1º Parte: Reencuentros.

8 0 0
                                    


La brisa corría al atardecer. El sol pronunciaba sus últimos recursos.

Frente a mí, alzándose entre los colores rojizos y fucsias mi compañero de viaje; frondoso en primavera, estéril pero resistente en Invierno. Las hojas yacen a su lado, pronto las duras noches caerán sobre las colinas; estremeciendo mis viejos huesos haciéndome buscar cobijo bajo mi techo.

Es una época triste para mí; ya que apenas puedo conversar con él. No tengo más remedio que lanzar miradas de complicidad desde la ventana golpeada por la lluvia o cuando voy a por suministros. No obstante, la satisfacción vuelve en cada primavera; los días se alargan, el sol destrona a la oscuridad y las hojas vuelven a brotar. Al igual que se extiende su murmullo con el canto del viento y sus acaricias sobre mi cabello cuando este hace de mensajero.

Vaya... hoy parece un día especial, va más allá, una hoja se desprende de una rama, y dando vueltas aterriza sobre mi mejilla; siendo un tacto seco pero suave al mismo tiempo, usando un perfume de cedro, con una cálida sonrisa al mismo tiempo que se sienta en mi regazo y me come a besos. Solo un segundo valió para transmitirme todo esto.

Sentir esa pasión tan olvidada, embriagadora, me obliga a postrarme de rodillas y alzar la cara al cielo, clamar con el corazón su regreso entre los muertos. Un ruido me hace volver en sí. Donde el tronco se empezaba sumergir en la tierra se fue abriendo una grieta; destellos morados y carmesíes me daban escalofríos, cierro los ojos y al volver abrirlos veo su figura, aquel extraño manto que perseguí tantos años atrás; Sakura...

Solemne, delgada y envuelta en una capa de tierra el manto coge forma de Sakura. Una figura trasparente, pero que veía con bastante nitidez a pesar de los años a mis espaldas. Tras su "muerte" decidí no parar de buscarla hasta encontrarla. Cuando lo hice aquel manto rodeó lo que era todavía un cedro jovencito y desapareció hasta este día veinte años después. No puedo moverme, la conmoción no me deja y más al ver como aquella forma se transformaba en una persona humana, de carne y hueso, piel blanquecina, figura de fina clase y cabello negro carbón. La belleza personificada termino de aparecerse. Igual a la que recuerdo, intacta, llena de energía calmada pero rugiendo de corazón.

Mi pecho se desboca, las ansias de abrazarla vencieron a la maldición y proseguí a correr junto a ella, sin embargo, noto como mis extremidades fueron perdiendo fuelle, mi corazón malherido en el pasado perdía vitalidad, todo daba vueltas y apenas pocos pasos antes me derrumbo sobre las hojas caídas; buscando desesperado el oxígeno, buscando desesperado un último contacto con mi eterno amor... Conseguí elevar el rostro hacia ella, apenas pude verla sino apenas un mero reflejo en mi iris, que es pasto de la muerte...

Quedó allí, Francesco de Chatillón, postrado buscando su amor...

Con una mano extendida hacía mí, mientras quería desvanecerme, mientras lloraba y gritaba de frustración; ella es ahora la que nunca recuperará el amor. Busco ir a su encuentro, pero las raíces del cedro surgen del subsuelo y me atrapan sin más remedio. No puedo luchar... me es imposible moverme, vuelvo la cabeza y para mi sorpresa el árbol sangraba, resonando en mi cabeza una voz malvada, casi ni la recordaba.

Pasé así  semanas, no sentía la lluvia ni el frío, pero tampoco el calor del sol. No soy más que una ilusión de carne y hueso. Pero por dentro... Ver a mi amado las cuencas vacías de los ojos, viendo como la tierra y los animales lo consumían... Hirieron de muerte mis emociones y sentimientos. Quería dejar de sentir, pero los recuerdos de Francesco siempre volvían. En aquellas laderas, en aquellas puestas de sol... El amor se fraguó. Pero lo que debiera ser dulce, se está convirtiendo en amargo al corazón.

Solo quedaba un saco de huesos y pellejos, cuando del árbol volvió a brotar sangre. Pastos de rojo cristalino me rodean ahora. Siento al árbol sufrir, yo sin embargo ni siento ni padezco, me he quedado vacía por dentro. Solo espero mi cruel destino.

Destino que no pude elegir, quedarme con Francesco no fue posible, aquel monstruo había liquidado esa opción, eligiendo el otro camino más tortuoso: una vida espectral permanente...

Escuche otra vez su voz resonar en mi mente. Reía, disfrutaba de su momento.... Ha ganado, pronto el árbol empezó a arrastrarme a sus entrañas; no dolía, no al menos físicamente pero solo con sentir aquella presencia aterradora la agonía vuelve. La tenía a ella, la tenía para toda la eternidad...

Salvo que...


CONTINUARA...

*NOTA DEL AUTOR: Se que esta continuación no son poemas. Pero he querido preservar el título de la anterior obra para seguir con la historia y porque fue mi primera publicación en esta página. Disfrutad de los relatos ;).

Poemas Infructuosos "Todo tiene un precio"Where stories live. Discover now