James Potter y la Perla Encantada #JP4

Capítulo 22: La Rebelión

James toma un gran respiro al salir de la superficie. Maya y Keila lo ayudan a llegar a la costa, mientras que él todavía sujeta el frasco vacío en su mano.

—Lo hiciste —afirma Dan, mientras que James asiente con la cabeza—. ¿Y ahora qué?

James se echa el pelo hacia atrás, quitándoselo de la cara.

—Esperamos... y luego atacamos.

El chico camina escaleras arriba al castillo, sujetando su varita en la mano. La forma en que sus dedos se afirman a la varita demuestran que habla en serio.

Está dispuesto a pelear.

Está enojado, herido, angustiado. Unos sentimientos que no dirigen a cosas buenas. Para nada bueno.

—James... ¡James! —trata de detenerlo su mejor amigo—. Hay que ver si Lucy despertó. James, ¿a donde vas?

Pero ya era muy tarde. La angustia y la rabia habían nublado al hijo mayor de los Potter.

—¡Oye! ¡Skeeter! —La señora de rulos rubios se voltea inmediatamente al escuchar su nombre—. Tengo una primicia importante para ti.

Dan intenta detenerlo, pero James lo ignora.

La periodista chismosa se acerca corriendo a James con un fotógrafo junto a ella. La mujer coloca su varita como micrófono, indicándole a James que ya puede hablar.

El chico dirige sus ojos marrones directamente a la cámara.

—¡Esto va para ti, Zárifo! —Todo Hogwarts se acerca a escuchar, sorprendido. James alza el frasco vacío—. Destruí tu perla y la vacié en el lago junto a tu zafiro. Tus intentos por contenerme y derrotarme son en vano: ¡estoy listo para pelear, cobarde! Tú y yo, amigo: tú y yo.

Antes de que pudiera decir algo más, Keila lo sacó del foco de la cámara.

—¡Lo acaban de escuchar! James Potter acaba de desafiar a Zárifo —resumía tontamente Rita Skeeter, aunque James no alcanzó a escuchar el resto ya que sus amigos lo empujaban fuera del lugar.

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Harry estira estruendosamente el periódico, mostrándole a James la primera plana de este, con su cara en movimiento grabada en él.

Llevaban peleando por horas en la habitación, mientras que el resto esperaba por ellos.

—¡Por Merlín! ¿¡En qué estabas pensando en hacer algo tan estúpido como retar a Zárifo!? —lo reta, incrédulo—. ¿Qué querías ganar con ello?

—¡Tengo un plan! —responde abruptamente el chico—. ¡A diferencia de ti, que llevas un mes en esa silla y todavía siento que no estás ni cerca de alcanzarlo!

Harry fuerza los párpados, evitando salirse de sus casillas.

—Tenía una pista con Zárifo. En unos meses lo íbamos a tener en nuestras manos.

—Yo reduje ese tiempo —contesta el chico, girando su cabeza hacia Lucy, quien ya había despertado, pero por alguna razón seguía cansada—. Y ella está bien.

Harry resopla, pasándose la mano por el despeinado cabello azabache que tiene.

—¿Cuál es tu plan, James? —pregunta, decidido a terminar la discusión.

—Si te digo... me tendrías que encerrar.

Aquellas palabras alteraron al ministro. Se le quedó mirando confundido a James, nervioso.