"Aquello que no puede ser olvidado ni borrado... como tu recuerdo."
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Senjuro comprende a la perfección las cosas, sabe de antemano que jamás llegará a la altura de su ascendencia, no estará a la altura de un pilar honorable que pueda proteger a los demás, como alguna vez lo hizo su padre y hoy en día lo hace su hermano.
No se queja mucho, o al menos lo intenta.
En el fondo tiene una profunda decepción de sí mismo. El recuerdo amargo de aquella tarde solo lo incrementa, cuando la hoja de nichirin mantuvo su color originario sin dar ápices de cambiar. Se odió por no ser como su familia.
Temió por la reacción de su padre ante la situación. Se avergonzó de que su hermano encontrara la hoja oculta en el armario.
— Ah... Senjuro... —. Podía notar la ligera chispa de lástima que había en esas palabras, no quería oírlas. — ¡No te preocupes! No existe un solo camino en la vida, ¡Confío en que en un futuro te convertirás en una persona maravillosa que ayudará a todos! —.
— Gracias, aniue... —.
El hijo mayor de los Rengoku era una persona compasiva y entendedora, opuesto a lo que era el padre.
— ¡Bah! Totalmente patético... —. Escupió su progenitor. —ya te lo había advertido, eres inservible, todos aquí lo somos... Mejor busca ser útil y dedícate a ser una ama de casa, quizás en eso si tengas algún tipo de talento —. Se retiró sin importarle los débiles, pero audibles sollozos del niño.
A pesar de ello y de lo humillado que se sentía, Senjuro, obediente como ningún otro, emprendió su práctica en lo que sería los cuidados del hogar.
No le complicaba, después de todo el abandonar el entrenamiento dejó un gran espacio en su agenda diaria, además, necesitaba mantenerse ocupado en algo para poder ignorar la atmósfera deprimente que rodeaba su hogar.
En un principio era común cometer errores como el derramar el balde de agua en el piso, el lavar mal las prendas o que la comida resultara mal, ya sea que haya quedado salada, insabora o incluso quemada. Su padre solo le criticaba, recordándole que no poseía talento alguno.
Por otro lado, su hermano le ayudaba y enseñaba cada que podía. Si la comida no quedaba bien, este no se quejaba, más bien pedía plato tras plato exclamando lo delicioso que estaba.
— Aniue, no tienes que fingir que te gusta solo porque sientes lástima... —.
— ¿Cómo mi hermanito puede decir semejantes palabras? —. Alzó la voz el mayor, mostrándose genuinamente ofendido y preocupado por las dolorosas palabras.
— Yo... Lo lamento, aniue... —. El menor no pudo evitar sentirse mal desviando la mirada hacia un costado.
—Senjuro... —. Kyojuro suspira con una pequeña sonrisa en sus labios. — Esta comida es deliciosa porque mi hermanito la prepara con mucho esfuerzo y esmero —. Extendió su palma sobre la cabeza más pequeña para revolver aquellos mechones revoltosos. — Yo jamás diría algo solo por lástima hacia ti —.
Aquellas palabras de su hermano fueron la chispa que impulsaron a Senjuro a querer seguir intentándolo y dar todo de si, para que un día pudiera ser capaz de preparar un plato delicioso a su Aniue, uno que supiera realmente bien.
Uno que le hiciera sentir orgulloso de sí mismo.
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• INDELEBLE • [KnY]
Fiksi Penggemar[CORREGIDO Y ACTUALIZADO] "Aquello que no puede ser borrado ni olvidado... como tu recuerdo" . . . •Una historia de Senjurou y Kyojurou• . . . » ALERTA DE IDEALIZACIÓN DE SUICIDI0. » No se aceptan copias ni adaptaciones. » Los personajes no son míos...