Amantes de papel

Sara

Ciudad de México, 2019.

La última vez que Sara había encendido el radio, había sido meses atrás, pero aquella mañana el sol tenía un brillo especial, un color distinto de esos que te hacen pensar que no será un día normal. Al encender el radio que estaba sobre la mesa de su habitación, está inmediatamente empezó a tocar: "Adiós" de Gustavo Cerati. El día transcurrió con normalidad, haciendo los deberes del hogar, lavando la montaña de ropa sucia que día con día va acumulándose en aquella vieja silla de su alcoba. El radio seguía sonando, solo que ahora había un programa de noticias y entrevistas, de esos que solo te interesan cuando eres una persona independiente y te toca pagar las cuentas. La presentadora invitaba al micrófono a un joven asiático que no hablaba muy bien español, pero gracias a los traductores, esto lo resultó un problema para la comunicación entre estos. Sakagami Tango era un joven de 27 años, estaba en la Ciudad de México presentando su última producción literaria titulada "Los Amantes de Papel". Sara escuchó con atención la entrevista y se interesó como nadie en este libro, necesitaba tenerlo en sus manos ese mismo día, y de ser posible, conocer al autor que estaría a algunas cuantas calles de su hogar, presentando el libro en alguna famosa librería y firmando algunos autógrafos.
Sara apagó el aparatejo de forma brusca, recogió su abrigo y salió a toda prisa del departamento. Recorrió las calles de su ciudad con naturalidad, fijándose antes de cruzar las calles por las esquinas, esquivando algunos peatones que se detenían a mitad de acera sin importar que quedaran estorbando el tránsito, incluso peleando con algunos ciclistas que subían a la banqueta para esquivar coches y ponían en peligro la integridad del peatón. Cada vez más cerca de la librería, Sara sentía que su corazón se aceleraba, no sabía por qué, pero necesitaba comprar ese libro.

Cuando Sara era niña, desarrolló el amor por la lectura gracias a su abuelo. Se sentaban toda la tarde a devorar historias fantásticas, reían entre ellos, compartían historias de aventura que leían cuando no estaban juntos e incluso alguna lágrima llegó a salir, en una de esas fabulosas tardes junto a su persona favorita.
El abuelo de Sara, llamado Javier, había fallecido 2 años atrás, y Sara hasta la fecha aún no podía superar el trágico evento, lo que hacía que fuera una persona solitaria, y se refugiara en sus libros, incluso esto haciendo que no saliera de su casa en todo el fin de semana.
Al llegar a la librería, corrió por los pasillos buscando la sección de romance, y no encontró ahí el libro. Desesperada, buscó ayuda de uno de los empleados de la tienda, el cual amablemente la dirigió al mostrador pidiéndole que esperara, ya que estaba seguro que les quedaba un ejemplar de esta pieza en la bodega. Sara, con lágrimas en los ojos, esperó pacientemente al empleado, mientras el tiempo parecía pasar con lentitud. Cuando al fin lo trajo, Sara no podía creerlo, al fin lo tenía frente a frente. Saco el dinero, pago al empleado, y pidió que lo envolvieran, ya que quería tenerlo intacto, leerlo en perfectas condiciones. El empleado accedió y con gusto se dispuso a envolver la nueva compra de la chica.
Al salir de la tienda, Sara se percató de que ahora la lluvia amenazaba con maltratar la integridad de su nueva adquisición, lo cual después de pensarlo no fue tan grave, ya que tuvo la genial idea de sacar su abrigo antes de salir de casa, y ahora podría resguardar su libro con el.
Sara no sabía que a dos calles de esa librería, pasaría algo que cambiaría completamente el rumbo de su vida. Mientras ella caminaba, un conductor manejaba irresponsablemente, saltándose semáforos en rojo y no respetando el límite de velocidad. El tampoco sabía que en aproximadamente 74 segundos, el destino pondría a Sara en su vida, y no de la manera que él esperaba.