Franky Parte 1

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Todos creen que sus hijos son especiales.

Nadie quiere escuchar:
"Éstas son las razones por las que mi hijo es MÁS especial que cualquier otro".

Así que no lo diré.

De todas formas, a Franky no le gusta la atención. Así que trato de ocultar esto.

Pero una madre tiene sus límites. Cuando agarró mi brazo en la fila del supermercado y me preguntó -en plena presencia de un sujeto con gorra-, "¿Por qué este robo le saldrá mal al hombre de gorra?", simplemente no hubo tiempo para reaccionar. El hijo de perra se disparó en el pie mientras huía, y Franky estuvo en terapia por seis meses.

Al final, le dije que tenía que convencer al terapeuta de que había inventado su historia.

-¿Es decir que quieres que mienta?-preguntó; sus ojos grises se veían tristemente inocentes.

Tragué grueso.

—Sí, Franky. Mentir es malo, pero, a veces, la verdad es peor.

Algo en sus ojos cambió.

-¿Por qué? -La simplicidad de esa pregunta fue insoportable.

-Porque -farfullé, evacuando un soplido -eres especial.

El cambio en sus ojos se completó de alguna forma. Angustiada, no supe distinguir si efectivamente había matado una parte de él o si había madurado solo un poco.

En retrospectiva, me doy cuenta de que ambas cosas son lo mismo.

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