Capítulo 2

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Después de intercambiar números, me dijo en qué universidad y facultad estudiaba, sorprendentemente estudiábamos en la misma universidad, por lo que podría buscarla fácilmente.

Estuvimos conversando varios días, sin embargo cuando tomamos suficiente confianza comenzamos la pequeña aventura.

La llevé a muchos lugares, la mayoría en compañía de André. Conoció muchos museos, las plazas más grandes, viajamos por transporte público, la mayoría de ellos; fuimos a teatros, el cine. Le enseñé las calles y colonias de la ciudad, las más bonitas e incluso le dije cuáles eran las peligrosas.

Pero tuvimos un problema que me hizo sentir mucho miedo.

Caminábamos por la ciudad, por una avenida muy grande donde pasaba mucha gente y muchos autos. Sin embargo, pude notar a lo lejos como la gente gritaba y había bulla. Pude distinguir una bicicleta viniendo hacia nosotros a demasiada velocidad.

Creí que iba a parar, no sé porqué tuve ese estúpido pensamiento, sabiendo que venía muy rápido sin importar ir en sentido contrario.

Cuando lo sentí muy cerca, y casi pisando nuestros pies, reaccioné.

Iba en dirección a Aerin, que iba mirando los edificios con una expresión de emoción.

La empujé con más fuerza de la que creí y tropecé con sus pies. Terminamos en el suelo y la bicicleta al intentar esquivar terminó en el suelo. André se encargó de ir con el chico, escuché algunos insultos de él y de la gente, sin embargo estaba más preocupado por Aerin, así que la levanté mientras ella tenía una expresión confundida en su rostro.

— ¿Estás...?

— ¡Mis anteojos — gritó interrumpiendome. Se arrodilló en el suelo para buscarlos, sin embargo, había demasiada gente.

Sin importarles nada, pisaban aún viendo a Aerin en el suelo, buscando sus lentes. Le pisaron las manos, a mi también. Hasta que ví lentamente como sus anteojos eran cruelmente pisados por alguien y totalmente destrozados.

Aerin comenzó a llorar.

....

— ¡No puede ser! — chillaba mientras yo ponía agua en sus manos sucias.

Nos habíamos sentado en una banca. Ella parecía más preocupada por sus anteojos que por sus manos, lloraba por ellos más que por el dolor de sus palmas.

— Qué tan malo puede ser, ¿acaso no ves o qué? — preguntó André.

Bueno, no creí que fuera tan grave, creí que lo decía por el dinero más que por otra cosa.

Pero no.

Tuvimos varios accidentes por eso.

Chocaba con la gente fácilmente, se tropezaba con todo e incluso cruzó la calle sin haber visto la señal de que tenía que esperar para pasar.

Casi la atropellan.

Y a mí con ella.

Estaba muy nervioso.

Cuando fuimos al metro, se puso peor. Los empujones y las personas desesperadas por entrar. Ella intentaba tomar el tubo del mismo para sostenerse pero no alcanzaba, siempre la ayudé para que no se sintiera incómoda.

No podía ver los precios de las bebidas y entonces tardó en escoger un sabor. La fila de personas detrás de nosotros reclamó eso.

Y cuando no pudo ver qué a lo lejos sus padres llegaban en su auto, sabíamos que habíamos firmado una sentencia de muerte.

....

La habían subido al auto con una cara de pocos amigos y mirándome con total odio y desaprobación. Bueno, sus lentes estaban totalmente rotos y estaba rondando por las calles como si nada cuando claramente lo tenía prohibido, y con un "desconocido".

Yo, por mi parte, recibí una llamada de mi mamá, una que no me agrado para nada.

— ¿Estás totalmente seguro hijo? No creo que seas capaz, no te veo y puedo decir que sigues siendo el mismo irresponsable que haz sido siempre.

Ahí va de nuevo.

¿Por qué no cree en mi?

Pero al menos yo no me estaba llevando la peor parte de la historia.

— ¡EN QUÉ DEMONIOS PIENSAS AERIN!

— No es nada mamá — dijo tranquila, sabiendo que aunque su familia lo intentara, no arruinarían ese día el cual conoció más cosas que en 19 años que llevaba de vida.

— ¿Quién es él? ¿Por qué sales con él? ¿Acaso no sabe las restricciones que tienes?

— ¡No te importa mamá!

Bueno, el día había comenzado bien pero había terminado muy mal.

Sin embargo, no sé como, no sé porqué, pero cuando abrí la puerta estaba ella con su pijama puesto y una expresión de total miedo en su rostro.

— ¿Qué?

— Choque con postes varias veces, y creo haber visto perritos haciendo cosas...

—¿Qué demonios?

— Sé que quieres alguna explicación pero solamente quería irme de allí. No preguntes cómo, pero logré bajar por la enredadera que hay en la pared de mi habitación — hablaba rápidamente y con muchos nervios. — Y bueno, me habías enviado tu ubicación hace mucho y creí que sería útil, oh...

— ¿Eso es un moretón? — pregunté asustado al verle los brazos morados.

— Bueno, me golpee y caí un poco en el camino. ¡Pero oye! Por fin pude andar sola sin compañía, estoy aquí, casi sana — soltó una sonrisa apenada. — No me mates.

¿Cómo puede estar felíz después de haber andado por las calles sola y habiéndose lastimado en el trayecto?

¿Cómo pudo llegar a mi casa sin poder ver bien del todo?

¿Qué demonios con esta chica?

— Creo que sí necesitabas urgentemente un orden en tú vida.

Bueno, era su turno se ayudarme con lo desordenada que estaba mi vida. O bueno, mi apartamento.

Oh por favor.

No podía verse tan mal.

— Tú hermana acaba de irse hace días y esto está horrible.

Como una experta, tomó un mandil y me lo colocó, unos guantes y un paliacate, comenzó la limpieza.

Barrimos, cocinamos, sacudimos, limpiamos, lavamos toda la casa.

¿Algo bueno que pasó el día de hoy?

Aprendí a lavar ropa de color.

Enferma de esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora