sus manos y noté como tenía más jabón allí.

Negué rodando los ojos y con delicadeza comencé a pasar mi mano por su rostro para quitarle el jabón, su piel era suave y cálida al tacto. Con un pequeño pañuelo que traía le terminé de sacar todo el jabón y abrió sus ojos con lentitud mientras parpadeaba repetidas veces. Soltó un pequeño quejido y luego me miró finalmente regalándome una sonrisa tranquila.

-Muchas gracias-asentí.

-Te dije que debías usar eso-señalé el delantal y luego miré su ropa al igual que él, no pude evitar soltar una risa por su expresión y rápidamente él también rió levemente-Ve a limpiarte, pero lejos de aquí porque ya barrí-lo miré amenazante y él volvió a la cocina.

Terminé de juntar la basura del suelo y luego miré las mesas, eran demasiada para que las limpiara yo sola asi que me encaminé a la cocina para pedirle ayuda a Scott y de paso agarrar lo necesario.
Una vez abrí la puerta mi mandíbula se vio paralizada al ver a Scott parado junto al fregadero con su remera en una mano y su torso totalmente desnudo.

-¿Qué haces?-me miró.

-¿Disfrutas de la vista?-rodé los ojos ante su sonrisa coqueta.

-Pueden castigarte por eso-pasé junto a él sin tocarlo.

-Ya estoy castigado ¿cierto?-habló simple.

Al girarme lo noté más cerca de mi y mis manos terminaron chocando contra su pecho, solté un quejido y me alejé topandome con la pared.

-Aléjate-rogué.

Soltó una pequeña risa y luego se hizo a un lado con facilidad.

-Devuelve la ropa a su lugar y luego ven a ayudarme con las mesas-hablé rápido para salir apurada de allí.

Moví mi cabeza frenéticamente y eliminé cualquier pensamiento extraño de mi mente. Aparentemente Scott tenía un cuerpo de ensueño, está bien lo acepto, pero no por eso iba a darme el lujo de dejarme pensar en esas cosas.
Cuando el chico apareció me mantuve alejada en las mesas mas lejanas a él.

-¿Quieres que te cante?-habló repentinamente, dejé de limpiar y lo miré para luego negar y seguir con los mio-¡Oh vamos!-rió-canto lindo, puedo asegurarte eso-mordí mi labio escondiendo una sonrisa.

-No me interesa, Scott-lo miré-no quiero que cantes, quiero terminar lo antes posible para lograr irnos-rodé los ojos volviendo a limpiar.

-Está bien, está bien-asintió decepcionado-entiendo.

Siguió limpiando pero en pocos segundos sentí como comenzaba a tararear un ritmo, negué riendo levemente.

-L...is for the way you look...at me-comenzó a cantar casi en un susurro-O is for the only one I see, V is very very....¡extraordinary!-gritó y no pude evitar soltar una fuerte carcajada-E is even more than anyone-de un salto subió a una mesa-that you adore can-me señaló-¡Vamos! se que conoces a Frank Sinatra ¡canta conmigo!-exigió y yo negué-love is all that I can give to you-saltó de la mesa al suelo y de allí a otra mesa-love is more than just a game for two-comenzó a hacer un baile extraño haciendo que fuera casi imposible no reír-two in love can make it, take my heart and please don't break it-negó con el ceño fruncido-love was made for me and you.

Comenzó a hacer ruido de instrumento y sujeté mi estómago del dolor que sentía por reír tanto.

-Ya bájate de ahí-hablé entre risas mientras quitaba algunas lágrimas de mis ojos.

Él rió y se bajó con lentitud.

-¿Notas que lindo canto?-asentí sarcástica y me tiró el trapo que tenía en su mano haciendo que golpeara directo en mi rostro.

-¡Oye!-grité y le tiré el que tenía en al mano.

-¿Eso es guerra?-me miró extraño y en pocos segundos ambos comenzamos a correr por todas partes.

Él venía detrás de mi corriendo con rapidez y mis pies ya no querían más, era mucho más alto que yo y se le hacía más fácil moverse más rápido.

-¡Cuidado con eso!-señalé el suelo pero él me ignoró pensando que era un engaño y sin hacerme caso pasó por donde acaba de advertirle y aterrizó con fuerza en el suelo haciendo que riera-¿Estás bien?-me acerqué riendo.

-Si Emma, claramente estoy bien-se quejó.

Estiré mis manos para ayudarlo a incorporarse. Me miró dudoso y luego tomó mis manos, pero no me dejó hacer fuerza hacia arriba y el cinchó hacia abajo mandándome al suelo.
La mitad de mi cuerpo quedó encima del suyo y me sonrojé, giré y caí junto a él.

-Eres un tonto ¿eres consiente?-asintió orgulloso y yo negué riendo.

Levanté mi muñeca y miré el reloj en ella.

-Debo irme-me incorporé.

-¿Porque tú puedes irte?-me miró ofendido.

-Mi castigo es menor que el tuyo-entré en la cocina tomando mis cosas y volví a donde él estaba-aparte tengo que hacer algo ahora y no pretendo llegar tarde-sonreí falsamente.

-Eso es trampa-entre cerró sus ojos y yo negué.

-Tómalo como quieras-me encogí de hombros-pero yo me iré y tu te quedaras, y eso es suficiente satisfacción para mi-me miró incrédulo y reí-adiós, Scott.

-Adiós, Emma.



Cuando nos amamos 2do LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora