Oiran: tercera parte

62 7 16
                                    

Hekima Jinnai era una mujer sabía y paciente, la vida le ha dado varias lecciones de las que ha aprendido y endurecido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hekima Jinnai era una mujer sabía y paciente, la vida le ha dado varias lecciones de las que ha aprendido y endurecido. Se concidera una guerrera de las circunstancias, pues pese a los tropiezos se a enderezado para continuar orgullosa un extenso camino por delante.

Tanto vivido y aprendido la han convertido en alguien observadora, sabiendo que sus ojos tienen una habilidad sorprendente pese a la edad con la que contaba y su paulatino deterioro, jamás dudo de su perspicacia.

Está vez, su intuición se sacudía intrigada ante el ambiente tan desacostumbrado que rodeaban a Toi. Generalmente, el joven se mantenía a raya y sensato, siempre organizado, con una obediencia destacable. Pero esa tarde, que llegó tarde, se veía inusualmente perdido, en su propia nube rosa.

Era más que evidente el ambiente lleno de felicidad culposa que lo embriagaba, consumiendolo poco a poco. Sus ojos estaban perdidos en su imaginación y contestaba con balbuceos. Aunque Hekima era toda una experta en cuanto crear teorías, la actitud de Toi ese día le dejo desentendida, no era capaz de imaginarse un escenario tan traumático para ponerlo de ese modo.

Lo otro que se le ocurría, era que danzaba internamente de felicidad y pasaba por buenos momentos. Aquella dicha lo habían convertido en un caminante estúpido, completamente ineficaz, estaba tan concentrado en su dicha que no se daba cuenta que había esparcido arroz sobre la tetera.

¿Planeaba hacer té de arroz?

— Kuji-kun — llamo, el joven seguía llenado la tetera de arroz, desbordando el límite de está. Hekima exhaló, viendo la falta de interés de Toi sobre cualquier cosa que lo rodeé. Si Mabu lo hallaba en esas circunstancias, lo golpearía.

Hekima sujeto el puente de su nariz hastiada, estaba muy vieja para tratar con un adolescente embobado. Meditaba las posibilidades, cualquier manera de despertar a Toi de su trance era bien recibida, más nada se le ocurría. Lo pensó, lo reflexionó un montón de veces mientras buscaba desatender el hecho de que Toi dejaba caer la verduras de sus cajas al momento de apilarlas.

Solo se le pasó por la mente un método que usaba con su nieto, aseguraba un cien por ciento su funcionalidad. Tomo su zapato de madera y con toda la fuerza que podía, la aventó contra la espalda de Toi que al recibir el impacto soltó un quejido.

Al instante, Toi notó que no están arreglando las canastas de verduras, sino esparciendo la mercancía por el suelo y pisandolas en el proceso. Se apresuró a levantarlas pidiendo disculpas, pero el hecho de que notará su torpeza era un avance.

— Kuji-kun — llamo Hekima otra vez, captando la atención de Toi. Se relajo al verse atendida por Toi al final, ahora se atrevió a decir aquella idea que la tenía curiosa —. Pareces distraído ¿Te ha ocurrido algo?

Por el tartamudeo y el sonrojo tan poco disimulado, era obvio que algo bueno había pasado. Lo más seguro se trataba de una mujer, si no era eso, entonces Hekima se rendía.

- Oiran - [Toi×Kazuki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora