Empleado del mes (Stony)

Capítulo XV

Tony POV

Steve sonrió maliciosamente para finalmente ceder ante mis súplicas y se introdujo suavemente dentro de mi. Espero unos segundos y luego comenzó a moverse, el vaivén de sus caderas hacían que tomara con más fuerza las sábanas de la cama. Luego me tomó para comenzar a besarme mientras continuaba su acción, sus besos me dejaban completamente a su merced haciendo que perdiera la poca movilidad que tenía sobre mi cuerpo, simplemente estaba a su disposición. Yo no podía sentirme mejor, cada estocada que él daba se sentía como si fuegos pirotécnicos explotaran en mi interior desatando sensaciones increíbles. Cuando dejé salir mi voz y solté pequeños gemidos, él incrementó la velocidad de sus movimientos y su profundidad, luego tocó aquel punto mágico e hizo que finalmente soltara un gemido sonoro mientras lo tomaba del cuello. Al finalizar él, me besó y salió de mi interior. Luego me acarició y comenzó a arroparme nuevamente con dulzura, aquella que no se asemejaba a sus acciones momentos antes. Sonreí cuando nos tumbamos en la cama y el me rodeó con su brazo para abrazarme y darme el espacio para acurrucarme sobre su pecho.

— Steve si sigues así, mostrándome cada día una nueva faceta de ti, me volveré loco.
— ¿Acaso no te gustó? Tus expresiones no me parecían de disgusto. —rió.
— Me fascinó Steve, eso es lo peligroso. Cada movimiento que haces logra enloquecerme. ¿De dónde sabes tantos trucos? ¿Cómo se te ocurre experimentar así? Cuando recién te conocí sólo creía que eras un tipo anticuado y aburrido, vaya sorpresa que me he llevado.
— Tengo algunos trucos debajo de la manga aún Tony, así que tienes que prepararte. —sonrió.
— ¡Oh no! ¡Parece que sí tendré que conseguir una silla de ruedas entonces!

Fingí cara de terror y él rió abiertamente. Yo reía sobre su pecho que subía y bajaba al ritmo de su risa, qué encanto. No pude evitar depositar un pequeño beso sobre su pecho y aferrarme más a él, luego comenzó a acariciar levemente mi brazo.

— ¿Sabes? Podría acostumbrarme a esto de venir a tu casa.
— ¡Quédate por siempre! —miré el reloj que apuntaba a las doce de la noche.— Pero más te vale que no huyas en la mañana como hiciste la otra vez, no pudimos desayunar juntos.
— ¿Harás otro puchero si no es así? —sonrió.
— Te encerraré aquí si eso es necesario, te lo advierto.
— Como guste Señor Stark, no tengo más opciones que ceder ante su amenaza, pero no olvide que me vengaré. Ahora es hora que descanse.
— Te dejaré en paz sólo porque sí estoy totalmente agotado. No quiero señalar culpables, pero un chico rubio me robó todas las energías.

Él me apegó más a su cuerpo y con mi rostro pegado a su pecho le abrí las puertas al sueño y cansancio acumulado por mi larga jornada de trabajo el día de hoy. Mientras, Steve jugaba un poco con mi cabello enredándolo entre sus dedos esperando a que yo cerrará completamente los ojos. Esa noche fue mágica, me trajo paz como nunca la pude haber imaginado, había dejado atrás todas las incertidumbres y pesares que me habían acompañado noches atrás. Ahora sólo podía soñar con el rubio hermoso que se hallaba acurrucado en mi cama, en su risa que alegraba mis días, sus ojos que traían la tranquilidad del mar a mi vida, en sus delicados labios rosados y su sabor, en el precioso regalo que resultó ser que haya decidido cruzar las puertas de mi edificio y de mi corazón.

...

Me desperté lentamente, dejando que el aire fresco de la mañana llenara mis pulmones para recargar energías. Al abrir mis ojos presencié el rostro de Steve dormido, sus ojos cerrados acentuaban más sus largas pestañas, parecía un ángel con esa expresión tan delicada y su respiración calmada. Llevé mi mano a su rostro y acaricié suavemente su mejilla, él se movió un poco y yo me detuve inmediatamente por miedo a haberlo despertado, suspiré al ver que aún dormía plácidamente. Ni si quiera le di importancia al ver la hora, sólo me dediqué a abrazar a Steve y volver a cerrar mis ojos, no lo privaría de su sueño que tanto disfrutaba.