•DOS•

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''Lo que no te mata, te hace feo
Si la vida te da limones, al menos te dio algo.
¡OK!
Así que si me rompo la cara, no será mi día más oscuro.
Mi cara es solo mi cara''

Break My Face - AJR

Go Ah Ra podría jura por su vida que alguien había asomado su cabeza desde el letrero de piedra inmenso que daba la bienvenida a las instalaciones de la empresa.

La chica miró curiosa un rato largo esa dirección para intentar ver a la persona que se ocultaba y, pese a que no apareció otra vez, no se sintió para nada segura.

La noche había caído demasiado pronto a su parecer, era eso o que otra vez se le había ido la hora por trabajar en el proyecto que debía presentar la semana siguiente a sus superiores, lo que venía ya siendo rutina. Go Ah Ra no tenía que hacer más que implementar medios audiovisuales para la propuesta que ya había ideado su compañera, quien fue hospitalizada en el peor de los momentos, cayendo su trabajo en los hombros de Ah Ra. Siendo el caso, y que la chica era poco creativa, se veía cada día haciendo involuntariamente horas extras sin mostrar avances en su proyecto.

Pero aquella noche se había excedido, mucho más teniendo en cuenta la situación en la que Corea se encontraba. Mayormente Busan.

Su compañero Lee había sido el último en estar con ella, habiendo dejado los recintos hace poco más de 20 minutos. En cualquier caso esto era un dato que no interesaba ya que de haber seguido ahí, no hubiese acompañado a Ah Ra debido a que ambos seguían direcciones opuestas. Lee tampoco había vuelto a ofrecer llevar a Ah Ra y a otras compañeras a sus hogares o, ya de paso, a la estación de Bus desde que su esposa había armado un escándalo colosal en las instalaciones cuando encontró el labial de alguien en el piso del auto.

En cualquier caso, a la puerta de su trabajo, una enorme empresa, notó que alguien se ocultaba tras la piedra de la entrada.

El área era un espacio verde con un cuidado jardín de rosas, como las empresas acostumbran a tener para alardear sobre la elegancia de este; las empresas grandes también tenían, comúnmente, portones y  vigías nocturnos. Esta no. La morocha era sólo acompañada por la luz de la luna.

Bueno, también por esa persona oculta.

Ah Ra comprendió que seguir parada ahí pronto dejaría de ser seguro, aunque quisiera evitar moverse, tendría que hacerlo. Pese a haberlo visto por la entrada, el establecimiento disponía de amplios caminos de cerámico dibujados en el piso, podía pasar junto al sujeto como también evitarlo por una dirección totalmente opuesta.

El problema sería si decidía seguirla. La chica ya comenzaba a pensar, si este decidía hacerlo, en el momento en que entre en las calles más desoladas que conducían a su hogar.

Sería un episodio catastrófico.

Finalmente se movió. Su resolución más simple era la siguiente: en lugar de salir disparada como una gacela y orar para que su buen camino se ilumine y pueda llegar a salvo a casa, prefería caminar despacio, con cortos pasos y a la defensiva.

No había forma de que ella pudiera ser más rápida que nadie, el atletismo no había sido su fuerte nunca y no lo sería en ese momento sólo porque su vida dependiera de ello. Por ende, era mejor esperar a que él decidiera atacarla, preparándose para defenderse. Sabía como hacerlo, había golpeado a su amigo tantas veces que aseguraba en su cabeza poder golpear también a este idiota.

Sociopath KillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora