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김석진

Boyfriend

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Salí de mi casa y me subí en el ascensor. Dentro me crucé con el señor Hwang, que entabló conmigo una amigable conversación de pocas palabras como iba siendo rutina.

Tras bajar las seis interminables plantas, salí del edificio con una sonrisa. Coloqué mi cuello de lana gris para taparme un poco la boca. El viento despeinaba mi cabello castaño, mientras me acercaba al Starbucks. Pedí un Caramel Macchiato y un Café Latte para mi compañero.

Después de recibir las bebidas, salí de la tienda y me dirigí a la empresa en la que trabajaba. Entré por la gran puerta cristalina y en seguida noté el buen ambiente.

-Buenos días Shin -Saludó Anya, la recepcionista. Una mujer de unos treinta años, de lacio pelo castaño, que adornaba con un cintillo carmesí. Solía vestir con una camisa refinada y una falda cortada poco antes de llegar a sus rodillas.

-Buenos días Anya.

-El señor Kim te espera en la oficina.

-¡Gracias! -Le sonreí y subí rápidamente las escaleras, con cuidado de no derramar el café.

Al llegar a la puerta de madera blanquecina, la golpeé suavemente unas tres veces. Tras esto, la empujé con el pié y entré.

-¿Jinnie? -Lo busqué con la mirada, sin resultado.

-Aquí estás, ya debe estar frío -Apareció desde detrás mía y me quitó el Café Latte de la mano y le dió un sorbo.- ¡Ah! ¡No lo está!

-Eso te pasa por estúpido. -Sonreí y dejé mi café sobre la mesa.

-¿Y mi beso? -Bufó mi mejor amigo.

Me acerqué a él y dejé un tierno beso en su mejilla.

-¿Feliz?

-Más que nadie. Por cierto, te ha llamado un tal Alex diciendo que quería volver a hablar contigo sobre ese tema. ¿Qué tema?

-Es el nuevo cliente que te dije, tengo que llamarlo para hablar con él sobre el papeleo del libro y todo eso. -Suspiré.

-¿Quieres lo haga yo? -Me senté en la silla giratoria y él en la de en frente.- te tienen estresada entre unos y otros, te vendría bien un respiro

-No hace falta, puedo. -Le sonreí.- pero ¿sabes que puedes hacer por mi?

-Lo que desee mi reina -Me agarró la mano y la acarició con su pulgar.

-Invitame a cenar pasado mañana, por favor. -Sonrió.

-Trato hecho... Pero... ¿Pasado mañana no era la fiesta de cumpleaños de tu madre?

-Mierda.

-Esa boca.

-Perdón... ¿Sabes? Podrías venir. -Me miró asombrado- las fiestas de mi madre siempre son... A lo grande y muy finas, sabes que me voy a aburrir.

-Pero es algo familiar.

-Ella invita a media ciudad, así que yo puedo invitar a mi mejor amigo.