“El primer día de clases” Parte 2
Regrese a mi salón luego de que notara que solo faltaban cinco minutos para que mi profesor llegara. Eran muy puntuales.
Estuve a punto de permanecer junto a ___ cuando ella no quiso soltar mi mano, pero al final su profesora había llegado antes y la convenció de que me dejara ir a clases. Le prometí que estaría en cuanto dieran el timbre para desayunar.
El profesor de este año, era un tipo enorme que daba un poco de miedo, pero parecía muy agradable. Luego de que revisara mis problemas de matemática, volví a mi asiento. Los escritorios eran de dos así que tenía que compartir.
Helena era una chica linda. Ella había estado conmigo desde tercer grado. Sus ojos eran grandes y brillantes. Su sonrisa siempre era alegre y ella era muy inteligente. Sus cabellos eran largos y todos los días venía con un peinado diferente y con moños de distintos colores, ella era muy variable. Lo único que llevaba igual todos los días era el uniforme y su calzado.
— Luke. –me llamó. – ¿entendiste los problemas de matemática?
— Ah, sí. –sonreí. – ¿quieres que te explique?
Ella asintió de inmediato con una enorme sonrisa en sus labios, abrí mi libreta con los problemas ya resueltos, Helena se acerco más a mí, con un sonrojo en sus mejillas.
Era extraño explicarle a Helena, antes era yo el que se le acercaba a pedirle ayuda. Pero no me importaba, ella siempre me sonreí y me explicaba hasta que lograba entenderle. Me agradaba.
— ¿Lo entendiste?
— Sí. –sonrió. –eres un gran profesor.
Me reí.
— Solo son divisiones.
— Aun así eres increíble. –dijo, acerco su mano a la mía y sentí su roce.
No supe que hacer, y por inercia retire mi mano. Helena me miro confundida y parpadeo varias veces, sus labios decayeron, desapareciendo la pequeña e invisible sonrisa que constantemente llevaba.
No era que ella me fuera desagradable, pero yo creí que nosotros éramos los que teníamos que tomar a las niñas de las manos, porque ellas eran muy tímidas, pero al parecer eso no era cierto.
— Helena, yo lo siento. –dije sinceramente.
— Luke… yo…
El sonido de la campana opaco su voz, haciendo que todos a nuestro alrededor guardaran sus libretas y salieran corriendo al recreo. Nos quedamos solos en el salón y note que ella iba a decirme algo.
— Luke, desde hace mucho que yo he esperado para decirte que…
— ¿Esperar? –fruncí los labios y luego lo entendí. – ¡Esperar!
Helena se asombro e hizo su cabeza un poco para atrás. Le había gritado en la cara. Guarde mis cosas y ella me miro aterrada.
— Espera… quiero decirte que…
— Lo siento, Helena. –dije poniéndome de pie. –pero no puede hacerla esperar más.
— ¿A quién? –frunció el ceño.
— A ____. Nos vemos. –dije saliendo del aula.
Corrí hasta llegar al salón de ____. Ella estaba parada aun lado de la puerta con su almuerzo entre sus manos, miraba a sus costados con una triste expresión en su rostro. Sonreí y le hable.
— Hey, llegue. –dije.
De inmediato pude ver como sus ojos se iluminaban y se veían de un gris hermoso, no espero hasta que llegara y se acercó a mí. Ladeo su cabeza y me sonrió de oreja a oreja.
— Estoy tan feliz. –admitió.
— ¿Me acompañas a comprar mi almuerzo?
Ella asintió de inmediato. Había algo en sus ojos que me pedía que la tomara de la mano, y no sabía si estaba volviéndome loco o si realmente era cierto. Roce el dorso de su mano con mis dedos y ____ tomo mi mano sin demorar. Sentí como su tímida voz había desaparecido y ahí estaba yo con la ____ que conocía.
Al llegar a la cafetería, ella espero a que yo la guiará por todos lados. Fuimos a hacer fila como todos ahí y algunas niñas nos observaban de manera extraña.
“Mira que tierno”, “Que buena forma de comenzar el año”, “Seguro que es su hermanita”
Podía escuchar un montón de murmullos a nuestro alrededor, todos provenían de las niñas que estaban viéndonos. Me gire a verlas y ellas rieron nerviosas mientras intentaban mirar a otro lado ‹‹ ¿Tan feo estoy?››
La fila avanzo rápido, compre un torta y fui con ____ a sentarme en alguna de las mesas que estuviera disponible. Ella llevaba su almuerzo sobre su pecho mientras que con su otra mano sostenía la mía. Nos sentamos hasta el fondo de la cafetería y ella comenzó a hablar.
— No me gusta la primaria. –dijo frunciendo los labios.
— ¿Por qué no?
— Nadie me habla… y ahí muchos niños, ¿Qué haré si alguno de ellos quiere embarrarme pegamento? –dijo asustada.
Me eche a reír.
— Nadie hará eso, a menos que busques problemas.
— ¡Ah!, ¡no! –dijo agarrándose las coletas. –solo quiero alguien con quien jugar. – su voz era triste. Su vista fue a la mesa.
Algo del otro lado de la cafetería llamo mi atención, era los chicos de mi salón. Ellos nunca cambiaban de mesa. Uno de ellos alzo una mano, haciendo señas para que fuera con ellos, pero no podía, no hasta que estuviera seguro de que ______ tuviera amigas. Me gire de nuevo a ellos y negué con la cabeza.
— Yo jugare contigo hasta que conozcas a alguien que quería jugar a las muñecas. –dije riendo.
Ella frunció los labios, pero sabía que quería sonreír.
— No me gustan las muñecas. –me recordó.
— Lo sé, lo sé, niño. –dije sonriente.
_____ quiso enojarse, pero no pudo hacerlo. Simplemente intento esconder su risa de mí, pero era casi imposible de no notarlo. Su risa resonaba en mis oídos como una melodía.