Narrador omnisciente
—No sabes cuánto mi dispiace, Rosita —aseveraba Diego a la señora, apenado. Ya iba anocheciendo, y él y Emiliano por fin estaban en casa de este último.
A la final Leopoldo había decidido despachar a Valeria, por insistencia y capricho de ella. Él no había visto muy conveniente darla de alta, y debía quedarse esa noche en observación, pero a tanta obstinación de su parte cedió; mas haciéndola firmar un documento donde ella asumía la responsabilidad de cualquier mala reacción que podría tener su cuerpo al salir de ese hospital, el cual no se haría responsable por nada.
—Sé lo mucho que esto la está haciendo sufrir y es totalmente ingiusto para usted —prosiguió Diego.
Doña Rosa con el transcurrir de los días hallábase más serena de ánimos, empero, aún portaba el semblante apesadumbrado y angustiado. Hace días que no sabía nada de Penny y eso le acongojaba el corazón, la incertidumbre sobre su paradero y destino amenazaba con matarla de los nervios. Sus jaquecas y leves malestares se solidificaban cada día más en ella en consecuencia de tal angustia y preocupación.
Si por Dios, ella era prácticamente la madre de esa muchacha desde que la biológica había fallecido.
—Lo sé, cariño, lo sé; pero al finale es cada uno quien toma sus propias decisioni en la vita, y lamentablemente Penny ya eligió como llevar la suya. Por más de que esto me apretuje il cuore como nadie tiene una idea —elucidó Rosita queriendo parecer resignada y con un aura de melancolía.
Sin embargo, internamente, en lo más profundo, el corazón de una madre jamás se resigna; nunca pierde las más recónditas e inconscientes esperanzas para que sus hijos puedan alcanzar un pleno bienestar.
—No obstante todavía es joven, aún tiene vita y está a tempo de enderezarla. Solo debe recapacitar detenidamente en lo que está haciendo, no hay que perder la fe —la reconfortó Diego, aunque ese consejo se lo dio más para sí mismo que a ella.
Su mente le decía que Penny ya era un caso perdido en lo absoluto, empero, su corazón le decía que aún había esperanzas de que tarde o temprano ella tomara un buen rumbo en su proceder; pues toda mala decisión tiene su consecuencia, la cual alecciona, enseña y previene, transformándose así en una experiencia. Y quizá también de esa manera si se ponía las pilas ella pondría sus ojos en él, percatándose de que era capaz de dar lo humanamente posible por su persona. Es una particularidad de un corazón enamorado.
—Lo que te dije no significa que me vaya a dar por vencida con ella, como dices, aún tiene soluzione; pero me duele ver como mi sobrina desperdicia sua vita. Penny es como una figlia para mí, y cuando los hijos pasan por esa etapa rebelde no sabes cuán doloroso es para un padre o madre. Aunque tú también estás sufriendo, sé lo mucho que la amas, y en un caso excepcional en el cual ella pusiese sus ojos en ti, te vuelvo a reiterar que tienes mi bendición para estar con ella, porque sé que la harías felice. —Aseveró Rosita sonriéndole dulcemente a Diego, y tomándolo maternalmente de las manos, arrancando así una tenue sonrisa de los labios del muchacho.
Sin duda alguna él era el estereotipo del mejor yerno que pudiese tener: Era trabajador, con ganas de superarse y salir adelante, de personalidad calma y serena, mas con buen sentido del humor; y de muy nobles y humildes sentimientos, valores y principios. Al cavilar detenidamente en esos aspectos, la señora soltó las manos de Diego y escapósele el comentario:
—Ah, no sé perché a los muchachos buenos como tú les sucede este tipo de cosas y las ragazze como Penny eligen a quien no sabe valorarlas en ningún sentido. —Rezongó Rosa con sufrimiento.
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Génova, punto de partida [LIBRO I] Saga EBDMP
Ficción GeneralLo absolutamente perfecto es surreal y las burbujas son por completo frágiles, nada duraderas... Ojalá Manasés Coppola y su familia lo hubiesen sabido a tiempo. Él era un niño de once años que vivía en Génova - Italia cuando arrestaron a su padre po...