◆17◆

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El césped alrededor del Príncipe de Miracles era corto, llegando a cubrir los dedos de sus manos sólo un poco, propiamente hasta los nudillos. Esto facilitaba la acción del ser místico al otro lado del riachuelo, quién con ojos analíticos observaba al joven tomar cierto montecillo en sus puños. Las venas sobresaliendo en sus manos le daban un aspecto maduro, sin embargo, era prueba de la pelea que estaba luchando consigo mismo el heredero.

- Gran Monarca -empezó, con la vista al suelo y tragando grueso, para posteriormente elevarla. La criatura asintió, en un gesto que le instó a proseguir-... Yo -y trato de hacerlo, pero las palabras no salían de su boca por más que lo deseara.

No podía encontrar su voz de pronto... no podía emitir palabra alguna... o quizás... ¿No podía hallar las palabras adecuadas para decir? Jeongguk estaba preocupado... desesperado también. Quería disculparse con el Gran Monarca a toda costa, pero... ¿Cómo? ¿Cómo debía hacerlo? ¿Una simple disculpa por su parte sería suficiente? ¿O debía traer ofrendas? ¿Sacrificar algún bien preciado? ¿Cuál era el protocolo? No conocía los detalles para disculparse con un ser tan magnífico y glorioso. No sabía si debía arrodillarse, o en cambio, jurar lealtad absoluta. No existía un manual para tratar con el Monarca del Reino Oculto el cual pudiese consultar en momentos tan críticos como aquel.

- ¿Alteza? ¿Me iba a comentar algo? -la criatura alzó la voz, con la intención de que el joven levantase la mirada, la cual había bajado después de quedarse en silencio.

Y lo logró.

Entonces Jeongguk con un valor que no sabía de donde había salido, se levantó y, con mirada firme y voz fuerte, dijo:

- Yo deseo disculparme con usted, Gran Monarca, por mi vil comportamiento al principio de nuestro encuentro. No merecía tal trato. Aún si no se hubiese tratado de usted, no debí haber reaccionado con suma prepotencia. Lamento si le ofendí de algún modo. He sido una persona cegada todo este tiempo. Irrespetuoso. Arrogante. Un poco...

El ser místico le interrumpió cuando la voz del joven se fue apagando hasta dudar de lo siguiente que iba a decir. 

- ¿Ignorante? ¿Es esa la palabra que cruzó por su mente?

El joven con labios apretados asintió.

- Alteza, usted no es un ignorante -acotó la criatura, su voz transmitiendo la más suave de las reprimendas-. Los ignorantes son individuos que no saben y tampoco quieren aprender. En cambio, usted disfruta del no saber -explicó, tan calmado y sereno como sólo el Monarca podía actuar.

Porque Jeongguk no se sentía así en lo absoluto. La calma y tranquilidad se hallaban muy lejos de él en ese momento. Por su mente y cuerpo reinando solo la confusión y los latidos acelerados.

- ¿Disfrutar del no saber? Jamás había escuchado cosa semejante -expresó con total sinceridad, y más curioso que un pueblerino ingresando por primera vez al palacio.

La criatura lograba obtener su interés constantemente.

- Eso lo puedo entender, joven Príncipe -respondió el mismo con tono afable-. Los seres que disfrutan del no saber son aquellos que, efectivamente, no saben, pero están ansiosos por aprender. Les gusta obtener conocimiento. ¿No es maravilloso? -sonrió, soñador, mirando hacia arriba, y Jeongguk pudo vislumbrar las estrellas, aunque no precisamente las del cielo nocturno, siendo aún de día era imposible, sin embargo, allí estaban: escondidas en los tiernos ojos grises. Tan brillantes, tan hermosas-. Sus miradas se iluminan cuando escuchan, leen o ven algo nuevo, algo que no conocían anteriormente. Representa para ellos un enorme placer el conocer, el explorar -y el herededo entendió, por supuesto que entendió-. El mismo placer que ha estado experimentando usted sin darse cuenta.

Y Jeongguk jadeó.

- El placer que he estado experimentando -repitió pausadamente, pensando detalladamente sus palabras, sintiéndolas más reales que nunca-... Lo que quiere decir es que...

- En la vida, joven Príncipe, algunas veces se gana, y otras, se aprende -comentó-. ¿Cuál desea usted? ¿A cuál le dará más valor? -y su cabeza giró levemente hacia la derecha, frunciendo el ceño en un gesto interrogante.

Jeongguk reflexionó.

- Realmente -comenzó lento, mirando al suelo y luego levantando la mirada para observar al ser acariciando su anillo, pero con la vista fija en él-... no se trata de cual posee mas valor, ¿cierto?

La criatura se encogió de hombros y negó levemente.

- Sólo usted podrá responder a esa pregunta, alteza. No yo.

Jeongguk asintió, solemne. Por primera vez entendía lo que quería decir el ser místico frente a él.

- Entonces aprenderé, para que el día en que gane, sea porque he aprendido bien...-finalizó, volviendo a sentarse sobre la capa azul desparramada a sus pies.

El Monarca aplaudió, entonces. Su sonrisa iluminado el paisaje por completo.

- Buena respuesta, joven Príncipe. La mejor que he oído hasta ahora.

Monarch [Jikook/Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora