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Tuvieron que saltar.

Y no fue sencillo.

Amarraron las sabanas de Mike para hacer una cuerda, aun así, quedan unos cinco metros antes de tocar el suelo. No había nieve que aminorara la caída, aun así, lo hicieron.

El último en bajar fue Pete, mientras lo hacía tenía la cabeza agachada y apenas emitió un susurro cuando Michael lo ayudo.

Mike hubiera querido ayudar en vez de Michael, pero Larry dijo que no era su lugar y Bloodrayne dijo que lo mejor era dejarlo atrás. Con el sonido de la turba más, los guió hasta el auto de su padrastro, ahora era su turno de conducir.

Mientras se acercaba a la escuela, la turba se hacía cada vez más pequeña y las voces se alejaban. Más de una vez, Mike miró por el retrovisor. No le gustó nada lo que vio. Ese Pete de mirada perdida, no era el Pete que conocía. Sintió una punzada de dolor en el pecho.

–No te preocupes–le dijo Larry, que iba de copiloto–. Todo estará bien.

Su amigo vampiro le sonrió, llevaba una bolsa con todo lo que agarró de su cama, la fotografía de H.P. Lovecraft y la figura de Cthulhu.

Mike le devolvió el gesto, pero su sonrisa era quebrada. No sabía que se refería Larry. Las cosas iban a estar bien con Pete o que las cosas saldrían bien con todo el asunto de los fans de King

Justo cuando llegó a la escuela, se dio cuenta de su error.

De sus dos errores. No tenía las velas rojas para la invocación y había perdido a Pete por una idiotez. De repente los ojos le escocieron.

–No te preocupes–le dijo Bloodrayne cuando estuvieron dentro de la escuela y le explicó la situación–. Él no te merece Mike–no era lo que quería oír–. Probablemente solo jugó contigo. Además, yo sé dónde podemos encontrar velas rojas.

La sonrisa de Bloodrayne no lo hizo sentir seguro, menos cuando chocó los cinco con Larry.

–Aquí es.

La chica vampiro señala con orgullo uno de los casilleros de la escuela. Los había llevado a todos, góticos incluidos hasta ahí.

Mientras su amiga forcejeaba con la cerradura, los ojos de Mike viajaron a Pete, que se encontraba apoyado en una columna hablando con Henrietta.

–Hey–Larry le señalo con la mirada a Michael.

El gótico estaba al lado de sus amigos, pero no hablaba con ellos en su lugar escuchaba mientras que con la mirada sombras se dibujaban bajo sus ojos, el desprecio creciendo hacia Mike.

"Genial" pensó el vampiro, alguien más lo odiaba.

Quería pensar que no todo era su culpa. Sabía que Pete tenía en parte responsabilidad. Quizás si hablaban todo podría solucionarse. Pero esa seguridad característica en un líder como él, lo había abandonado. Pete lo había insultado, él había hecho otro tanto. Vio a Larry y a Bloodrayne, ambos eran sus amigos. Y estaban con él. Debía confiar en ellos.

–¡No puede ser! –gritó la chica vampiro mientras golpeaba el casillero. No había ninguna vela dentro–. Estaba segura de que las vi aquí.

–¿De quién es el casillero? –preguntó Henrietta acercándose.

Bloodrayne soltó una risita antes de responder

–De Bebe Stevens.

Y como si la acabará de convocar ella apareció por el pasillo.

Llevaba puesto un vestido rojo que le resaltaba los pechos y traía una vela roja en la mano.

–Úsenla–le dijo a Bloodrayne de manera suave como si fueran amigas desde siempre.

Pike SeasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora